PROACTIVIDAD
Proactividad es un término acuñado por Viktor Frankl, neurólogo, psiquiatra y filósofo austriaco. Su definición es "la libertad de elegir nuestra actitud frente a las circunstancias de nuestra propia vida". Años después el término se popularizaría en muchos libros de autoayuda, desarrollo personal y empresarial gracias al best-seller "Los siete hábitos de las personas altamente efectivas" del autor Stephen Covey.
Proactividad es una actitud en la que el sujeto asume el pleno control de su conducta vital de modo activo, lo que implica la toma de iniciativa en el desarrollo de acciones creativas y audaces para generar mejoras, haciendo prevalecer la libertad de elección sobre las circunstancias de la vida. La proactividad no significa sólo tomar la iniciativa, sino asumir la responsabilidad de hacer que las cosas sucedan; decidir en cada momento lo que queremos hacer y cómo lo vamos a hacer.
Las Personas Reactivas:
Se ven afectadas por las circunstancias, las condiciones, el ambiente social... sólo se sienten bien si su entorno está bien. Centran sus esfuerzos en el círculo de preocupación: en los defectos de otras personas, en los problemas del medio y en circunstancias sobre las que no tienen ningún control. No tienen la libertad de elegir sus propias acciones.
Las Personas Proactivas:
Se mueven por valores cuidadosamente meditados y seleccionados: pueden pasar muchas cosas a su alrededor pero son dueñas de cómo quieren reaccionar ante esos estímulos. Centran sus esfuerzos en el círculo de influencia: se dedican a aquellas cosas con respecto a las cuales pueden hacer algo. Su energía es positiva, con lo cual amplían su círculo de influencia.
La Proactividad no tiene nada que ver con el activismo o la hiperactividad. Ser proactivo no significa actuar de prisa, de forma caótica y desorganizada, dejándose llevar por los impulsos del momento. Las personas que tienen el hábito de la proactivad no son agresivas, arrogantes o insensibles, como creen superficialmente algunas personas, sino todo lo contrario: se mueven por valores, saben lo que necesitan y actúan en consecuencia. El concepto opuesto es el de reactividad, o tomar una actitud pasiva y ser sujeto de las circunstancias y por ende, de los problemas. La definición extendida por Covey dice que la conducta individual es función de las decisiones propias y no de las condiciones.
La Proactividad es la capacidad de poner al yo por sobre las circunstancias, sean cuales sean estas. De la proactividad nacen todas las demás actitudes, porque es el poder del Espíritu Humano y del Universo. No se trata de desconocer las circunstancias, sino de darnos cuenta de que lo que determina nuestra vida no son ellas, sino nuestras respuestas ante ellas. Las circunstancias condicionan e influyen, pero no determinan.
La Resiliencia es la expresión máxima de la proactividad. Es la actitud culminante del ser humano. Es la capacidad de, sometido a circunstancias extremadamente críticas y adversas, no sólo lograr sobreponerse, sino además salir fortalecido de esas experiencias.
Quiero destacar también la importancia de la 'Proactividad y Resiliencia Social', que es poner al grupo al cual pertenecemos por sobre los eventos que ocurran y velar por la sobrevivencia con excelencia del mismo en el tiempo. Su máxima expresión en el campo espiritual es la Hermandad, donde todos los integrantes del grupo han logrado unificarse, cooperar y armonizar. Ante los problemas que ocurran siempre es bueno tener una actitud flexible a los cambios, ser 'invulnerable' como la caña de bambú que se dobla al recibir la tormenta y no ser rígidos como el roble, que finalmente se quiebra.
(David Zen)