LA TERNURA Y EL CRECIMIENTO PERSONAL
Jaquelina Pievaroli
Si busco una imagen en mi mente sobre la ternura veo una persona relajada y entregada en brazos de confianza y seguridad, con una sensación de calidez, sintiendo aceptación de sí misma, sus miedos han perdido su fuerza arrolladora, y no existen prejuicios o juicios que le impidan ser lo que es, sin máscaras.
Esto es para mí lo que definiría la ternura y puede darse en un eterno instante, es el tiempo de una caricia, un abrazo amoroso, una mirada o unas palabras acogedoras que nos dice que el otro está presente para lo que necesite.
Es una emoción que nos permite encontrarnos con nosotros mismos desde la aceptación y amor hacia los demás y hacia uno mismo.
Genera un espacio de dar y recibir con un marco de respeto y comprensión mutuos, una comunicación verdadera con los demás.
Esta emoción necesita unas condiciones especiales para poder expresarse, condiciones que muchas veces no se dan de forma natural sino que necesitan un esfuerzo de parte nuestra:
Dejarse cuidar: si tememos expresarnos tal cual como somos, por miedo a que nos rechacen, no nos dejamos cuidar. Nos mostramos como personas que no necesitamos nada de los demás, que nos las arreglamos solas. Ésta condición requiere que aceptemos que somos personas con límites, que tenemos necesidades afectivas y que no solamente podemos dar sino también recibir.
Confiar: si hemos experimentado situaciones donde nos han dañado hace que sea más difícil confiar y sentirnos seguros con el mundo exterior y le rehuimos para protegernos. Permitirnos depositarnos en el regazo del otro.
Quitarse la máscara: esto tiene que ver con bajar nuestras defensas, no pretender ser nada más de lo que somos, aceptarnos a nosotros mismos y principalmente no enjuiciarnos. Ésta condición está vinculada con nuestra autoestima y que tan severos somos como jueces de nosotros mismos.
Es una emoción que podemos anhelar experimentarla, que es de nuestro agrado, pero que se puede hacer difícil si nuestro mundo interno está dañado. Si nuestras heridas siguen abiertas nuestra confianza está quebrada, creeremos que necesitamos una máscara para protegernos del mundo exterior y nos mostraremos invulnerables para que nadie se acerque.
Esto nos impide experimentar ésta emoción.
La ternura cumple una función primordial en el crecimiento personal por dos razones, por un lado es un baremos de cómo nos encontramos en relación a nuestra autoestima y nuestro vínculo con el mundo exterior.
Por el otro, permitirnos experimentarla alimenta de amor y seguridad a la parte de nuestro ser que se siente inseguro y miedoso.
La ternura nos hace fuertes emocional, física y psíquicamente.
Nos aumenta la autoestima porque nos permite vernos como seres únicos y valiosos, generándonos confianza para afrontar las dificultades.
Es una emoción necesaria porque implica un espacio para reposar y descansar.
Darnos permiso para relajarnos es una parte importante del proceso psicoterapéutico como trabajar con las emociones que nos disgustan.
