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 CHANTAJE EMOCIONAL



Enero 15, 2014, 06:12:29 am
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CHANTAJE EMOCIONAL
« en: Enero 15, 2014, 06:12:29 am »
CHANTAJE EMOCIONAL

 

El chantaje emocional es una forma de manipulación muy poderosa, en la cual personas afectivamente cercanas nos amenazan, directa o indirectamente, con castigarnos de alguna manera si no hacemos lo que ellos quieren.

Sabemos que nos sentimos frustrados y resentidos, y que hemos renunciado a nuestro deseo por satisfacer a otra persona.
El chantajista tiene una gran habilidad para enmascarar la presión que ejerce sobre nosotros, y a menudo, la recibimos en forma tal que hace que nos cuestionemos nuestra propia percepción de lo que está ocurriendo.
Además, suele haber un gran abismo entre lo que nuestro chantajista hace, y la forma cariñosa y llena de amor con que lleva a cabo esas acciones frente a nosotros.

Por eso, nos sentimos confusos, desorientados y resentidos.
Son personas que utilizan ese comportamiento para obtener una sensación de seguridad y control, operan siempre a partir de un alto grado de temor e inseguridad.

El precio que pagamos cuando cedemos al chantaje emocional es enorme. Los comentarios y actitudes del chantajista nos hacen sentir desequilibrados, avergonzados y culpables.

Nuestra autoestima se va erosionando. Junto con nuestra integridad, perdemos la brújula interior que nos ayuda a determinar cuáles deberían ser nuestros valores y nuestra conducta.

Cuando convivimos con él, el chantaje emocional nos carcome y se expande hasta dañar en lo más hondo la relación en si, y nuestra propia autoestima.

Se puede estar muy enojado con alguien sin por eso maltratarlo y manipularlo emocionalmente. Los desacuerdos, hasta los más intensos, no tienen porqué ser mezclados con insultos, amenazas o juicios negativos.
En cambio, si el objetivo fundamental de alguien es, simplemente, ganar la partida, hará lo siguiente:

- Tratará de dominarlo

- Ignorará sus protestas

- Insistirá en que su carácter y sus motivos son superiores a los de usted

- Evitará asumir su parte de responsabilidad en el conflicto surgido entre los dos.

Cuando observe que otros tratan de imponer su voluntad independientemente del costo que ello representa para usted, no dude de que se encuentra frente al comportamiento básico de un chantajista emocional.

Es como si no tuviéramos permiso para cambiar, estamos congelados.
No hay equilibrio de poder, conservar el amor del chantajista depende cada vez más de hacer lo que él quiere.

En el fragor del chantaje emocional, el castigador parece olvidar los sentimientos de su víctima y volverse incapaz de analizar su propia conducta. Cree que lo que hace es correcto, y que lo asiste todo el derecho del mundo a exigir lo que exige. Enfrentar a un castigador puede requerir una enorme fortaleza interior, pero no es imposible. Es cuestión de decir, y demostrar, que uno no seguirá aceptando el chantaje.

El autocastigador- Este es un individuo excesivamente necesitado de afecto, muy dependiente, que no asume su responsabilidad por su propia vida. Todas sus dificultades, reales o imaginarias, son culpa del otro. Mientras que el castigador convierte a su víctima en un niño dependiente, el autocastigador pone a su víctima en el papel de adulto protector…el único adulto en la relación. Somos quienes los pueden salvar de ellos mismos, rescatarlos de su des-validez y proteger su fragilidad.

No existen fronteras demarcadas claramente entre los distintos tipos de chantaje, y muchos chantajistas combinan o utilizan más de un tipo.
Todos sentimos una serie de grandes y pequeños miedos.

Todos tenemos obligaciones y responsabilidades, y todos vivimos con una cierta cuota de culpa. Estas emociones son inherentes a la vida, y por lo general aprendemos a vivir con ellas sin que nos abrumen o nos paralicen. Pero el chantajista sube el volumen de estos sentimientos, aturdiéndonos hasta que nos sentimos tan incómodos que estamos dispuestos a hacer cualquier cosa –incluso en contra de nuestros propios intereses- con tal de bajar esas emociones a un nivel más tolerable.

El chantajista emocional construye su estrategia consciente e inconsciente en base a la información que nosotros le suministramos acerca de lo que nos causa miedo, nos genera obligación o culpa.

La tergiversación- El chantajista ve nuestros conflictos como un reflejo de lo equivocados y desubicados que estamos, a la vez que se describe a sí mismo como comprensivo y bienintencionado, nosotros somos los malos de la película, y ellos son los héroes.

El chantajista es un maestro en eso de mostrar a su víctima como motivada, en el mejor de los casos, por intenciones y actitudes dudosas, nos hace saber que lo que él quiere es más adecuado, más amplio o más maduro. Es lo mejor.

Al mismo tiempo nos tildan de egoístas, malos, inmaduros, desagradecidos o débiles de carácter. Cualquier resistencia de nuestra parte es transformada, y en lugar de ser expresión de nuestras necesidades, pasa a ser una evidencia de nuestras fallas.

Quienes utilizan esa arma contra nosotros, pueden anular nuestra seguridad interior y nuestro aplomo muy rápidamente, ya que nos convierten en “malos”.

“Me has herido”. “Me has desilusionado”.

Algunos chantajistas dicen que nos resistimos a sus exigencias, sólo porque estamos enfermos o locos. Así nos califican de histéricos, neuróticos, perversos, o discapacitados emocionales. Dado que este tipo de experiencia puede llegar a aniquilar nuestra sensación de identidad y nuestra autoconfianza, es una herramienta particularmente tóxica…y eficaz.

Cuando los intentos de chantaje de tipo individual no surten efecto, muchos chantajistas emocionales piden ayuda, involucrando a otras personas- parientes, amigos- que los ayude a defender su causa. Suelen recurrir a personas de las que saben que la víctima respeta y aprecia, y ante un frente tan compacto, la víctima termina por sentirse indefensa.
- Cuando se recurre a una instancia superior: “Mi analista dice que tu actitud es muy agresiva”, “En un curso que hice me dijeron que…”, “Leí un artículo que decía…”


 
El chantajista recurre a una increíble variedad de fuentes- citas, comentarios, enseñanzas, escritos- e insistirá en convencernos de que hay una sola verdad: la que ellos postulan.

EL MUNDO INTERNO DEL CHANTAJISTA EMOCIONAL

Es un sujeto que detesta sentirse perdedor. No le importan las reglas del juego; lo importante es no perder. No le importa conservar la confianza del otro, respetar sus sentimientos o jugar limpio. Las reglas básicas que permiten un intercambio afectivo sano y honesto, son echadas al viento.
El chantajista emocional no tolera la frustración de un “no”. Si bien se muestra como una persona común y a veces es un individuo altamente eficiente en muchos aspectos, el chantajista ve la resistencia a sus deseos como el síntoma de algo mucho más grave.

-A nadie le importa lo que yo quiero

-No soporto perder algo que quiero

-Siempre termino perdiendo y a nadie le importa

Con estos pensamientos rondando en su cabeza, el chantajista cree que no tiene ninguna posibilidad de obtener lo que quiere, a no ser que utilice armas muy eficaces.

Estas convicciones tienen su origen en una larga historia de angustia e inseguridad, y el chantaje emocional es la única forma que la persona encuentra para manejarse en un mundo en el que no confía, ese mundo que, según ella, le robará lo que ama.

Muchas veces ocurre que quienes han sufrido alguna gran privación o pérdida en su infancia se vuelven excesivamente dependientes cuando llegan a la edad adulta, a fin de evitar el rechazo, el abandono o el ser ignorados.

Las probabilidades de que se produzca un chantaje emocional se incrementan dramáticamente en el curso de crisis, como una separación o divorcio, la pérdida del trabajo, en una enfermedad o retiro laboral, ya que esas situaciones socavan la autoestima del chantajista emocional.
Todos los chantajistas focalizan su atención casi por completo en sus propias necesidades y deseos.

Pueden ser como aplanadoras cuando uno no cumple con sus pretensiones: se convierten en seres inescrupulosos. Un amor que es tan ciego frente a los sentimientos de la persona que supuestamente aman, valoran o aprecian, casi no es amor.

En su intento de demostrar lo justo y razonable de sus exigencias, denigra el carácter y cuestiona las motivaciones del otro en cuestión. Procuran ahogarnos en un mar de culpa. El castigador no se ve como tal, sino como alguien que mantiene el orden, o controla con mano firme que las cosas vayan bien. Si con sus actitudes alguien sale lastimado, mala suerte. El fin justifica los medios.
Muchos castigadores se consideran víctimas.
Cuando más abusador sea el chantajista, más tergiversa la realidad, magnifican los dolores que sienten y los ayudan a justificar sus agresiones, que consideran la lógica defensa contra nuestra supuesta intención de contrariarlos deliberadamente.

El castigo también permite al chantajista asumir una posición activa y agresiva, que los hace sentir poderosos e invulnerables. Constituye una forma muy eficaz de tranquilizarse frente a lo que perciben como una amenaza a ser privados de algo.

Los chantajistas más castigadores son aquellos que temen perder a alguien importante en su vida a causa de una separación, o divorcio, o desavenencia seria en una relación.

La desvalorización de una persona es una táctica empleada con mucha frecuencia. Le permite al chantajista disimular sus verdaderos sentimientos de pérdida. Pero, al hacer eso, le envía a la otra persona mensajes ambivalentes:” No sirves para nada, pero voy a hacer lo imposible por retenerte”, cosa que ilustra, una vez más, su grado de desesperación.

Lo más valioso que nos ha enseñado este “tour” por la psiquis del chantajista es que el chantaje emocional, que parece que tiene que ver con usted, y que usted percibe como una agresión hacia su persona, la mayor parte de las veces no tiene que ver con usted, sino que proviene de la inseguridad interna del castigador.
Gran parte de las acusaciones, tergiversaciones, y actitudes castigadoras que nos hicieron sentir tan mal, se originan en el miedo, la angustia y la inseguridad que residen en el chantajista.
Esto no quiere decir que la persona objeto de chantaje emocional no desempeñe ningún rol en este proceso, dado que el mismo no podría producirse sin nuestra participación. Es decir, sin nuestro permiso.

Características que nos hacen vulnerables al chantaje emocional:

- Una excesiva necesidad de aprobación

- Un profundo miedo al enojo del otro

- Una gran necesidad de paz, sea cual fuere su precio

- Una tendencia a asumir demasiada responsabilidad por la vida de los demás

- Un alto nivel de inseguridad con respecto a nuestro valor y capacidad
El chantaje emocional nos priva de una de nuestras posesiones más preciadas: nuestra integridad.

¿Cómo se percibe la integridad?

- Defendiendo las cosas en las que creo
- No permitiendo que el miedo domine mi vida
- Encarando a las personas que me han herido
- Definiendo quién soy yo, en lugar de permitir que otros me definan
- Cumpliendo con las promesas que me hago a mí mismo
- No traicionando a otras personas
- Diciendo la verdad

Estas son afirmaciones muy poderosas y cuando reflejan genuinamente nuestra forma de ser y de manejarnos en la vida, brindan una sensación de equilibrio que evita que el estrés y las presiones que constantemente inciden sobre nosotros, nos desvíen de nuestra línea de conducta. Cuando cedemos al chantaje emocional, tachamos uno por uno los items que figuran en esta lista, olvidando qué es lo correcto para nosotros. Y cada vez que lo hacemos, sacrificamos un poco más de nuestra integridad.
Cuando violamos ese sentido esencial de nuestra identidad, perdemos una de las fuerzas rectoras más claras y definidas de nuestra vida, y empezamos a ir a la deriva.

Entonces, se genera un círculo vicioso. Bajo presión hacemos algo que contradice nuestro sentido de la integridad, luego analizamos lo que hicimos, y nos sentimos mal por nuestra conducta. Por tanto esto no hace sino confirmar las afirmaciones de nuestro chantajista: que somos malos o deficientes. En consecuencia, perdemos el respeto por nosotros mismos y nos volvemos más vulnerables aún al chantaje emocional, porque necesitamos desesperadamente la aprobación del chantajista, la cual nos permitirá sentir que no somos tan malos como creíamos.

Susan Forward

 

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