OPORTUNIDADES PERDIDAS Y ERRORES DEL PASADO
Ana Muñoz
Si miramos atrás en nuestras vidas, es posible que nos encontremos con oportunidades perdidas que lamentamos haber dejado pasar o errores que dieron lugar a la pérdida de algo o alguien importante para nosotros.
Desgraciadamente, la vida no viene con un manual de instrucciones que nos explique cuál es la mejor “jugada” en cada momento y tampoco la controlamos tanto como queremos creer (o quieren hacernos creer).
Determinados acontecimiento o situaciones que se dan sin que los busquemos, la influencia de otras personas, o ciertos impedimentos de cualquier tipo, se levantan en nuestro camino y nos obligan a detenernos, a tomar otro rumbo o a hacer algo diferente de lo que deseábamos en un principio, o bien nos confunden, nos crean dudas, nos bloquean. Todo eso puede hacer que cometamos un error y dejemos pasar una oportunidad importante que cambia el rumbo de nuestras vidas para siempre.
Aún así, no sabemos con seguridad si ese cambio ha sido para bien o para mal. Tal vez aceptas un trabajo en otra ciudad u otro país, lejos de tu familia y de tu gente y, al llegar, empiezas a pensar que te has equivocado, que ha sido un tremendo error. Pero, ¿lo ha sido realmente? Tal vez si estás todo el rato pensando que ha sido un error y lamentándote, no le des una oportunidad a la vida para mostrarte lo bueno que esa nueva situación puede ofrecerte.
Al fin y al cabo, nunca podemos estar seguros de cuál es la decisión acertada porque no podemos vivir ambas opciones al mismo tiempo. Tan solo hacemos una elección y seguimos un camino. ¿Qué habría pasado de haber elegido la otra opción? Incluso aunque la decisión que tomaste parezca equivocada, no sabes si la otra opción habría sido mejor. O si habría sido mejor al principio, pero luego habría acabado horriblemente mal. Por este motivo, no tiene sentido lamentarnos de las decisiones que tomamos en la vida.
Incluso una decisión que parece llevarnos a un resultado muy doloroso y negativo, puede aportarnos o enseñarnos una lección valiosa que nos cambia, que acaba con algún defecto de nuestro carácter (aunque lo haga de manera brusca y dolorosa), nos hace ver el mundo de otra manera o nos enseña a relacionarnos con los demás de un modo mejor.
Por tanto, en vez de lamentarnos pensando que nos hemos equivocado, es preferible aceptar lo que la vida nos trae en cada momento y tratar de sacar el mejor provecho de ello, sea lo que sea, teniendo presente que la esencia de la vida es la impermanencia; es decir, nada existe para siempre; todo pasa, tanto lo malo como lo bueno, y llegan cosas nuevas en su lugar continuamente, al igual que nosotros vamos cambiando con el paso de los años, por dentro y por fuera.
Lo que parecía un error, puede no serlo; lo que parecía un gran acierto, puede volverse contra nosotros y acabar en lágrimas. No lo sabemos; lo único que sabemos es lo que la vida nos está dando ahora, en el momento presente, y lo mejor que podemos hacer es tratar de sacar el mejor partido posible de nuestra situación y no olvidar que, a veces, lo que parece algo malo, es lo que necesitamos para crecer y evolucionar.
Para aclararte un poco puedes preguntarte:
¿A qué lugar de ti te lleva tu situación actual?
¿Qué partes de ti desconocidas te muestra?
¿Qué cambios está causando en ti, para bien y para mal?
¿Te están ayudando esos cambios a evolucionar, a conocerte mejor, a pulir defectos, a ser mejor con los demás o contigo mismo?
¿Qué hay de bueno en lo que parece malo y qué hay de malo en lo que parece bueno?
Tal vez no siempre podemos controlar lo que nos trae la vida, pero aún podemos controlar lo que hacemos con ello, cómo reaccionamos, si le sacamos provecho y si sabemos ver lo bueno oculto tras lo malo.
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