Os voy a copiar un pequeño texto sobre la muerte que quería compartir con tod@s.
Al igual que un corcho en el agua o un globo en la atmósfera, cada espíritu que deja el cuerpo, se eleva hasta su propio nivel de flotabilidad dentro de las esferas infinitas de los campos de energía de la consciencia. Aquí no hay juicio externo ni coerción divina alguna. Cada ser irradia su esencia y determina así su propio destino. Así, la justicia divina es perfecta.
Sobre las bases de sus propias decisiones, cada espíritu se convierte en lo que ha elegido. Dentro de todas las esferas, existe la elección momento a momento de la realidad absoluta, que está siempre presente, y cuya elección absoluta tiene como resultado la liberación.
De forma análoga podemos decir que el alma, esté o no unida al cuerpo físico, es como una especie de pequeña partícula dentro de un campo electromagnético. Las atracciones y repulsiones de cada partícula dependen de su tamaño, carga, polaridad y posición dentro de un campo mayor, que tiene gradaciones de energía y poder, así como diferentes cualidades ante las cuales la partícula será atraida o repelida. Todas las posibilidades y eventualidades son por lo tanto, un reflejo de consciencia o nivel de evolución de la persona dentro del Todo.
Se trata de algo ineludible, porque la persona es parte esencial del Todo.
Se podría decir que cada nivel de consciencia se representa en el campo como un atractor, como en la teoría del caos.