He recibido este artículo que me ha parecido interesante para compartir.
Saludos,
¿Cómo hago para alcanzar la iluminación, y cómo identifico que estoy allí? ¿Es lo mismo la iluminación a despertar la conciencia?
La iluminación no es un destino, algo similar a las metas humanas, como ir de un punto a otro, escalar de un peldaño al siguiente. A la mente sin embargo le agradaría que fuera así. Pero de esto hablaré con profundidad más adelante.
No veo ninguna diferencia entre iluminación y el despertar de la conciencia. Sin embargo, el término “despertar de la conciencia” es un simbolismo. La conciencia desde ya esta despierta.
Es el ser humano quien está dormido, inmerso en la trama del ego. Y cuando en él emerge la trascendencia decimos que su conciencia despertó. Pero la conciencia siempre estuvo ahí, despierta, en el eterno ahora, oculta en las sombras del pensamiento, como una dimensión paralela; es el mundo que poca veces vemos porque nuestra atención está presa en el falso yo. Es como el diamante, está escondido en el carbón; y llega un momento donde su luz brilla. Así se reconoce que su esplendor nunca estuvo ausente, estaba en reposo, en estado potencial.
El despertar surge por dentro; o por lo menos así se percibe. Y surge obviamente en el camino que llamamos tu propia vida. La vida a su vez no es siempre la idea que tenemos de ella; es más interior que exterior. Es un pasadizo de la forma a la no forma; de lo ilusorio a lo real. La vida no es simplemente el conjunto de formas sensoriales. Es la esencia del mundo, la fuente no condicionada. Al nacer un niño creemos que la vida ha nacido, pero la vida ya era, antes del nacimiento; simplemente ha tomado uno de sus tantos disfraces.
Si miras el árbol crees que el árbol está vivo, pero la vida no es lo que ves, es el fondo que no se percibe. Nunca podrías relacionarte profundamente con la creación si no tocas ese fondo. En efecto, no vivimos ni nos relacionamos a plenitud si no sentimos un punto de conexión más allá de lo superficial, a nivel esencial. Todo lo que existe debe ser un motivo para ese encuentro. El no encuentro es una de las causas de la infelicidad humana, porque vivimos y a la vez morimos por falta de vivir. Por eso la necesidad de reconectarnos es inminente. Y la iluminación representa el puente, es el regreso a vivir. Es el regreso a Ser.
La vida entonces es el pasadizo a la iluminación. Y cuando la sientes no necesitas interpretes para saberlo. Pero ese pasadizo se confunde con los conceptos que tenemos en la mente. Creemos que iluminarse son las condiciones que hemos leído, la escalera que debemos ascender, el punto al que debemos llegar.
Yo me imaginaba hace 25 años que necesitaba merecimientos para recibirla, creía que era un sol que descendía sobre ti, tal como lo había aprendido en lecturas. El ideal me motivaba a hacer muchas cosas, a realizar sacrificios y esfuerzos sobre humanos. Pero este ideal nunca llegó a cristalizarse porque sin darme cuenta estaba en el camino de la mente, la ilusión del ego. La mente te lleva a la mente, es la espiral sin fin. Y cuando sigues ese camino siempre que llegas al lugar que parecía tu destino, te dice, ah, esto no es, no es aquí.
Sumedho, maestro budista radicado actualmente en Inglaterra, afirma que mucha gente cuando piensa en la palabra iluminación se imagina algo parecido a muchos flashes de cámaras, todos dirigidos hacia una persona. Pero en realidad, continua diciendo, no es eso. Tolle habla de esto con gran elocuencia: “El comienzo del proceso de despertar es un acto de gracia. No puedes hacer que ocurra, ni puedes prepararte para ello, ni ir acumulando créditos. No hay una secuencia clara de pasos lógicos que conduzca a ello, aunque a la mente le encantaría eso.
“No tienes que hacerte digno previamente – sigue la cita-. Puede llegarle al pecador antes que al santo, pero no necesariamente. Por eso Jesús se relacionaba con toda clase de gente, y no sólo con personas respetables. No hay nada que puedas hacer para despertar. Todo lo que hagas serán esfuerzos del ego para que el despertar o la iluminación pasen a ser su más preciada posesión, y así hacerse más grande e importante. En lugar de despertar, añades a tu mente el concepto de despertar, o la imagen mental de cómo es una persona despierta o iluminada, y después procuras vivir de acuerdo con esa imagen. Vivir de acuerdo con una imagen que tienes de ti mismo, o que otros tienen de ti, no es vivir auténticamente: es sólo otro papel inconsciente que el ego representa”
Es por eso que yo hablo de la relación de la iluminación y la vida, porque considero que son inseparables. Vivir la vida desde la esencia es iluminación. No me refiero a la vida del futuro sino a la que tenemos como evidencia en el momento presente. Vivir fuera de las expectativas del ego es la puerta. Saberlo es no derivar una identidad de las ilusiones del mundo condicionado; es vivir con la conciencia de que vives, como testigo presente del gran drama, disfrutando la simpleza, la quietud del silencio interior; recociendo la naturaleza separada de la mente, tu esencia incondicional en el mundo de estructuras; con el saber de que estas ahí sin necesidad de pensarlo.
Estas pautas no deben tomarse como indicadores fijos, son simple puntos de referencia. No deben ser más que eso. Las palabras jamás podrán encadenar lo que significa despertar. Sin embargo, es oportuno decir esto: No creas que los iluminados del pasado sintieron algo distinto a lo que hemos hablado aquí. Sintieron lo mismo, pero lo hemos idealizado y estructurado como estados de conciencia inalcanzables. Y por eso le restamos valor a nuestros pequeños destellos de luz, que no son más que esos instantes donde la vida fluye a plenitud en nosotros, en el ahora, no como un evento externo, sino como parte de nuestra esencia misma. La vida entonces es el pasadizo a la iluminación.
Ahí esta es la clave.
