• La persona repugnante - mente competitiva (¿sin saber por qué, la evita?)
Aparentemente puede parecer alguien normal, incluso muy competente, pero cuando usted se aproxima a ella lo suficiente y comparte un tiempo a su lado, se siente cada vez peor. Un desosiego inconcreto le invade, hasta convertirse en desanimo difuso, y finalmente, un agudo decaimiento general que le lastra. No acierta a adivinar por qué y para colmo, puede que sea ese propio malestar lo que le reste la energía requerida para planteárselo . ¿Está usted bajo la influencia de una persona repugnante?
Estas personas se caracterizan por una necesidad enfermiza de confirmar que son las mejores en todo y siempre. Deben demostrar continuamente que "superan a todo el mundo en cualquier cosa". Para lo cual, desmerecen de un modo más o menos tácito cualquier detalle que demuestre la valía ajena. Los demás, aunque ella lo calle, son sus rivales y cualquier momento es para ella una competición; una batalla en la que requiere que el otro pierda, para ganar ellas. Por esto, nuestra persona resulta re-pugnante, porque la coexistencia a su lado se hace asfixiante .
Su conducta puede y aparenta ser voluntariosa e incluso de amable tras lo cual yace un mensaje tácito y machacón: ella pretende mostrarse superior, mucho, siempre, en todo. Con esto, va minando el espacio de quienes están a su lado hasta desmoralizarles a cerca de sus propias posibilidades. El resultado es que el afectado por la cercanía de la persona repugnante tiende a "distanciarse" en la mayoría de los casos, en la medida de lo posible procurará "evitar la rivalidad" y cómo a su lado está es garantizada, lo que hará será poner tierra por medio, si puede.
¿Cómo reconocer a la persona con este repugnante carácter? Algunos signos habituales que suelen mostrar la persona repugnante:
• Busca afanosamente el reconocimiento ajeno, aunque lo niegue verbalmente; con lo cual tiende a una solicitud, o dadivosidad ante los demás que intuimos falsas o manipuladoras. Como lo que le mueve a sus buenas acciones es la intención de demostrarse superior, quién recibe sus favores, lejos de sentir genuino agradecimiento, lo que nota es un ambiguo cóctel de inseguridad y suerte ocasional.
• Resalta la enorme "incongruencia" existente entre su aparente proactividad y sus escasas amistades genuinas. Cuando las conoces tiendes a pensar que serán mucho más solicitadas y populares de lo que luego compruebas que son. Ello se debe a que tras su barniz de persona "diligente" hay alguien dominante y quisquilloso.
• Sus más allegados en la vida cotidiana, al superar la media edad son práctica y exclusivamente miembros del otro sexo. Debido a que establecen luchas tácitas y constantes por derrocar el mérito de quién tienen al lado y desmantelar cualquier tipo de reconocimiento destinado a otros, las personas de su mismo sexo se sienten "ahogadas" en su proximidad. Ello deriva en que solo las puedan soportar aquellas que disponen de áreas de ejecución a las que nuestra repugnante no accede, como son por naturaleza las del otro sexo.
• Tras una sesión intensa en su compañía las personas se sienten decaídas, desanimas... tristes, flojas, pesimistas... tal como si hubieran estado confinadas en un espacio poco oxigenado. Este efecto se acentúa si se está con la persona repugnante a solas y en continuidad , por ejemplo muchas horas seguidas a su lado, generan nuestras ganas de poner distancia. Aunque resulta difícil explicar por qué su cercanía o proximidad nos resulta extenuante, en todos los campos en todas las cosas siempre, dicha persona ha de salirse con la suya, vencer , dominar y quedarse todos los méritos.
• Cuando saben hacer algo que quién les acompaña ignora, jamás comparten su experiencia para que los demás logren a su vez desempeñarse y destacar. Por el contrario, evitan activamente cualquier logro de autonomía ajena.
• Suelen reaccionar de modo despectivo o burlón cuando un tercero demuestra una cualidad o mérito. A su lado sentimos cómo le molesta enormemente que otra persona sobresalga y tenga éxito en cualquier ámbito; se siente para sus adentros "contrincante".
• Por su anhelo en "ganar" destaca a la hora de conseguir resultados ventajosos, si no es en el ámbito de trabajo, se volcará en otras lides como las deportivas para, esencialmente, "derrotar" al resto.
• Acostumbra a ser dominante y al mismo tiempo manipuladora: Como que controlar y mandar a los otros implica ser "menos tolerante" y ella ha de ser "más en todo lo bueno", normalmente disfraza su discurso de un "voluntarismo sentimentaloide". (Dará razones del tipo: "Es por tu bien", "Todo lo que hago por vosotros", "Suerte que yo me ocupo de esta pobre persona...", etc.)
• Normalmente, dispone de unos pocos que entiende cómo "lo suyos". Con ellos despliega una suerte de dominancia corporativa: los defiende igual que a si misma pues son "su tripulación" y por tanto sostiene que ellos tampoco pueden fracasar en nada. La persona repugnante protege a este grupo de acólitos, al precio de mantenerse ellos siempre en un nutrido segundo lugar.
Si conocemos una de estas personas por sabiduría innata presentimos que es mal asunto su cercanía, pues implica rivalidad, algo incómodo, eventualmente inútil y - para colmo - dadas estas circunstancias, una lucha sin tregua ni cuartel.
En cualquier caso, la persona repugnante - como su nombre indica - nos propulsa fuera de su cercanía, para regocijo de nuestro instinto que sabe bien cómo "Una retirada a tiempo es a veces la mejor victoria".