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 EL MAL GENIO



Marzo 28, 2013, 07:00:38 am
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EL MAL GENIO
« en: Marzo 28, 2013, 07:00:38 am »
EL “MAL GENIO”


¿Qué es al mal genio? Todos nosotros, eventualmente nos enojamos, a veces con razón y otras ocasiones sin tenerla. Eso es un evento normal que forma parte de nuestra naturaleza humana. Lo malo, es cuando abusamos de esa condición y se vuelve parte de nuestra personalidad. Nos convertimos en personas “enojonas” y basta con que vuele una mosca para que nos sulfuremos. Eso nos convierte en indeseables, tanto para los demás, como para nosotros mismos. Eso es tener mal genio.


Esta respuesta emocional proviene del deseo de que el entorno y los demás sean más como nosotros y menos como lo que son. Nos convertimos en la regla con la que medimos al mundo y todo lo que se salga de nuestros prejuicios y expectativas, nos hace perder la calma y hacer erupción, transformándonos en auténticos monstruos.

Ignoramos la cantidad de perjuicios que esto nos trae, desde enfermedades de todo tipo, hasta el rechazo de las personas que nos rodean. Es probable que cuando éramos niños pequeños, hacer un berrinche nos valía para obtener lo que entonces queríamos, pero desafortunadamente al crecer, la misma reacción aprendida se sigue manifestando en todas las áreas de nuestro diario vivir, convirtiéndose en un estilo de vida.
La primera consideración que tenemos que hacer al respecto, es siempre tener presente el siguiente enunciado:

Toda acción de otra persona hacia mí, es su responsabilidad. La reacción que yo tenga ante su acción, es la mía.
Absolutamente nadie puede hacernos enojar sin nuestro consentimiento. Enojarse es una opción aprendida, no una consecuencia infranqueable. Siempre hay otras formas de reaccionar por las que podemos optar, sin embargo, al sentirnos atacados o afectados en nuestros intereses, el instinto animal nos pone en guardia y literalmente sacamos los dientes y uñas para repeler el ataque. Olvidamos fácilmente nuestra categoría de “animales racionales”. Es cierto que el ritmo vertiginoso de la vida actual no nos lleva, sino nos empuja y ello nos induce a convertirnos en un manojo de nervios. Y es precisamente el estar conscientes de esto, lo que nos invita a encontrar la paz interna que tanto necesitamos para poder navegar tranquilamente en aguas de ríos rápidos.

Es cierto que hay veces que es necesario “simular” estar enojados, por ejemplo delante de nuestros hijos cuando hacen travesuras, o delante de un alumno en clase que no pone atención, o con un trabajador que llega tarde, etc. Lo malo es sentir el enojo y dejar que éste dirija nuestros actos. Sin embargo, no debemos olvidar que siempre hay que ser duro con el problema y suave con la persona.

Ahora, en el aspecto espiritual del asunto, sabemos que todo aquello a lo que le damos nuestra atención, lo atraemos hacia nosotros y lo hacemos más fuerte. Siempre tenemos el poder de elegir si aplicamos nuestra energía hacia lo que queremos o hacia lo que no queremos. Si algo nos hace enojar por que no salió como lo esperábamos, lo mejor es aprender de aquello y concentrarnos en buscar otras alternativas para lograrlo.

Tenemos que considerar también que en realidad todos los acontecimientos de nuestra vida son neutrales por sí mismos, somos nosotros los que le damos una connotación negativa. Calificar algo como negativo es nuestra elección, por lo tanto, si estamos experimentando negatividad en nuestra existencia, es porque nosotros mismos elegimos etiquetarla de esa manera.
Hay que hacernos responsables de nuestras propias reacciones sin culpar a los demás por las mismas. Bajo ninguna circunstancia le otorguemos jamás a nadie el poder de controlar nuestro estado de ánimo, y siempre recordar que lo que sentimos es una reacción de lo que creemos.

“El que se enoja pierde” reza un refrán popular que tiene toda la razón del mundo. Permanecer en calma, aún ante el caos, nos da una perspectiva más clara de lo que tenemos que hacer en cualquier circunstancia. Si logramos encontrar la paz interior, ya no habrá nada que nos pueda hacer enojar, porque desde esa perspectiva llegamos a comprender que todos vamos en el mismo barco y no tiene caso desperdiciar nuestra energía en ello.


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