Pertenece a Baltasar Gracián, que nació en Calatayud (Zaragoza) en 1601, y ya por entonces decía esto:
"No se debe conceder todo, ni a todos. Tanto importa saber negar como saber conceder y en los que mandan es una prudencia necesaria. Y aquí interviene la forma: más se estima el no de algunos que el sí de otros, porque un no dorado satisface más que un sí a secas. Hay muchos que siempre tienen en la boca el no, con lo que todo lo estropean. En ellos el no es siempre lo primero, y aunque después todo lo vienen a conceder, no se les tiene en cuenta por el disgusto inicial. No se deben negar de golpe las cosas, pues es mejor una decepción a sorbos. Tampoco se debe negar del todo, porque se suprimiría la dependencia. Es mejor que queden siempre algunos restos de esperanza para que templen lo amargo de la negativa. La cortesía debe llenar el vacío del favor y suplir las buenas palabras la falta de obras. El no y el sí son breves de decir y exigen pensar mucho".