ME LLEGÓ LA HORA DE LA MADUREZ
Me fue llegando la madurez
al paso lento de las eternidades,
mientras la vida,
por el contrario,
competía en velocidad con la luz.
Me fue llegando un día un metro,
otro día un palmo,
y otro día,
de golpe,
casi cien instantes.
No sé
-y esto es muy cierto-
cómo he hecho para llegar a hoy,
así como tampoco sé
-o sea que nadie me lo pregunte-
dónde están los años ya gastados,
o dónde están todos los días;
ya quisiera yo saberlo
para comprobar si los llené
o si se fueron huérfanos de mí.
Me llegó la madurez muy tarde.
Mejor si hubiera llegado con veinte años de adelanto.
Otra vida hubiera sido mi vida.
Otro presente mi presente.
Y otro pasado mi pasado.