Una de las cosas desagradables que tiene el inconsciente es, precisamente, eso: que no somos conscientes de él.
Su fuerza radica en nuestro desconocimiento.
Su poder manipulador reside en que se ha tomado una autonomía en las decisiones, tiránica y dictatorial, que no compartimos pero sí padecemos.
El enemigo no viene de fuera, sino que lo tenemos dentro.
Somos lo físico y lo consciente, pero, no podemos negarlo, somos también lo inconsciente.
Aprovecharlo y disfrutarlo, o temerlo y sufrirlo, depende exclusivamente de nosotros.
Hay que ponerse el traje de faena, los guantes y la mascarilla si hacen falta, y hay que empeñarse en la tarea grandiosa, y a la larga gratificante, de sacarlo a la luz, voltearlo, descubrir sus escondrijos, recorrer sus recovecos, adecentarlo, organizarlo, conocerlo, y… llegar a intimar hasta el punto de convertirlo en un impagable colaborador del consciente.
Mi recomendación es conseguir cuanta información sea necesaria para conocerle, y dedicarle todo el tiempo y atención que sea necesario, porque, sin duda, la mayoría de los males que soportamos tienen en él su origen.
Recomiendo, para empezar, leer este artículo:
http://www.scribd.com/full/36893423?access_key=key-21p1ffj8ymfl7r8t7o7a