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 SI TÚ GANAS, YO GANO - 2ª parte



Diciembre 29, 2013, 05:47:59 am
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Desconectado Francisco de Sales

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SI TÚ GANAS, YO GANO - 2ª parte
« en: Diciembre 29, 2013, 05:47:59 am »
 LOS DOCE PRINCIPIOS DE LA BONDAD.

Merece la pena que dediques un poco de tu atención y tu tiempo para mejorar los músculos de la bondad no sólo porque tendrá efectos positivos en ti, a corto y a largo plazo, sino porque incidirá en una mejora de tu entorno, en el estado de ánimo más positivo de las personas que te rodean y en una mayor eficacia en todo lo que hagáis, con mejores resultados.

 - Principio nº 1. Las impresiones positivas son como semillas.
Actuar con amabilidad tiene un efecto dominó. Cada vez que sonríes a alguien, escuchas atentamente o das las gracias emites una energía positiva que la otra persona, a su vez, pasará a decenas de individuos que encuentre en su camino. Estos contactos positivos tienen un efecto multiplicador. Es posible que tú, personalmente, no recibas su efecto de inmediato, aparte de la cálida sensación de bienestar interior, pero las impresiones positivas son como semillas. Las plantas y te olvidas de ellas pero van creciendo y aumentando su tamaño bajo tierra y antes o después acabará brotando una magnífica planta.

- Principio nº 2. Todas las personas son importantes.
No dosifiques la amabilidad, ni mucho menos la dediques sólo a las personas que consideras importantes, de quienes puedas obtener algún beneficio. Entre otras cosas, porque nunca se sabe si la vecina que hoy menosprecias mañana será la encargada de seleccionar tu currículum de trabajo o de ayudarte en una situación difícil. En cualquier caso, lo fundamental es que esa persona es importante en sí misma y lo es para mucha gente. Acostúmbrate a tratar a todas las personas con las que te cruzas como si fueran lo más importante del mundo, porque lo son. Si no para ti, sí para alguien; si no hoy, tal vez mañana. Y en cualquier caso, cualquier persona, como tú, es importante para sí misma, desea evitar el sufrimiento y disfrutar de felicidad y libertad. Exactamente igual que tú. De una vez y para siempre, ponte de acuerdo de acuerdo con ellas, con cada una de ellas por separado, y desea su felicidad y su libertad tanto como deseas las propias.

 - Principio nº 3. Las personas, como las fichas en un juego, cambian de posición.
Es un error muy común pensar que sólo necesitas ser amable con tus iguales o superiores; después de todo, la asistenta que limpia tu casa o el quiosquero de la esquina nunca van a hacer nada por ti porque no tienen ningún poder. Sin embargo, nunca puedes saber quién puede ser importante para ti dentro de unos años, ni siquiera mañana. La persona que hoy está bajo tus órdenes mañana puede ser quien decida tu futuro laboral o una plaza en la escuela para tu hija. La vida da muchas vueltas. Trata a todo el mundo como si tu vida dependiera de él o ella.

 - Principio nº 4. Que la amabilidad sea algo instintivo.
Acostúmbrate a practicar amabilidad hasta que forme parte de ti, que sea algo instintivo. Si te acostumbras a ser amable sólo en las circunstancias que te convienen, tu falta de consideración habitual puede traicionarte cuando menos lo esperes, de una forma que ni siquiera adviertas, haciéndote perder muchas oportunidades y, por descontado, muchos amigos. Practica amabilidad y consideración por los demás hasta que forme parte de ti. Te llevarás muchas sorpresas al descubrir cuántos beneficios le aportan la simpatía y la generosidad a tu vida.

- Principio nº 5. Que todo tu cuerpo transmita amabilidad.
No basta con recitar unas palabras amables por rutina o con indiferencia. Se ha demostrado científicamente que sólo el 7% de nuestra comunicación es verbal. El 93% restante procede de factores no verbales como los gestos, las expresiones faciales o el tono de voz. A veces una sonrisa o un ligero contacto físico tienen más fuerza que las palabras y, además, sirven para suavizar o contrarrestar mensajes incómodos aunque necesarios.

- Principio nº 6. La sonrisa es el gesto más contagioso.
Nuestra propensión natural a imitar significa que con frecuencia captamos el estado de ánimo de quienes nos rodean, para lo bueno y para lo malo. La buena noticia es que las emociones positivas son más contagiosas que las negativas. Un estudio de la Universidad de Yale demostró que la jovialidad y la simpatía se expanden más rápidamente que la irritabilidad y la depresión de las que la gente intenta protegerse. Y la sonrisa es el gesto más contagioso de todo. Además, se demostró también que es más fácil que tu pareja, tus hijos, amistades o colaboradores en el trabajo sean más receptivos a tus ideas si las dices con amabilidad y una sonrisa.

- Principio nº 7. Las impresiones negativas son como gérmenes.
De la misma manera que las acciones positivas son como semillas que crecen en silencio, los gestos de desconsideración son como gérmenes; es posible que durante un tiempo no veas su impacto pero ahí está, infectándote en silencio, a ti y a quienes te rodean. No diseminar gérmenes significa ser extremadamente respetuoso con tu entorno y con la gente a tu alrededor, ya que un simple malentendido puede crear una impresión negativa de consecuencias perturbadoras.

- Principio nº 8. La consideración para con los demás te aporta confianza en ti mismo.
Y viceversa: la falta de consideración te convierte en una persona que no es de fiar. Aunque nadie te haya visto o no vuelvas a ver a una persona a la que has tratado mal, tú sí has sido testigo y esa acción forma parte de ti poniéndotelo difícil cuando quieras convencer a los demás de que confíen en ti. Por el contrario, la consideración hacia los demás hace que las personas se sientan cómodas y confiadas a tu lado.

 - Principio nº 9. La amabilidad es un valor en sí mismo.
Ser amable no tiene nada que ver con la hipocresía, con reír los chistes ofensivos ni con el halago fácil. Y, por supuesto, ser una buena persona no consiste en ser falsa o manipuladora sino todo lo contrario, porque la consideración es un alto valor que forma parte de tu sentido del honor. Acostúmbrate a valorar la bondad y la simpatía (en ti misma y en los demás personas) de la misma manera que aprecias la belleza, la inteligencia o el talento. La bondad es una fuerza muy potente que puede llegar a donde no llega ninguna otra fuerza o habilidad.

- Principio nº 10: Comparte el mérito.
Uno de los peores gérmenes y más extendidos tiene que ver con la competitividad, con luchar y hacerse paso a codazos para demostrar que el mérito es tuyo y de nadie más, y, con esta consigna, consciente o inconscientemente, podemos dedicar demasiado tiempo a empequeñecer la imagen de los demás para aparentar que somos más grandes. Pero si te acostumbras a relajarte y a dedicar tu energía, simplemente, a dar lo mejor de ti, la vida se hace mucho mejor, más hermosa y más fácil. Harry Truman dijo: “Es impresionante lo que puedes conseguir si no te preocupas por quién se lleva el mérito”. Y el gran maestro budista indio Atisha fue aún más contundente: “No esperes el aplauso y no dependerás de él”. Acostúmbrate a dar lo mejor de ti y descubrirás el profundo bienestar de la satisfacción personal, la autoconfianza y la libertad.

- Principio nº 11. Ayuda a generar confianza y buen humor a tu alrededor.
Según Daniel Goleman, “sentirse bien estimula la eficacia mental, se comprende mejor la información y genera claridad de ideas para tomar decisiones en los juicios complejos”. Además, las personas que están de buen humor tienen más posibilidades y capacidad de ayudar a las demás. Cuida tu humor y el de las personas que te rodean con bromas amables y situaciones divertidas. Pero, por encima de todo, ríete de tus propios errores y de los de los demás, sin dramatizar ni culpabilizar a nadie por ellos. Se aprende mejor de las risas que de las tensiones negativas.


- Principio nº 12. Sé amable: aprende a escuchar.
Según el presentador de televisión estadounidense Larry King, “Mi primera regla para conversar es ésta: mientras hablo, no aprendo nada”. Lo cierto es que escuchar siempre resulta más ventajoso que perder el tiempo hablando de tus logros o de lo que ya sabes, además de que supone un gasto de energía que puede acabar debilitando a todo el mundo.
No pierdas de vista que tu opinión no es más que eso: una opinión, un punto de vista, al igual que el de la a persona. En las discusiones, deja de imponer tus razones y céntrate en prestar atención a las posibles maneras de solucionarlo, lo cual incluye escuchar las razones de la otra persona.


ALGUNOS EJERCICIOS PARA DESARROLLAR LOS MÚSCULOS DE LA AMABILIDAD.

 

1. Endulza la vida de los demás.
Ten siempre a mano, en tu casa o en tu lugar de trabajo, una caja o bandeja con algunos chocolates, bombones, caramelos de miel, frutas endulzadas o galletitas. (*)
La próxima vez que alguien próximo esté malhumorado o enojado, prueba a darle algunas chocolatinas o caramelos. Se ha demostrado que el triptófano del chocolate permite al cerebro producir serotonina, un compuesto orgánico que provoca sensaciones de bienestar e incluso de euforia y éxtasis. Y la feniletilamina del cacao estimula los centros de placer del cerebro y produce sensaciones de felicidad, incluyendo alegría, atracción y excitación.

(*) Contraindicado en el caso de personas excesivamente golosas y con poca fuerza de voluntad para hacer uso de las golosinas en situaciones puntuales.



2. Ofrécele un cumplido a la persona que más te irrite.
En los diarios de santa Teresa de Ávila la monja cuenta cómo cuando se encontraba con alguna hermana o discípula que la ponía de los nervios, decidía esmerarse aún más por ser amable y solícita con ella, de forma que ella misma empezaba a ver las cosas buenas de la otra a la vez que la monja en cuestión acababa optando por devolverle las buenas maneras.
Si hasta una santa puede perder los estribos con alguien, ¿cómo no te va a pasar a ti?
Pero también puedes aprender a controlar tus reacciones y hasta tus emociones. ¿Cómo?
Piensa en la persona que más te irrite e intenta encontrar algo realmente bueno que puedas decir de ella. Ofrécele ese cumplido a la menor oportunidad que tengas. Repite lo mismo con la segunda persona que más te irrite y con la tercera...

Y no te olvides de esbozar una sonrisa y, si se da el caso, alguna palabra amable cada vez que te cruces con ellas. Finalmente, conseguirás transformar tu pensamiento de aversión por otro de simpatía.

3. Inicia una dieta de belleza interior: la dieta de la verdad.
Tal como escribió Mark Twain, “lo mejor de decir la verdad es que nunca tienes la necesidad de pensar qué vas a decir”. A lo largo del día de hoy intenta decir únicamente la verdad a todos tus interlocutores. No vale exagerar la verdad, embellecerla o transformarla.
Esto no significa que vayas esparciendo a los cuatro vientos “tus verdades” sin que te pregunten, o que seas descortés con las personas. Siempre hay una manera de decir la verdad sin traicionarte a ti mismo y sin herir los sentimientos de los demás. Si tu mirada es considerada y empática, siempre hay un enfoque de “tu” verdad que puede resultar grato a la vez que útil a los oídos de la otra persona. Y no busques justificaciones falsas cuando tengas que decir no; es mejor decir “lo siento mucho pero no me es posible”, sin más explicaciones a recurrir a la mentira (que, por otra parte, te convierte en una persona poco de fiar).


 

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