Y TÚ, ¿SABES DECIR NO?
“No hay mayor esclavitud que decir sí cuando se quiere decir no”, decía Baltasar Gracián. La palabra NO: sirve para poner límites donde no los hay; para dejar las cosas claras si están confusas; y para sentir que tienes, por ti mismo/a, la capacidad de elegir. ¿Te parece poco?
Con gran sentido del humor y unas gotas de ironía, la protagonista de la nueva novela de Regina Román “Quiérome mucho (Versátil)”, que ya va por su tercera edición, se presenta al mundo con un montón de “síes” en su bolso. Y es que algunos no saben decirle que no a nada… Pero, ¿sabes adónde conduce este asentimiento continuo? Quizá, a que todo el mundo piense que vas a estar a su disposición para cuando ellos quieran: amigos, familia, pareja, etc. ¿Y tú?, ¿En qué lugar de la cola te quedas?, ¿En el último…? Creo que ese no es tu sitio. Veamos lo que nos dice Román sobre los problemas de no saber decir que no.
¿Por qué no es bueno decir que sí a todo? En primer lugar, porque no todo nos favorece. Los caprichos ajenos, a veces a corto o medio plazo, nos perjudican y hay que pensar en las consecuencias de lanzarse a ciegas a satisfacer las necesidades de otro. En segundo lugar, porque decir SÍ siempre, convierte nuestra “servicialidad” en “servilismo; nuestro “detalle de atención” en “obligación”. No es conveniente dar la sensación de que siempre estamos dispuestos, de que siempre podrán acudir a nosotros par que les saquemos las castañas del fuego, porque acabarán no respetándonos.
Algunas personas no saben decir NO. ¿Por qué? Porque temen que, al decirlo, dejen de quererlos; porque necesitan agradar a todos siempre; porque su carácter débil les impide reaccionar al avasallamiento y al abuso… Hay más de un motivo. Marina Valdemorillos, la protagonista de “Quiérome mucho” los reúne casi todos.
Y yo te pregunto: ¿Temes dañar a alguien si dices NO? La mayoría de las veces, no podemos decirlo porque tenemos miedo a hacer daño, a defraudar, a decepcionar, y a las consecuencias, las cuales, suponemos e imaginamos terribles. Sin embargo, si decimos sí a todo, nos ocurre lo contrario, que nos decepcionamos a nosotros mismos, nos desgastamos, nos cansamos, y el círculo vicioso sigue rodando sin parar… Supongo que para aprender a decir NO, se necesita práctica, como para casi todo en la vida. Si practicamos moviendo repetidamente un músculo para fortalecerlo, de igual manera tenemos que fortalecer la determinación y la toma de decisiones por nosotros mismos. Esto significa atreverse a negarse, de cuando en cuando.
¿Crees que el humor es importante en la vida? Desdramatizar es clave para resolver conflictos. La excesiva seriedad conduce a la rigidez y al negativismo. Impide que las soluciones afloren con naturalidad. Tomarse las cosas con sentido del humor es francamente SALUDABLE.
¿Cómo podemos ponernos en nuestro sitio con quien es necesario hacerlo? Lo de contar hasta diez, funciona. Y no sólo antes de lanzar un puñetazo. Quiero decir que no podemos pasar de un extremo al otro, ir con las escopetas montadas y adivinar maledicencia o abuso en cualquier solicitud que nos hagan. Hay que analizar lo que nos dicen y la intención. Si hay dudas, preguntar para no cometer una injusticia con quien no lo merece, y una vez claro que se están aprovechando, negarse a pasar por el aro. No es necesario montar un gran número ni elevar la voz, ni siquiera alardear de un carácter fuerte. Se puede decir NO, alto, claro, terminante y con una sonrisa.
Una sugerencia: Practica mirándote al espejo. Di NO. Verás que después de unas cuantas repeticiones, ya no te suena tan contundente ni beligerante. Pues, como decía Séneca: “Lo que has de decir, antes de decirlo a otro, dítelo a ti mismo.”
Mar Cantero Sánchez
Escritora, coach y asesora literaria
www.marcanterosanchez.com
