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 HAZ DE TU HIJO UN NIÑO FELIZ - 1ª parte



Enero 31, 2013, 04:46:44 am
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HAZ DE TU HIJO UN NIÑO FELIZ - 1ª parte
« en: Enero 31, 2013, 04:46:44 am »
¡HAZ DE TU HIJO UN NIÑO FELIZ!

Rocío Ramos-Paúl, 'Supernanny'
Psicóloga

"Cómo hacer de tu hijo un niño feliz"; ni es tan difícil, que ya lo estáis haciendo muchos, que es una labor que en general se hace y se hace muy bien; esa es mi idea hoy. Lo primero que quiero hacer es daros la enhorabuena porque es difícil embarcarse en la tarea de educar; es larga, cada vez más. Hoy algún medio me preguntaba eso, que si era peor el niño con tres, o el niño con 30 que no se ha ido de casa. Pues, espérate, que no lo sé. Pero sí da una idea de lo extensa que es la labor de la educación y cómo hay que cogerlo con muchas ganas y con mucha paciencia.

Hacer el programa para mí es una sorpresa. La repercusión social que ha tenido, yo no me he inventado nada, todo lo que veis en el programa es así. Lo único que, quizá, el éxito de esto ha sido llevarlo a la televisión y poder ver lo que hasta ahora en educación había trabajado desde hace mucho tiempo. Pero sí me sorprende de repente este boom y yo creo que hay dos ideas claras, o yo saco dos ideas de esto. La primera es que hay una demanda clara por parte de los padres de una información concreta, es decir, que uno llegue a casa y sepa lo que tiene que hacer con su hijo, porque eso es importante hoy por hoy, porque hay mucho que leer y hay mucha información. Entonces, cuando uno viene y te dice, prueba hacer esto, y esto es tan fácil, como esto que es lo que yo pretendo esta tarde, que nos vayamos todos con alguna idea clara que poner en marcha en casa, pues es mucho mejor.

Y luego que hay una preocupación grande por parte de los padres por educar y, además, por hacerlo bien. Yo no les quito nunca el mérito a los padres y al hilo de esto me gusta lanzar también una idea muy tranquilizadora y es que la educación es sinónimo de imperfección; y eso hay que tenerlo claro desde el principio. Los padres que pretenden ser perfectos sufren de una ansiedad tan grande que al final los tengo que ver en el despacho. Entonces, es mucho mejor pensar que equivocarse es un derecho que tenemos todos. Entonces, para aquellos que piensen que no se pueden equivocar en ningún momento, yo le voy a mandar una tarea. Y una sería que os levantareis mañana con la idea de que os podéis equivocar diez veces y que os equivoquéis con toda la tranquilidad del mundo. Ahora, eso sí, luego contárselo a vuestros hijos, porque esa es la gran pregunta. Muchas veces, pero yo si me equivoco. Sí, no pasa nada. Uno llega tarde de trabajar y llega hasta aquí de su jefe, y le toca lidiar con el niño y lo que hace es que le pega un grito al niño y le dice "vete inmediatamente al baño ya", y no se acuerda ni del tono tranquilo, ni de cómo tiene que hacerlo, aunque lo sepa; pues no pasa nada. Uno va con el niño y luego le dice "mira, perdóname, es cierto no se grita pero hoy yo vengo cansado". Le está enseñando cómo solucionar conflictos, le está enseñando que hay emociones como el enfado que a uno le puede salir, pero que puede controlar; y que si no las controla puede pedir perdón.

Y le está diciendo "voy hacer el esfuerzo de no volver a gritar". No os recomiendo que digáis "no voy a gritar nunca más", como hacen ellos, porque es mentira. Todos gritamos alguna vez. Después, "pero, sí voy a hacer el esfuerzo, que sepas que yo voy a hacer el esfuerzo y no pasa nada". Entonces acordaros la educación y la imperfección son sinónimos y tenemos derecho todos a equivocarnos. Una vez lanzado este mensaje y todos muchos más tranquilos con respecto a estos, voy a intentar en este tiempo que voy a dedicar, ir de lo más general, de lo que se produce hoy, a lo más concreto. Y dentro de lo más general hay que analizar un poquito brevemente las circunstancias que rodean a la educación de nuestros hijos.

Hoy hay una de la que los padres están menos informados y, sin embargo, es casi más importante, y es que hay una etapa que es 0-6 donde se produce el mayor desarrollo cerebral del niño y estimularlo y que se produzca es responsabilidad nuestra, de los que trabajamos directamente, de los que tenemos relación con el niño y, por supuesto, de los padres. Al hilo de esto también sabemos, y eso sí lo sabéis vosotros, que cuando un aprendizaje que tiene un momento no se produce ahí, verdad que luego se recupera, sí, pero es muy difícil y os pongo un ejemplo y lo veis, los niños que empiezan a andar tarde, andan sí, pero tienen más dificultades para aprender; los niños que empiezan a hablar arde, hablan, sí, pero hay más dificultades. Esto es muy fácil de entender con una teoría que es la teoría de las ventanas, y ahí nos dicen ¡ojo! que en 0-6 el niño va abriendo ventanitas, cada ventana si la llenas de información se cierra con esa información, con ese aprendizaje; si la dejas que se cierre sin información has perdido la oportunidad. Y acordaros en 0-6 desarrollan el 80% de su capacidad cerebral.

Yo os decía "fijaros que es mucho más sencillo de lo que parece, porque quiero que os vayáis con la idea de que la mayoría de las cosas las hacéis bien, pero está bien que nos reunamos y evaluar lo que cada uno tiene que modificar". Si una madre o un padre le canta una nana a un bebé, está haciendo que estas neuronas que son las que se mueven y son la que producen este desarrollo y este potencial se tengan que conectar y van creando nuevas redes y eso son las ventanas. Y, entonces, el bebé empieza a distinguir los tonos y a saber cuándo mamá está enfadada y cuándo no, y cuándo es un tono dulce y a tener contacto físico y todo eso hace que se vaya estimulando. Luego veis que lo que los investigadores nos cuentan no es tan difícil de traducir en el día a día, con que hay que quedarse esto, con que tenemos ahí una parte muy importante que es enseñar a nuestro hijo a aprender, porque si aprenden a aprender en esta edad lo pueden aprender todo, pero si no aprenden a aprender en esta edad les va a ser mucho más difícil con el tiempo.

Luego hay cambios sociales en los que yo ya no me meto mucho porque continuamente los vemos en la televisión. A mí me gusta más traducir qué está produciendo esos cambios sociales. Yo trabajo aparte de la tele, yo siempre he trabajado como psicóloga, o bien en formación o bien en terapia y en el despacho vemos prácticamente cuatro puntos importantes que están influyendo. Todos estos cambios de los que hablábamos: es distinto o no es distinto, es mejor o es peor. Se traduce para mí en emociones a la hora de educar. Por un lado esta el miedo, el miedo a hacerlo mal del que ya hemos hablado. Hay que equivocarse y no pasa nada. Por otro lado, hay una falta de tiempo que es real, y que hay que contar con ella. Pero lo que no nos pueda generar es un sentimiento de culpa que nos lleve a ser tan permisivos como muchas veces estamos siendo, o "bueno, mira, como total yo le veo media horita a la hora de la cena, pues ya que le den las verduras o los trozos en la escuela infantil y yo lo que hago es que le meto un puré rápido y le mando para la cama.

Entonces, ¿qué ocurre con eso? Si mi hijo no aprende a masticar y eso hay muchísimo ahora mismo, no habla bien, y si habla bien no va al logopeda, luego va a ser muchísimo mejor darle los trozos y te ahorras la logopedia posterior, pero, bueno eso hay que saberlo también y hay que entenderlo dentro del contexto. Luego, por otro lado también, si nosotros le damos siempre lo que pide, no le frustramos, y si no le frustramos tenemos muchas posibilidades de que luego desarrolle comportamientos agresivos, a veces incluso para nosotros. Ahí están los padres que dicen, "no, si yo le ha dado todo no lo entiendo". Pues, mira, ahí está. Por haberle dado todo, si te hubieras quedado corto, hubiera sido otra cosa. Entonces, que esa falta de tiempo no puede generar sentimiento de culpa en ese sentido. Hay tensión, hay estrés y hay ansiedad, pero la hay en nuestras vidas lo que no nos damos cuenta es que si la transmitimos a los niños de forma que les marcamos un ritmo hiperactivo desde que se levantan.

Y uno de los grandes problemas en las casas es: "Rocío, cómo le enseño a desayunar, si a las 9 tiene que estar en el colegio y a menos cinco todavía no se ha vestido". Yo le digo, bueno, que está el fin de semana. Todo no hay que hacerlo entre semana ¿Verdad? Pero sí que es verdad que si os dais cuenta, desde que nos levantamos, a este niño que no tiene hábito para desayunar, o sea, para vestirse, ordenar y desayunar, le estamos diciendo, "venga, venga, venga, venga, venga, venga desayuna; corre, péinate". "Espérate al fin de semana, pero hazlo; porque si tú generas un hábito, no vas acabar gritando, venga, que ya estamos otra vez, que no has llegado", que eso sí es importante para que tu hijo no sienta esa ansiedad, no le transmitas ese estrés o ese ritmo. Porque hay una cosa fundamental y es que los niños no tienen el sentido del tiempo que tenemos nosotros. A un niño si le dices, te vas a tirar pensando ahí en el rincón tres minutos, se le hacen eternos; pero si tiene cinco para jugar quiere quince, y se le han pasado volando. ¡Ojo, que ellos no tienen el sentido del tiempo que tenemos nosotros!

Y luego hay un cuarto punto, que son los conflictos domésticos y que tiene que ver con la falta de tiempo. Muchísimas veces, cuando uno viene al despacho y se sienta y habla conmigo y tenemos que poner normas, me reconocen que es que en casa no se habían sentado a ver qué hacemos. Y cuando hablamos de normas y de límites, que hablaremos un poquito más adelante, estamos hablando de qué hacemos cuando el niño pone los pies en el sofá, porque resulta que si viene mamá le dice que vaya a por el trapo de la cocina para limpiar lo que ha manchado; pero si está papá, le dice, "anda, hijo, baja ya que viene luego tu madre, te echa la bronca"; y entonces, la madre que lo oye, me da igual en un caso o en otro porque en cada casa se invierten los papeles muchas veces, "bueno, yo todo el día detrás del niño que estoy y acabamos en..., es que tú, es que yo..., es que en tu casa..., es que en la mía... Y lo que acabamos es que el niño está encantando de la vida, porque sabe que el próximo día con papá puede poner las zapatillas encima del sofá y que con mamá mejor, no, que tiene que limpiar.


¿Qué le estamos enseñando? Bueno, pues si nosotros nos hemos sentado diez minutos, que para eso también os digo es muy bueno que tengan un buen hábito de sueño, porque así uno, a las nueve los tiene en la cama y se puede dedicar a la pareja, o a lo que le de la gana. Pero tiene tiempo, con lo cual es muy bueno trabajar el hábito del sueño, aparte de otras muchas cosas para tener tiempo al final del día. Y se sienta y dice, oye, mira, que es que está poniendo mucho los pies en el sofá, ¿qué hacemos? Y decidimos consecuencias y le decimos a nuestro hijo, "cuando tú pongas los pies en el sofá, lo que va a ocurrir es esto...", nuestro hijo se lo va a saltar, seguro, pero papá y mamá vamos a responder de la misma manera; cada uno en su estilo, sí, pero de la misma manera. Entonces, nos ahorramos primero el conflicto doméstico y segundo que nuestro hijo intente hacer unas cosas con mamá y otras con papá. Como veis, al final tiene que ver con el tiempo y con la prisa, pero merece la pena, de verdad, poner estas normas. En el despacho, muchas veces, cuando se trabaja esto y los dos padre y madre se van con esta idea clara y son consistentes, obtienen lo que quieren, que es ahorrarse conflictos domésticos y vivir con más tranquilidad todo lo que tiene que ver con la educación de sus hijos. Bien, pues estas son las dificultades que nos encontramos.

 

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