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 LA DIFÍCIL DECISIÓN DE DECIR ADIÓS



Octubre 24, 2013, 06:27:56 am
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Desconectado Francisco de Sales

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LA DIFÍCIL DECISIÓN DE DECIR ADIÓS
« en: Octubre 24, 2013, 06:27:56 am »

LA DIFÍCIL DECISIÓN DE TENER QUE DECIR ADIÓS
por Lic. Teresa Gonzalez


Escuchemos la confesión de uno de mis pacientes. Es útil conocerla porque es otro ejemplo que nos demuestra lo difícil que es a veces terminar con una relación sentimental por más nociva que ésta sea:
"No estaba seguro de si debía cortar con mi pareja o no. Por momentos me parecía que la relación era insostenible, por momentos me hacía la ilusión de que todo podía cambiar. Ahora advierto que esperé demasiado tiempo. Reconozco dos cosas: que no me animaba a romper pero, principalmente, que me faltaba seguridad. Viví muchos años con ella, haciéndome la misma pregunta: ¿Se justifica que la deje; es tiempo de que ya lo haga? ¿No será mejor esperar? Ahora que mi situación cambió para bien gracias a que me decidí a abandonarla, vuelvo sobre el pasado y a veces me reprocho por haber esperado tanto. Finalmente acepto aquellos titubeos: eran el resultado de mis ingenuas esperanzas y de mi debilidad psicológica, y porque todavía no había logrado afirmar la fortaleza que tengo hoy."

Cuando este paciente vino a mi consultorio para pedirme ayuda, estaba realmente deprimido y desorientado. La angustia que le provocaba persistir con una relación desdichada se sumaba a la angustia que le producía terminar con ella. Algunos meses de tratamiento y apoyo fueron suficientes en principio para que empezara por sentirse más fortalecido y con mayor confianza en sí mismo. Como consecuencia de ello, y algún tiempo después, pudo ver con más claridad cuál era el mejor camino. Finalmente logró decidirse y cortó.

Mi paciente pudo lograrlo gracias a los cambios que imprimió a su vida. Pues sucede que si necesitamos modificar una situación externa a nosotros, jamás lo lograremos si no nos animamos a cambiar internamente. Él no podía cortar porque se resistía a modificar las cosas: le resultaba más cómodo, más tranquilizador, dejar todo como estaba. Fundamentalmente su propia vida. Desdichadamente esa tranquilidad y comodidad eran aparentes, sólo le servían para negarse a cambiar. Porque cambiar también produce temor.

Cambiar, para él, significaba pasar a una vida más digna y feliz, significaba mejorar. Y el pretender mejorar puede producir culpa.
Quizá cueste aceptar que la sola idea de mejorar pueda culpabilizar a alguien hasta dejarlo inmovilizado. No resulta tan incomprensible si aceptamos que mejorar significa cambiar, y que cambiar implica abandonar muchas cosas, por ejemplo el pasado.

Y existe otro componente: hay gente que no se cree merecedora de ser feliz. Ya sea porque está rodeado de personas a las que ve sufrir y con las que se identifica sin lograr diferenciarse de ellas, o porque crea que siendo feliz perjudicará a los demás.

GUÍA PARA ORIENTARNOS MEJOR

La relación de pareja exige un trabajo permanente para cuidarla y protegerla; aun cuando haya verdadero amor entre dos personas.

Eso que se dice muchas veces acerca de que se necesita comprensión y tolerancia, es una gran verdad. Comprensión y tolerancia para entenderse y sostenerse mutuamente, para poder ayudarse. Cosa muy distinta es tratar de hacer perdurable una relación dañina y sin futuro.

Ahora bien: cuando alguien está por tomar una decisión determinada, y cree que esa será la mejor y más beneficiosa, es porque ha llegado a ciertas conclusiones que así se lo certifican. Las decisiones en el campo del amor, al estar teñida por afectos tan fuertes y pasiones tan profundas, no siempre pueden ser analizadas con frialdad y certeza. Por eso me parece útil exponer algunos ejemplos que permiten advertir cuál puede ser nuestra situación y qué conviene tener presente cuando alguien considera que debe terminar con su pareja:

Advertir oportunamente que la relación empeora o se estanca para mal: cuanto más se insista en mantenerla y más tiempo se la intente hacer perdurar, más se afirmarán sus defectos, peores serán las consecuencias y más fuertes se volverán las ataduras.

Saber cortar en el momento justo significa algo importantísimo: que realmente hemos recuperado o fortalecido la autoestima.

Estar convencido de lo siguiente: que pese a la tristeza y nostalgia que temporalmente sintamos por lo que dejamos atrás, estamos haciendo lo mejor, no sólo para uno sino para la persona con quien cortamos.

Tener la certeza de que cortamos para no repetir: ello implica reconocer que estuvimos viviendo equivocados, que la vida nos ha enseñado cosas y que la deuda que tenemos es principalmente con nosotros mismos, como es la de superar limitaciones, defectos y errores.

No cerrarse a los clamores de la voz interior: con mayor o menor claridad, los integrantes de una pareja saben, aunque no lo confiesen a los demás, si esa relación es buena, mala o regular. El temor que nos puede producir la sola idea de separarnos, ya sea porque nos asusta el quedarnos solos o porque suponemos que podríamos producir un daño irreparable a nosotros mismos o a nuestra pareja, hace que muchas veces no queramos aceptar lo evidente. Ya no se trata entonces de confesárselo o no a los demás; es a nosotros mismos a quienes pretendemos ocultar los hechos. Y así, la desdicha y nuestra desazón aumentarán y el encierro será cada vez mayor.
No estirar las cosas; decir adiós a tiempo: si pudiéramos evitar que nuestra pésima relación de pareja se incremente hasta volverse irreversible y desgraciada, ¡cuánto haríamos a favor de nuestra salud! ¡cuántos dramas evitaríamos para nosotros y para los demás!
Reflexionar sobre las causas que pudieron hacer fracasar la relación: a veces nos enamoramos y no sabemos por qué. Alguien nos hace "perder la cabeza" y, enceguecidos, nos entregamos de cuerpo y alma a esa persona. Son muchos los factores que intervienen en un enamoramiento, pero habrá que preguntarse si lo nuestro fue enamorarnos de un ser humano o de un "prototipo". El tono de voz, un color de ojos, la manera de caminar o de sonreír, ciertas posturas estereotipadas, un simple corte de cabello, pueden ser los desencadenantes que estimulan esa clase de enamoramiento explosivo. Se debe a que hay características que asociamos con las de alguien que en el ayer fue muy importante para nosotros y por quien llegamos a sentir fuerte atracción, aun sin darnos cuenta del todo y sin que hoy siquiera lo tengamos presente. Esos "prototipos" se alojan en nuestra mente y quedan fijados. No siempre tomamos conciencia de esa permanencia. Pero al enamorarnos de una imagen, de un pasado, por decirlo así, estamos hipotecando nuestro corazón al servicio de una fantasía.
Y las fantasías, cuando las tomamos por realidad, no conducen a un buen final.

http://www.mantra.com.ar/contconducta/adios.html

 

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