“Si una persona no tiene el sentido de su propia peculiaridad y de su validez interior, está a merced de lo colectivo y de los acontecimientos externos, y no puede encontrar continuidad ni propósito en la vida”.
(Lez Greene)
La realización se refiere al proceso en que uno, ya absolutamente convencido de que no es él mismo cuando actúa en función de los demás, sino que tiene su propia individualidad, y convencido de que es un gran proyecto del que ha descubierto sólo una minúscula parte, y de que tiene que hacer realidad todas las que le integran, en ese momento tiene que comenzar el proceso en que deja de ser una propuesta, una buena intención, para comenzar la realización (hacerse realidad).
Uno debiera empezar a confiar en su potencialidad. Sabe que hay cosas dentro de él que, cuando oyen ciertas ideas, leen ciertos libros, o estudian ciertas materias, resuenan dentro, despiertan unas simpatías adormecidas, y reconoce en su interior una demanda de experiencias y vivencias distintas de las físicas y cotidianas. Y se vuelve a repetir el deseo de actualizar todo ese potencial y llevarlo a la realización.
Es necesario empezar por comprender y aceptar la situación y condición actual, y ser conscientes de que lo que se quiere lograr va a requerir un esfuerzo para ser conquistado.
Uno ha de ser consciente de que está siendo controlado desde fuera hacia dentro –por las cosas externas y los mandatos ajenos-. El trabajo consiste en invertir la dirección.
El centro está dentro, la fuerza está en el interior, el conocimiento-sabiduría habita en lo interior. Todo está en nosotros. Y lo que está fuera nos debe importar en menor medida.
El potencial es ilimitado. Si buscas limitaciones, ciertamente las tendrás. Pero, en este sentido, eres infinito, y tu fuerza crece y se multiplica con el uso: mientras más capacidades utilices, más capacidades emergerán, y se mostraran más a menudo. La energía y la potencia conseguidas te darán más confianza para seguir en el proceso.
A menudo al ser humano le gusta creer que es como cree que debe ser, y en realidad sólo es él mismo en una ínfima porción, en una centésima parte. Desarrolla, inconscientemente casi siempre, una imagen y una forma de comportamiento, y se conforma con ser así. Se niega el derecho, y reniega de la obligación, de hacer realidad lo escondido; no se cuestiona hasta cuánto podría sacar de sí, hasta donde le podría llevar su capacidad aletargada.
De vez en cuando, sólo de vez en cuando, y siempre por circunstancias ajenas, por pruebas que le pone la vida, desarrolla parte de su potencial, pero casi nunca por propia voluntad, sino por ese momento que ha necesitado lo más de él, le ha puesto contra la pared y le ha dicho: sé tú.
La realización nos propone ser nosotros mismos, individuales, por lo tanto hagamos la pregunta en singular: realmente, ¿estoy siendo yo?...
Uno ES, en tanto se da cuenta de que ES; uno ES, en tanto domina las circunstancias que le rodean; uno ES, cuando se sale de la confusión; uno ES, si está atento a su interior, si escucha su propio silencio, si prepara el camino de acercamiento a su Ser; uno ES, cuando se enfrenta a la posibilidad inherente en cada uno de diseñar y realizar su propia vida; uno ES, cuando propicia cambios que aparentemente son pequeños, pero que, hechos en un momento determinado de la vida pueden provocar un destino diferente; uno ES, cuando utiliza la posibilidad de decidir y se atreve a hacerlo; uno ES cuando deja de copiar un modelo y se atreve a ser quien solamente él puede ser.
Uno debe recordar que es honorable defender el propio terreno, valorar lo que se ES, y convertirse en aquello que está destinado a ser.
Todavía no llegamos a ser, en lo cotidiano, y el motivo de la vida es alcanzar SER, en lo Universal.
Mi deseo es que la paz te guíe cuando llegue el momento y rompa su silencio y tengas que ser, inevitable y definitivamente, TÚ MISMO.