SOMOS LO QUE DECIMOS
Nuestras palabras y expresiones son un reflejo de nosotros mismos. Usarlas para el bien, en lugar de juzgar o desprestigiar, es una elección personal.
Todos sentimos a veces emociones negativas: rabia, envidia, celos, ira, etc. Pero el hecho de sentirlas, no implica que tengas que dejarte llevar por ellas ni por el impulso de negatividad que te provocan. Es importante aprender y practicar, a manejar y expresar bien esas emociones nocivas, porque no es bueno dejarlas dentro de ti, pero tampoco lo es expulsarlas como culebras por la boca. Para conseguir esto, lo primero es ser conscientes de que expresar negativa o positivamente las emociones, es una elección que puedes hacer, si quieres, aunque cueste un poquito de esfuerzo. Y al hacerlo, descubres que elegir sólo buenas palabras, te limpia de sentimientos que son nocivos para ti. Luego la recompensa, es similar al esfuerzo realizado.
Algunas personas son muy críticas con los demás porque, en primer lugar, lo son consigo mismas. Son intransigentes y perfeccionistas con todo lo que hacen y dicen, pero esa exigencia con los errores propios y ajenos, es tan exagerada que no pueden comprender una clara realidad: No se puede medir a todos con el mismo baremo. La mayoría de los que actúan así, ni siquiera se dan cuenta de que lo hacen, y esta es la razón principal de que les cueste cambiar. Las otras razones son: pereza; falta de interés; deseo de mínimo esfuerzo; y otros impedimentos que en realidad sólo existen para corroborar su idea de perfección de sí mismos. Cada uno es como es, sus acciones y decisiones dependen de sus circunstancias, por eso, no es muy inteligente juzgar o decir lo que habríamos hecho, de estar en el lugar del otro, ni compararnos, pues no estamos en la misma situación, ni somos la misma persona.
Otros sin embargo, realizan siempre críticas constructivas. Estas personas hablan desde un nivel alto de auto estima y una empatía que les hace reconocer las carencias o impedimentos en los demás. Consuelan y alientan con palabras de ánimo o elogios, lo cual, siempre anima a los demás a seguir adelante. Por ello, suelen ser requeridas para dar consejos o aportar nuevas ideas, ya que observan y escuchan con una actitud abierta y flexible.
Los primeros, los intolerantes, continúan la cadena de negatividad existente en el mundo. Los segundos, los comprensivos y respetuosos, la rompen con su sabiduría y perspicacia.
Expresar el bien cuando hablas, es un síntoma de bienestar y valoración que, sin ninguna duda, te favorece y beneficia también interiormente.
Como dice un proverbio árabe: "Si lo que vas a decir no es más bello que el silencio, no lo digas. " Quizá suene exagerado, ¿o serías capaz? Te dejo con la reflexión.
Mar Cantero Sánchez
Escritora y coach (asesora) literaria
www.marcanterosanchez.com
