Abuso verbal: Cuando las palabras dañan, hieren y destruyen
Las palabras dañan. No se les puede ver, pero las cicatrices que dejan son reales y pueden durar años.
El abuso verbal puede ser permanente e irreversible…
¡¡No sufras en silencio!!
Históricamente
En la mujer existe una identidad de género subordinada, conformada y avalada por una larga historia de desigualdades sexuales. El modelo de masculinidad dominante caracteriza a los hombres como personas más importantes: seres autónomos, fuertes, potentes y proveedores. Todas estas peculiaridades, se vinculan directamente con el poder que se le ha adjudicado socialmente al varón, y que se estimula desde un inicio en el ámbito familiar. De esta forma, los hombres, como portadores de ese poder, son impulsados a ejercerlo. Muchas veces cayendo en los abusos contra el otro género…el de las mujeres. En la medida en que esa forma de ser hombre se transforma en natural, se hace invisible el poder de los hombres sobre las mujeres.
La pareja constituye el vínculo más íntimo y privado del ser humano, es un espacio construido para dos personas. La vida en pareja y la formación de la familia es aspiración de la mayoría de las personas adultas que determinan compartir un proyecto sobre la base del amor, la atracción sexual y el compromiso, representando un vínculo afectivo importante. La violencia que se genera en las relaciones de pareja es considerada la expresión más aguda de las inequidades y los desequilibrios entre el hombre y la mujer.
Al principio de la mayoría de las relaciones es muy difícil que aparezca la violencia. Durante este período se muestra un comportamiento positivo. Cada miembro de la pareja muestra su mejor faceta. En muchas relaciones que se vuelven violentas es frecuente que el primer ataque aparezca como un hecho aislado. La violencia que tiene lugar en las relaciones de pareja es reflejo de las relaciones de poder que jerarquizan y colocan lo masculino como eje principal en todos los ámbitos de la vida: social, cultural, educativo....y, por supuesto, el familiar.
Todas las mujeres históricamente han vivido en mayor o menor intensidad formas de violencia en el marco de las relaciones de pareja.
Como sabemos, existen diferentes tipos de maltrato contra las mujeres. Los principales son:
Malos tratos psico-emocionales:
Son actos o conductas que producen desvalorización o sufrimiento en las mujeres. Pueden ser humillaciones, exigencia de obediencia, tratar de convencer a la víctima de que ella es la culpable de cualquier problema suscitado.
Estos traen de la mano conductas verbales coercitivas como los insultos. El aislamiento, el control de salidas de casa, ridiculizar la opinión o puntos de vista, humillaciones en público, así como limitar y retener el dinero, son unas de las tantas formas de maltrato.
El abuso emocional o psicológico está vinculado a abusos u omisiones destinadas a degradar o controlar las acciones, comportamientos, creencias y decisiones de la mujer por medio de la intimidación, manipulación, amenazas directas o indirectas, humillación, aislamiento, o cualquier otra conducta que implique un perjuicio a la salud psicológica, la autodeterminación o el desarrollo personal.
Son actos que conllevan a la desvalorización o sufrimiento en las mujeres. Se manifiesta en la exigencia a la obediencia, tratar de convencer a la víctima de que ella es culpable de cualquier problema, limitar o retener el dinero, etc. Incluye expresiones verbales como: insultos, gritos, menosprecio a su vida pasada, a su persona, a la forma en que se viste. Se expresa por omisión: dejar de hablarle, silencios prolongados, hacer que no escucha o no entiende; además, a través del lenguaje extra verbal: gestos de rechazo, miradas agresivas y mediante la manifestación de los celos.
Malos tratos físicos:
En este tipo de violencia vemos todos los actos no accidentales; es decir, acciones que puedan producir daños en el cuerpo de la mujer, como cachetadas, empujones, pellizcos, golpes, patadas, heridas, fracturas, quemaduras etc.
Malos tratos sexuales:
Es cuando se impone a la mujer una relación, o cualquier tipo de abuso sexual, contra su sano juicio o voluntad. Cuando en esa relación se produzca una penetración con violencia o utilizando medios coercitivos se considera violación.
No debemos olvidar que existen otros tipos de violencia, aunque muchas veces pueden formar parte y/o combinarse con las mencionadas anteriormente: violencia económica, patrimonial, institucional, social, reproductiva…y la feminicida.
En esta ocasión, trataremos el tema del maltrato verbal, una violencia psico-emocional de graves consecuencias para las mujeres que lo padecen.
Abuso Verbal
Mucho se dice sobre la violencia física y sobre la mujer golpeada, pero existe otra forma de agresión, mucho más sutil porque no deja marcas visibles, pero igual de dañina que cualquier otra agresión: el maltrato verbal.
Nos referimos a los comentarios degradantes, insultos, observaciones humillantes sobre la falta de atracción física, la inferioridad o la incompetencia, gritos, acusaciones, burlas y gestos humillantes. Todo esto puede lograr que la imagen de cualquier mujer se deteriore completamente.
Una especialista del tema ha mencionado que “las grandes cosas en la vida comienzan con detalles minúsculos en apariencia, pero profundos en consecuencias”, demostrando con claridad que la violencia es una especie de bola de nieve cuyo daño pocas veces puede predecirse.
No es un tema menor. “La violencia es una realidad perturbadora de la condición humana”, revela la psicóloga y destaca que, aunque la forma más común de asociación es con la agresión física, lo verbal incide directamente en ello.
“La forma de hablar puede provocar emociones y reacciones intensas. La violenciaverbal es aquella en la cual por la elección de palabras, entonación y volumen de voz se trata de dominar e intimidar, logrando provocar en la víctima sentimientos de impotencia, rabia, humillación, vergüenza, inutilidad y vejación”.
Ejemplos de violencia verbal podrían ser frases como las siguientes:
¡Tú no aprendes!, ¡Te lo dije!, ¡Qué bruta eres!, No sirves ni para pasar el trapo al piso, Eres una inútil, agradece que te doy de comer, ¡La vecina sí es una mujer hermosa!, ¿Subiste de peso?, Sin mi, tú no eres nadie, Te voy a dejar en la calle…
Si a estas frases, directas o sutiles, que generan de por sí incomodidad y cierta tristeza, le añadimos el sonido, entonación, gestos apropiados y la repetición, obtendremos como resultado peligrosas granadas de mano que pueden desbaratar la dignidad e integridad emocional y psicológica de cualquier mujer.
El abuso verbal, casi siempre comienza a ocurrir en privado. La víctima del abuso verbal vive en un mundo cada vez más confuso. En público, la víctima está con una persona. Cuando está en privado, el abusador puede convertirse en una persona completamente diferente.
La víctima suele ser el blanco de arranques de ira, el sarcasmo, o una fría indiferencia.
Victimario:
El abusador intentará, para poder mantener su reinado del terror, lo siguiente:
* Destruir la autoestima de su pareja
* Hacerla económicamente dependiente de él, para lo cual evitará que consiga un trabajo
* Jugará esposo bueno – esposo malo. Por ejemplo, cuando su esposa quiera conseguir un empleo, será “esposo bueno” y la convencerá de que no trabaje para que finalmente, conseguido lo anterior, pueda pasar a “esposo malo”.
* Alejará amistades y familiares de ella, y si no es así, la tendrá siempre vigilada para que no lo delate.
* Mantendrá una imagen impecable de él ante la sociedad, para que nadie lo crea capaz de semejante cobardía y en caso de que ella lo denunciara, restarle credibilidad a sus palabras.
Si una mujer le expresa a su marido abusador que se sintió mal por lo que le dijo o la forma en que se lo dijo, éste inmediatamente podrá tomar algunas de las siguientes posturas:
* Ignorarla
* Maltratarla todavía más
* Minimizar lo sucedido
Normalmente, la reacción del abusador ante estas acciones a menudo está recubierta de una actitud de "¿Qué te pasa a ti?", o bien, acusa a la víctima de "exagerar". Con el tiempo, ella pierde su equilibrio y seguridad y comienza a preguntarse si es ella la que está loca.
El ataque verbal es una forma de violencia como lo es recibir un golpe, un tirón de pelo o un empujón. Ambas son igual de graves y atentan contra los derechos de la mujer, porque se trata de una forma de desacreditación y discriminación. ¿Cuál es la diferencia? El maltrato físico deja huellas visibles y cicatrices que duelen en el cuerpo. La palabra, en cambio, lastima la autoestima y deteriora la salud mental.