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 TRASTORNO DEL SUEÑO EN LOS NIÑOS



Abril 17, 2013, 07:03:13 am
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TRASTORNO DEL SUEÑO EN LOS NIÑOS
« en: Abril 17, 2013, 07:03:13 am »
TRASTORNO DEL SUEÑO EN LOS NIÑOS



Los trastornos del sueño en niños son muy frecuentes e identificables como problemas para iniciar el sueño, reiterados despertares nocturnos, es decir, insomnio; pesadillas y terrores nocturnos, entre otros. Los mismos son una preocupación importante para los padres, ya que les angustia no entender qué le pasa a su hijo para "no querer dormir" o "dormir mal", ni qué pueden hacer para solucionarlo.

Es fundamental que los niños tengan un buen descanso; duerman las horas de sueño necesarias según el período de desarrollo en el que se encuentren, ya que la falta de sueño es perjudicial para la salud. Se manifiesta en determinados comportamientos como son irritabilidad, bajo rendimiento escolar, problemas de psicomotricidad, tener bajas las defensas del cuerpo ante las enfermedades, decaimiento físico, somnolencia diurna.

Por otro lado, las alteraciones del sueño en los niños genera un alto grado de tensión en los padres; y esta tensión altera la vida familiar.


Las horas promedio -a continuación señaladas- que debe dormir un niño según las edades, tienen carácter orientativo, y de ningún modo los padres deben alarmarse si su hijo no cumple con este horario de sueño, ya que cada niño tiene su propio ritmo. Generalmente, suele haber una variación de 1 ó 2 horas a las aquí indicadas, considerándose totalmente normal.

Los bebés hasta el tercer mes de vida, duermen hasta 17 horas diarias, con períodos de sueño continuado de 2 a 4 horas. Se despiertan cada 2 o 3 horas para alimentarse, lo cual es bueno para evitar largos lapsos de ayuno.

En el segundo trimestre, es decir de 3 a 6 meses, los niños duermen unas 15 horas en total, de las cuales 4 o 5 horas las duerme de día. Logran dormir seis horas seguidas durante la noche.

Desde los 6 meses a los 9 meses, necesitan al menos 14 horas de sueño, incluyendo siestas de 2 y 4 horas. A esta edad han desvinculado el dormir de la alimentación por ello ya pueden dormir toda la noche sin despertarse, pero generalmente suelen hacerlo aún en dos o tres oportunidades. Es el momento de establecer un hábito para ir a dormir.

En el último trimestre, de 9 a 12 meses, duermen 13 horas por día, de las cuales 11 son por la noche y dos horas aproximadamente de siesta.

Entre 1 año y 3 años, dormirán 12 horas, con siestas de 1 ó 2 horas.

En edad pre-escolar, suelen dormir 11 horas cada noche.Los niños ya han adquirido el hábito de ir a la cama y dormir sin problemas, pero es la etapa donde pueden aparecer las pesadillas.

Por último, en edad escolar, 10 horas aproximadamente. El sueño ya es similar al de los adultos, las siestas ya no son imprescindibles.


Reiteramos que la cantidad de horas es relativa a cada niño. Si su hijo, durmiendo menos horas de las indicadas aquí es un niño sano y feliz, no hay de que preocuparse. La organización familiar, las costumbres y actitudes de los padres con respecto al acto de dormir, así como el nivel de actividad del niño, es decir, si es un niño más o menos activo, es lo que influenciará y particularizará la conducta para dormir del niño.


ALTERACIONES DEL SUEÑO

Las principales alteraciones del sueño se presentan en niños son:
- Insomnio infantil:
Comprende las siguientes situaciones:
a) Frecuentes despertares nocturnos demandando la presencia de los padres para volver a dormirse;
b) Dificultad para dormir en la cama solo;
c) Dormir menos horas de lo habitual para su edad.
d)Sueño superficial, es decir, que ante cualquier ruido o cambio de luz, se despiertan.

Se pueden distinguir los siguientes tipos de insomnios infantiles:

Insomnio inicial: es la dificultad para quedarse dormido. Las variaciones constantes en horarios y lugares, así como las excitaciones previas al acostarse, promueven esta alteración.
Insomnio Intermedio: son los despertares nocturnos, bien espontáneos o generados por cambios externos, como ruidos, luces, movimientos.
Insomnio de segunda hora: es el despertar a media noche o madrugada y no poder volver a conciliar el sueño.

- Pesadillas:
Son malos sueños, aterradores para el niño. Son muy frecuentes y se deben principalmente a ansiedades, inseguridad, preocupaciones o miedos.

- Parasomnias:
Este grupo de desorden del sueño comprende a los terrores nocturnos, sonambulismo y hablar dormido.

Los terrores nocturnos se diferencian de las pesadillas por que en éstos el niño gritará descontroladamente y parecerá despierto, con ojos desorbitados (mirada perdida), confundido, con palpitaciones, sudor y agitado. Es difícil despertar al niño (parece que no escuchara), no tiene consuelo; el niño se vuelve a dormir por sí solo; no hay recuerdo de sueños, ni de lo sucedido a la mañana siguiente. En cambio en la pesadilla; al niño se lo puede despertar fácilmente y consolar; le cuesta volver a dormirse, porque tiene recuerdos del mal sueño y le quedan sensaciones desagradables y de miedo asociadas. Puede recordar el sueño por la mañana.
Veremos que de acuerdo a la edad del niño es característico que se presente con mayor frecuencia determinado tipo de trastornos del sueño. De todas maneras, en cada etapa evolutiva pueden presentarse una o varias de estas alteraciones indistintamente. Sólo marcamos las que con mayor asiduidad se manifiestan en cada fase del desarrollo del niño.

En los bebés hasta los 4 meses de vida es normal que se despierten varias veces por la noche, pero después de los 6 meses debería dormir por lo menos 6 horas continuas todas las noches.

Suelen presentarse a partir de los 6-12 meses alteraciones del sueño relacionadas con reiterados despertares nocturnos, rechazo a acostarse, querer dormir con los padres o demandar ser alimentados por la noche. Es decir, se puede presentar insomnio de inicio e intermedio.

A partir de los 2 ó 3 años comienzan las pesadillas, y terrores nocturnos, es decir, las llamadas parasomnias y, si no se han resuelto los problemas de insomnio de la etapa anterior a través de una reeducación para dormir, éste puede postergarse indefinidamente.

Luego, a la edad pre-escolar, las parasomnias irán desapareciendo y se presenta mayor resistencia a dormir (insomnio de inicio).

Por último, en los niños en edad escolar, es el insomnio en todos sus tipos, el mayor problema. Apareciendo en esta etapa el sonambulismo como otra de las alteraciones del dormir, aunque no es muy frecuente.


DECÁLOGO DE CONSEJOS

Ante los problemas de los niños para dormir, relacionados con el insomnio en cualquiera de sus tipos se pueden considerar las siguientes sugerencias:

Establecer un horario para ir a dormir. Elegir el horario más apropiado para el niño y la familia según el ritmo de vida de cada hogar; esto permitirá ser realistas y no determinar horarios que luego sean imposibles de cumplir. Aunque en algunas oportunidades excepcionales (como por ejemplo: una fiesta especial, o el regreso de un padre de viaje) se podría variar, lo mejor es respetar al máximo la hora señalada. Así el "reloj biológico" del niño se ajustará a un ritmo diario que le facilitará conciliar el sueño.

Implantar hábitos para ir a la cama. Crear rutinas con actividades reiteradas cada noche le dará seguridad, y le permitirá identificar que llegó el momento de ir a dormir. Despedirse de la familia, coger los juguetes que le acompañarán a dormir toda la noche, saludar a sus mascotas, planificar lo que se hará al día siguiente, charlar con sus padres, escuchar un cuento o leerlo, escuchar una canción determinada cada noche, etc.

Sólo debe realizar actividades relajadas en el horario cercano de ir a acostarse, evitar los juegos bruscos, o programas de televisión muy excitantes. El niño debe ir relajándose de a poco, antes de que llegue el horario establecido para ir a la cama, lo cual le ayudará a lograr dormirse.

El acto de ir a dormir tiene que ser un momento agradable y cálido. Nunca reprender al niño diciéndole que se lo llevará a la cama. El ir a acostarse jamás debe ser visto como algo negativo, como un castigo. Todo lo contrario, para facilitar que el niño no se niegue air a dormir es importante que sienta esa ocasión como un momento del día distinto y especial, donde se encuentra muy a gusto.

Reforzar las conductas positivas del niño respecto al acto de acostarse. Recompensar de alguna manera la colaboración y predisposición para ir a la cama, con palabras especiales, cariños, o paseos al día siguiente, o algún juego que le apetezca mucho, etc.


Psicóloga Claudia Alberto Fermanelli
Colegiada Nº B-1698

 

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