¿HASTA QUE LA MUERTE NOS SEPARE?
“Te amo hoy. Si quieres que te ame mañana, gánatelo.”
Aparte de ese compromiso que uno acepta cuando se casa por el rito de la Iglesia Católica, no hay ninguna otra razón, ni argumento fundado, que explique por qué las relaciones sentimentales tienen que durar “hasta que la muerte nos separe”.
La realidad es que cada uno de los dos componentes de una pareja sentimental, por lógica evolución, y a medida que pasa el tiempo, van a ser distintos de los que comenzaron.
Tendrán nuevas inquietudes, descubrirán cosas anteriormente insospechadas, se darán cuenta de que algunas ya no les producen satisfacciones como antes, la madurez les hará verlas de un modo distinto, y, tal vez, algún desengaño de que la relación –o el otro o la otra- no son como soñaban, les llevarán a ver al otro o la otra con una mirada distinta.
Yo creo que el amor sólo se puede garantizar para el momento presente.
No se puede certificar –aunque sí suponer- para los próximos minutos, así que es una insensatez, un auténtico disparate, y una osadía o inconsciencia tremenda, comprometerse a amar a otra persona “hasta que la muerte nos separe”.
Uno puede suponer que si no hay cambios en la forma de relacionarse, si los sentimientos amorosos no decaen, si no aparecen dudas o distancias entre ambos, si siguen pensando siempre como piensan ahora, si la vida no da un vuelco, si no afectan experiencias trascendentales, si no aparece en la vida otra persona que sea capaz de despertar otro amor más intenso y haga cuestionarse la relación actual… -demasiados “si…”, demasiados condicionantes- entonces se supone, puede que, tal vez, posiblemente, uno pueda decir que seguirá amando “hasta que la muerte nos separe”.
Tal vez sea más sensato comprometerse a amar hasta que se deje de amar.
El compromiso, para que sea una libre elección y no una imposición o la esclavitud a un compromiso, no puede ir más allá de esto: te amo ahora, prometo estar contigo hasta el próximo segundo.
Si uno es consecuente, y honrado, no debe adquirir un compromiso que vaya más allá del enunciado.
En el amor hacia la otra persona interviene, lógicamente, la otra persona. Y si la otra persona deja de ser como era cuando se le conoció, si cambia su actitud, si afloja su atención y cariño, es muy probable que la consecuencia sea el enfriamiento paulatino de los sentimientos, y el cambio por otros menos afectuosos.
Y si hay algo imposible para las personas, es obligar al corazón y a los sentimientos a que sientan lo que no sienten.
La mente es capaz de entender de intereses, de compromisos, de razones analíticas y desalmadas, pero no entiende el inexplicable mundo de los sentimientos y sus motivos.
Uno no se puede obligar a amar, y si ya no ama hay que aceptarlo de ese modo y no pretender llegar a amar por medio de razonamientos en los que el amor o los sentimientos no intervienen.
¿Hasta que la muerte nos separe?
No. Hasta que el amor deje de amar.
Por tanto, hagamos juntos todo lo necesario para que no desaparezca el amor y podamos seguir juntos, libre y amorosamente, hasta que la muerte no separe. Y si no es así, nos separará antes el desamor.
Te dejo con tus reflexiones…
