EL GUIÓN DE VIDA
El Dr. Eric Berne (1910-1970), médico psiquiatra canadiense, fue el fundador y creador inicial del Análisis Transaccional (A.T.). El A.T. es una teoría de la personalidad, de la comunicación y de las relaciones humanas que brinda potentes herramientas psicoterapéuticas para el crecimiento y el cambio personal u organizativo. La filosofía del A.T., parte de la premisa de que todo ser humano es esencialmente positivo y tiene un potencial a desarrollar. Teniendo en cuenta esta premisa, toda persona puede hacer uso del conjunto de herramientas que le brinda el A.T. para desarrollar su capacidad de consciencia, intimidad y espontaneidad.
Eric Berne observó que todas las personas a las que acompañaba en su proceso de terapia psicológica actuaban siguiendo lo que él denominó un “guión de vida”, que es como el argumento prestablecido de una obra dramática que la persona se siente obligada a representar, independientemente de si se identifica o no con su personaje. Y es que cuando uno está representando un guión lo que está haciendo es actuar según la definición del personaje que ha sido escrita por otro. Según las investigaciones llevadas a cabo por Eric Berne a lo largo de toda su experiencia profesional como psicoterapeuta, el guión de vida lo establece el niño durante su infancia, bajo la influencia sobre todo de sus padres y otras figuras parentales. Dicho guión se va reforzando por las diferentes experiencias y acontecimientos que el niño va viviendo a medida que crece.
Afortunadamente, la investigación muestra que los guiones no están cerrados, sino que pueden ser modificados. Y lo que es más importante, ese cambio de guión se realiza cuando el nuevo guionista decide ser uno mismo, reescribiendo el guión a su modo a partir de un progresivo proceso de toma de conciencia de cuáles son los elementos que condicionan y a la vez, de cuáles son los deseos legítimos según los que la persona quiere vivir su vida.
Según Berne, un guión es un plan de vida que contiene lo más significativo de lo que le va a suceder a una persona. No se trata de un destino determinado por los dioses, sino que tiene su origen en los comienzos de la vida, en la infancia, en las tempranas decisiones que toma una persona joven para adaptarse y sobrevivir en su entorno y que quedan instaladas como un programa que conduce a la persona en el futuro y de manera inconsciente salvo que ésta decida tomar consciencia de las creencias y decisiones inconscientes que gobiernan. El guión de vida, por lo tanto, se basa en las decisiones tomadas en la infancia, con la información y recursos disponibles en ese momento y que dan lugar a la creación de una cierta posición, esperanzas y curso de la vida. Éstas son, en su momento, una solución aparentemente razonable para la situación existencial en la que se encuentra el niño.
Probablemente, la mejor manera de resumir lo que pensaba el Dr. Berne se encuentra en el siguiente aforismo, que repetía a menudo: “Las personas nacen príncipes y princesas hasta que sus padres les convierten en ranas”. Eric Berne sostenía que en una situación en la que el joven no esté bajo presión, las decisiones importantes acerca de la vida no deberían tomarse antes de la adolescencia, pero el guión de vida es el resultado de un conjunto de decisiones prematuras y forzadas ya que han sido tomadas bajo presión y mucho antes de lo que es debido.
Dado que es en la infancia más tierna cuando se establecen las bases de la famosa autoestima, del valor propio y del valor de los demás, se trata de tomar conciencia de cuáles son los elementos de ese guión, entre los cuáles cabe destacar los siguientes elementos:
- Los mandatos: el mandato, o “la maldición” utilizando la terminología de los cuentos de hadas, hacen referencia a las prohibiciones o inhibiciones en el comportamiento del niño. Siempre se refieren a la negación de una actividad y están en relación directa con los deseos, temores o enojos de las figuras parentales. Los mandatos varían según la intensidad, la zona de restricción y el daño que pueden causar. Pueden ir desde un “no vivas”, hasta un “no seas tú mismo”, pasando por un “no pertenezcas”, “no lo logres”, “no sientas” o “no pienses”. Según Berne, los mandatos son los mensajes que llegan al niño (principalmente de forma no verbal) a base de ser repetidos día tras día por sus padres o por las personas que tienen una fuerte influencia emocional en él, o excepcionalmente a causa de una circunstancia vivida como dramática. La lista de mandatos de los que podemos ser objeto es sumamente extensa y, debido a su importancia, escribiremos sobre su generación y resolución en un próximo artículo.
- Un segundo elemento importante a la hora de construir el guión de vida son las atribuciones. Como su nombre indica, una atribución le dice al niño lo que debe hacer o lo que debe ser. A diferencia de los mandatos, que son de naturaleza limitante, las atribuciones cargan al pequeño con aquello que se espera o desea que sea. También, como en el caso de los mandatos, la posible lista de atribuciones es ilimitada: “eres como tu tío”, “eres igual que el abuelo”, “eres… bueno, malo, listo, torpe, sano, frágil, especial, distinto, tremendo, etc.” Etiquetas que, a base de repetición, se pueden colgar en la mochila que moldea y construye la plástica y flexible identidad de un pequeño que busca ser amado, protegido y reconocido.
Una revisión del guión de vida implica analizar diferentes dimensiones de la existencia relacionadas con el deseo, las creencias, las elecciones y las vocaciones. Por ello, el trabajo no es rápido ni sencillo, ya que abordar según qué dimensiones del recuerdo así como revisar los significados otorgados a las circunstancias y personas del pasado y del presente requiere un trabajo sistemático basado en el coraje, la paciencia y un profundo deseo de cambio. Todo ello para redefinir la propia identidad, si cabe, así como las creencias y los permisos que nos acompañan en relación con las cuestiones más importantes de la vida: la pareja, el sexo, la religión, la vocación, la política, el placer, la prosperidad, etc.
El futuro de cada ser humano depende de muchas cosas, pero no conviene obviar la propia responsabilidad como uno de los factores, por no decir el factor, de mayor importancia. Esa responsabilidad se expresa en la voluntad y capacidad de generar cambios en uno mismo y en las propias circunstancias. Y, sobre todo, en la determinación para asumir la dirección de la propia vida realizando los cambios y renuncias que sean necesarios para ello. Porque quizás la consecución de la verdadera libertad llega cuando somos capaces de renunciar a lo que somos en favor de lo que podemos llegar a ser, es decir, cuando asumimos el reto de escribir y vivir nuestro propio guión de vida.
PD. Entre la abundante bibliografía que gira alrededor del Análisis Transaccional y al estudio de los Guiones de Vida, quizás la obra de Claude M. Steiner, titulada “Los guiones que vivimos” y editada por Kairós, es una de las referencias fundamentales. Es una de las más completas, apasionantes y recomendables sobre la materia. Una lectura que no deja indiferente e invita a la reflexión sobre el propio guión de vida.
Álex Rovira