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 HAZ DE TU HIJO UN NIÑO FELIZ - 2ª parte



Enero 31, 2013, 04:43:55 am
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HAZ DE TU HIJO UN NIÑO FELIZ - 2ª parte
« en: Enero 31, 2013, 04:43:55 am »
Dentro de esto, como ya habéis oído cien mil veces en los medios, está la incorporación de la mujer al trabajo. La importancia que esto ha tenido, pero yo prefiero hablaros de los sentimientos que ha generado eso en los padres a la hora de educar, y hay uno que a mí me causa mucha impresión. Yo trabajo mucho con 0-6 años, 0-8. Entonces, resulta que llega un padre y con todo este maremagno de cosas te dice: "mira, yo no puedo; no sé qué hacer con mi hijo; es así; y no sé qué puedo hacer con mi hijo, no puedo con él" Y yo lo que hago es pegar un puñetazo en la mesa. No se puede decir con un niño de esa edad que tú no puedes con él, porque cuando tenga 18 ¿qué vamos a hacer? Nos tiramos por la ventana, nosotros claro porque el niño ya está crecidito. No se puede decir eso. Esto de lo que estamos hablando no nos puede generar miedo a la hora de educar, nos podemos equivocar, pero hay que hacerlo hay que frustrarle, hay que decirle que no y, además, si lo hacemos ahora, que es lo que os decía al principio, de aprender a aprender nos vamos a ahorrar muchísimo en la adolescencia, porque estamos sentando las bases para que nuestro hijo sea feliz. Entonces, no podemos decir ya, nunca más; de verdad, nunca, nunca más; que con un niño de tres años no podemos.

Lo que vamos a ver es qué vamos hacer. Y como vamos a ver, hay tres bases importantes. Y lo que hay que hacer es dotar al niño de las herramientas necesarias para que se sienta de tres maneras que es seguro, protegido y querido. Y esa es la idea principal que nos vamos a llevar hoy. Porque cuando yo pregunto en el despacho ¿qué objetivo tienes tú al venir aquí con los padres? ¿Qué es lo que tú quieres conseguir? La respuesta es yo quiero que mi hijo sea feliz, y hasta ahí todos estamos de acuerdo ¿cuál es el problema? ¿Qué es que tu hijo sea feliz? Vamos a definir cómo hacemos que tu hijo sea feliz. Y entonces, me decís muchas veces, que no sufra, y entonces ya le hemos liado porque que no sufra es que no llore, que no se quede sin nada, que yo le doy todo, que ya cuando sea mayor ya sufrirá.

Y eso no es verdad; no es verdad porque para que uno se ría, tiene que saber lo que es llorar. Porque para conseguir las cosas y valorarlas, tiene que suponer un esfuerzo conseguirlas. Si no, nuestros hijos no van a tener éxito el día de mañana y eso lo tenemos que tener muy claro y, entonces, yo les digo "vamos a hacer otras cosas a tu hijo para que esté feliz; vas hacer que esté protegido a través de los límites y las normas y vas a conseguir que se sienta seguro a través de los hábitos y las rutinas; y vas conseguir que se sienta querido dándole tiempo de calidad". Y con estas tres cosas vamos a aumentar las probabilidades de que tu hijo sea feliz y en educación siempre hablamos de probabilidades porque cada niño es un mundo, cada familia es un mundo y, cada adulto, es un mundo, y eso también hay que tenerlo en cuenta.

Y os decía que vamos a ir de lo más general a lo más concreto. Hemos hablado de las circunstancias sociales, hemos hablado de que, sobre todo, hay que adaptar, hay que educar a nuestro hijo en la situación que tenemos, en la realidad que hay. Porque esa es en la que va a vivir, y hay que dotarlo de herramientas para que lo consiga. Y ahí estamos nosotros para poner límites para controlar rabietas, para decir que no, para decirle lo que hace bien, para premiarle las conductas adecuadas, para lo positivo también. Y entonces ahí volvemos a un concepto que está entre medias de lo más concreto y lo más abstracto y es la conducta.

¿Y por qué la conducta? Pues, mira, la conducta es la reacción que tiene el niño cuando se relaciona con cualquier adulto, con cualquier situación, con cualquier niño. ¿Qué ocurre con la conducta? Pues, mira, que uno se tiene que creer firmemente que las conductas de los niños tienen que ser guiadas y controladas; guiadas a través de normas y controladas a través de consecuencias. ¿Y hasta cuándo? Que es la pregunta que luego me hacéis muchas veces; pues hasta que el niño tenga capacidad de control. Porque de momento, no hay ningún gen que diga que el niño sale sabiendo qué es lo adecuado y qué es lo inadecuado, qué es lo que puede hacer y qué es lo que no puede hacer. ¿Quién le enseña eso? Las normas. ¿Y quién le pone las normas? Papá y mamá. Luego ya vendrá el cole. Pero al cole, cuando llegan sin normas, ¡tela marinera! Porque también os digo: un niño que no ha conocido hábitos y límites, un niño de cuatro años que no ha conocido ni hábitos ni límites, tiene todas las papeletas del mundo para hacer un trastorno de conducta. Es decir, los niños que conocemos como niños agresivos, niños ansiosos, fíjate si le hacen falta, que no estamos hablando ni de 16 ni de 18, que no es como cuando muchas veces llegáis con el despacho, es que con 16 no hace la cama. Claro, ¿y ahora que hacemos con esto? Cuando lo podíamos haber visto antes.

Estamos hablando de cuatro solamente. Y os decía conducta -todo el mundo tiene que tener claro-, guiada y controlada, sin miramientos, porque no saben qué es lo que tiene que hacer, porque necesitan que nosotros a través de los premios y los castigos y las consecuencias, que podemos reducirlas de manera muy simplistas a premios y castigos, sepan qué pueden hacer y qué no pueden hacer. Cuando mi hijo me da las gracias por algo, "¡qué bien! ¡cómo me gusta cuando me das las gracias!" Mi hijo volverá a decir gracias.

Y, luego, hay otro segundo concepto, al hilo de la conducta, que es la estimulación. Y os decía, "fijaros, si tenemos este potencial somos responsables de alguna manera". ¿De qué? De estimularlo, y estimularlo es un concepto que hasta ahora se ha unido mucho a niños que tenían determinada carencias o deficiencias y, de repente, alguien dice "oye, que no, que esto también vale para desarrollar en los niños". Y yo os digo hoy: sí, y además uno puede estimular en su casa perfectamente y lo vamos a ver, y vais a ver como lo estáis haciendo. Y estimular ¿por qué? Porque estimular es provocar un aprendizaje. Es decir, mi hijo no sabe hacer algo como ponerse los calcetines, y yo le enseño a ponerse los calcetines, y yo estoy estimulando a mi hijo porque le estoy enseñando a hacer algo, la estimulación requiere de tiempo y tenemos poco. Pero, verdad que en la vida cotidiana hay un montón de cosas que haces con tu hijo, que lo único que tienes que hacer es darte cuenta de que lo estas haciendo y haciendo con calidad. Entonces, mi propuesta, o la que nosotros solemos hacer desde el despacho -yo tengo un equipo que trabaja conmigo-, juntamos estos tres conceptos y decimos: bueno, está la estimulación, está la falta de tiempo y está la necesidad que tienen los niños de sentirse valorados, de sentirse queridos, de sentirse atendidos por los padres.

Y decimos: ¿qué hacemos? Pues vamos a emplear el tiempo que pasamos con nuestro hijo en que ese tiempo sea de calidad. Y calidad implica, hacerle a él protagonista, y a veces, puede ser diciéndole que no y manteniéndolo. Y eso es dar calidad al tiempo que pasa con él; y otras veces puede ser jugando. La calidad al tiempo sólo se la pones tú. Yo te puedo contar cien mil formas de estimular a un niño. Sólo los padres en casa podéis ponerle la calidad a ese tiempo, a esa actividad, y, fijaros, es tan importante la calidad y la atención que se hacen varios estudios. A mí me gusta traer uno que es muy antiguo y que conoceréis, que se hizo con unos monos, los monos de Harlow -seguro que alguno sabéis de lo que estoy hablando-, donde a los monitos, -fijaros que curioso-, son crías muy chiquititas y se les pone una madre que les da de comer, pero es de alambre, -ese es el truco- y la otra que es como un peluche. Entonces, los monos se meten allí donde el peluche y llegando la hora de comer se mantienen allí y se dan cuenta de que incluso a pesar de el hambre y de las carencias que supone no comer, prefieren mantenerse con el peluche. Pues imaginaros eso en vuestros hijos. Salvando las diferencias, que ya sé que ninguno de los vuestros es un monito, mi reflexión al hilo de esto por lo que yo os traigo el ejemplo es: sabemos que la atención es necesaria y que las carencias que produce la falta de atención, la falta de cariño son iguales o peores que las de la de alimentación.


Y yo hago la siguiente reflexión ¿dejaréis a vuestro hijo sin comer porque sí, sin que hubiera ninguna razón de peso? Supongo que no ¿por qué les dejamos sin tiempo para ellos? ¿Por qué les dejamos sin tiempo de atención? Porque la carencia que va a generar es la misma. Entonces, ahora, me diréis "ya, pero es que no tenemos tiempo". Pero es que yo ya os lo he dicho, el tiempo que pasemos con nuestro hijo es el que tiene que tener calidad. Entonces, si seguimos bajando en conceptos antes de pasar a los siguientes. Os voy a volver a poner una tarea ahora mismo y quiero que todos pensáis en diez actividades que hagáis con vuestro hijo semanalmente. No estamos hablando de grandes actividades, no hay que hacer parapente, vale con ayudarle a vestirse o desayunar con él. Solamente con eso, si además montamos en bicicleta mucho mejor. ¿Cómo se llama el mejor amigo de tu hijo?; ¿cuál es el juego favorito de tu hijo?, ¿Cuáles son sus dibujos preferidos en la tele?, o ¿qué es lo último que ha aprendido? Y si son cinco puntos el que no sepa contestarlos, cuando vuelva a casa, por favor, que se plantee urgentemente que tiene que pasar más tiempo con su hijo. Pero urgentemente. Son cinco preguntas, fáciles de contestar, que un niño te cuenta enseguida, si es un bebé.

Pero tú sabes perfectamente cuando tu bebé reconoce caras, le gusta más un dibujo que otro. Porque todos lo utilizamos de vez en cuando lo de ponerle delante de la tele mientras hacemos otra cosa, y no está mal. Estamos aprovechando una actividad estimulante. Porque la tele no hay que demonizarla; lo que hay es que controlarla. Sería otro tema. Bien, entonces, tenemos aquí esta hipótesis que yo os planteo. El tiempo que pasa con mi hijo que sea de calidad, pero que el tiempo que sea de calidad estamos hablando, pero un tiempo tiene que haber. Y luego me decís: "es que yo llego muy cansado". Es verdad que llegamos cansando y es verdad que uno tiene todo el derecho del mundo a decirle a su hijo "mira, hoy estoy cansado por favor o estoy cansado" y ahí levantar un poquito más la mano, y decir, "bueno, pues, oye, en vez de enfrentar esto que me va a suponer una rabieta, lo pospongo para mañana. Porque si la rabieta la monta el niño ya la tienes ahí; no tienes más remedio que echar mano de las estrategias.

Pero, bien. Os decía si yo tengo el derecho hoy estoy cansado, pero verdad que uno aunque esté cansado va a trabajar y tiene que fichar. Pues esta es la historia. Uno se tiene que plantear como obligación que tiene que pasar un tiempo con su hijo. La cantidad del tiempo la tenéis que marcar vosotros, porque sabéis del tiempo que podéis dedicar a vuestros hijos, y la calidad del tiempo también. Y, entonces, nos volvemos últimamente hay un anuncio del huevo Kinder; seguro que lo habéis visto, donde el padre está con el móvil y hace como ruidos, y al final del anuncio lo que dice el padre es, "perdona es que estoy jugando con mi hijo". Pues yo digo: el tiempo de calidad es este, sí, pero hay que apagar el móvil antes; cuando uno vaya a estar con su hijo que apague el móvil antes. Así no tiene que dar explicaciones, ni el niño tiene que verlas. Pues eso es la calidad del tiempo.

Entonces, tenemos claro la estimulación, tenemos claro las conductas y tenemos claro que un niño feliz necesita de tres pilares y lo repito porque es el tema de hoy. Y os decía, cuando queremos que el niño sea feliz, tenemos que conseguir que se sienta seguro. Los niños no nacen con un horario dentro. Los que tenéis hijos sabéis que nacen anárquicamente; te tienes que esperar un tiempo a que el niño se adapte a ti, a que tú te adaptes al niño. Es decir, los niños son muy anárquicos. Entonces, necesitan un orden externo que les genere orden interno. ¿Cómo se lo damos nosotros? Se lo damos a través de los horarios, de los hábitos y de las rutinas. Y, entonces, ¿qué es un hábito? Un hábito es algo que se hace siempre en el mismo momento, que se hace siempre de la misma manera, que se hace siempre en el mismo lugar, que va precedido de una rutina y que tiene un principio y un final. Y como estamos hablando de hacer al niño feliz y de que se sienta valorado y que se sienta querido y estamos hablando de hábitos, vamos a juntar todos los conceptos un poco y bajar un poquito más, concretar. Y os dais cuenta de una cosa, yo siempre digo que comer tenemos que comer todos, y en algún momento toda la familia se sienta a comer.

Si yo utilizo la hora de la comida para poner normas, por ejemplo, puedo decir que nadie se levante de la mesa hasta que se acabe de comer, con lo cual, yo ya le estoy enseñando a mi hijo que las cosas se empiezan y se terminan; si previamente, además, yo le he dicho "vamos a lavarnos las manos antes de comer", empiezo ya una rutina, la empiezo a la misma hora porque doy por hecho que más o menos a la misma hora come todo el mundo, porque si comemos un día a las cinco, otro día a las cuatro, otro día a las dos volvemos loco al niño, ya os lo digo, no me digáis luego es que no come, no, no es que no come, es que no sabe cuándo tiene que comer que es distinto, entonces empiezo diciendo nos lavamos las manos, de ahí hábito de higiene, si el niño no sabe me pongo con él, estoy estimulando porque le estoy enseñando una conducta nueva así se utilizan las manos, así nos enjuagamos, utilizamos un taburete si no llega, etc., de ahí nos vamos a poner la mesa, le hago responsable de tareas en casa por tanto trabajo la autonomía en la medida de su capacidad, es que con dos o tres años que pronto, que pronto no, si tu cumples con lo tuyo él puede cumplir con lo suyo perfectamente y si no es un plato puede llevar unos cubiertos y, si no, una servilleta, y ayuda a poner la mesa, yo le doy una tarea, si además le digo qué bien has traído esto, estoy reforzando para que él vuelva a llevar a cabo la tarea.

Y si nos sentamos, fijaros, comiendo, la cantidad de cosas que se puede hacer. Si el niño permanece sentado toda la comida, estoy trabajando en la atención y en la concentración y eso en las escuelas infantiles se nota una bestialidad. Los niños que vienen de casas donde uno se sienta a comer y son capaces de permanecer en el aula sentados, y en el colegio, ni os cuento. Y los niños que, como "mira, yo lo que quiero es que mi hijo coma, a mí me da lo mismo si se lo tengo que dar en la bañera como corriendo por el pasillo", que son los que luego vienen a verme a mí. ¿Por qué? Porque, claro, que el niño coma está bien, pero por el pasillo no. Que aquí, en España, ningún niño se muere de hambre, ninguno. Aquí no, en otros sitios, desgraciadamente sí, pero aquí no. Entonces, vamos a ver si yo me siento y le enseño al niño a estar sentando, trabajo la atención. Si, además, establezco que durante la comida no esté la tele y nosotros charlemos y hablemos de cosas positivas ¿verdad que trabajo también habilidades de comunicación? "No, espera, ahora no es tu turno; escucha a tu hermano; espera que no ha terminado todavía tu hermano de hablar; ahora sí, ahora te toca hablar a ti" ¡qué bien! ¡Qué divertido lo que me has contado!


 

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