CÓMO ENCONTRAR LA PAZ INTERIOR
María Pocaterra
Describir una respuesta a esta interrogante es cómo responder “¿cómo lograr el sueño?” Podemos hacer algunas cosas que favorecerán el sueño, como relajarnos, estiramientos o una lectura tranquilizadora. Pero a pesar de todo ello, La mente debe soltar las riendas y permitir a las ondas cerebrales Delta del sueño profundo hacer su trabajo. Hay lo que podríamos llamar un momento de entrega. Y sin darnos cuenta nos sumergimos en un delicioso y rejuvenecedor estado de inconsciencia.
De la misma manera, dar tips de cómo encontrar nuestra paz interior, solo son como señalizaciones en una ruta o sugerencias. Como decía Demóstenes, “yo te ilumino el camino con mi lámpara pero quien debe caminar eres tú.” Podemos dar herramientas cognitivas o espirituales, ritualísticas o de conocimiento, pero la “experiencia de interna paz” solo tú puedes experienciarla.
Además, bueno es aclarar y reconocer, que la “la paz interior” puede y de hecho es así, variar enormemente de persona a persona o de situaciones diversas en que nos encontremos. La variabilidad de un ser humano a otro es infinita. En cada huella dactilar que única hay una carga genética que te hace irrepetible.
No todo momento de “paz interior” está caracterizado por esa sensación de significados eufóricos, donde puedes sentir que flotas en una nube brillante y todo lo que ves y sientes es una bendición que te sumerge en la divinidad. Créanme, adoro esa experiencia pero no es el único matiz de la experiencia de “paz interior”. Además, si somos honestos, tampoco es la más común. Sin embargo, podemos tener esas experiencias con más frecuencia, pero en este momento no es el tema.
Las experiencias de “paz interior cotidianas son sencillas, son tan sencillas que a veces las estamos teniendo y no somos conscientes de ello. Estamos tan mediatizados por el bombardeo publicitario y las rémoras culturales, que a veces creemos que experienciar la “paz interior” es una especie de evento espectacular, lleno de luces de neón y sonidos, tal cual obra musical en Broadway.
La “paz interior” es un hecho a la vez muy simple como fantástico. Pasa cuando miramos a los ojos de los seres amados y sentimos hundirnos en sus pupilas húmedas, en un atardecer que se asienta arropando el horizonte de malvas, dorados y naranjas, relajada contemplando el mar de profundos azules durante unas vacaciones, o reunido con un mejor amigo/a al final del día compartiendo una taza de te. No hay fuegos artificiales, solo una generosa y cálida sensación de estar donde debes estar.
He aprendido que la “paz interior” surge prístina cuando solo estamos, ahí, en el momento, sin resistencias o expectativas. Solo estamos. Y que deliciosa experiencia es.
Tengo tres formas especiales de encontrarme con mi “paz interior” que deseo compartir.
Encontramos ese ágape de “paz interior” cuando nos permitimos simplemente arrojarnos totalmente, sin cortapisas en el infinito presente. Dándole un giro total a la atención, centrada en nuestro “estar aquí”. Estar aquí y ahora y así centrarnos en una forma de total relajación y gratitud por este instante eterno.
Cada uno de estos caminos a la “paz interior” necesita de su propia elucidación, que posteriormente plantearemos, pero me atrevo a adivinar que ustedes que me leen ya han tenido ese momento de “ paz interior” y se sintieron totalmente presentes y agradecidos en ese momento de presencia plena en sus vidas.
Otra forma de encontrar la “paz interior” es cuando vivimos el privilegio de no estar atados al pensamiento. Conocen el trabajo de Katie Byron donde plantea “¿Quién serías y dónde estarías sin tus pensamientos?” La única forma de por momentos vivir esa experiencia, es librarnos de la incesante pauta de pensar.
Los pensamientos estructuran nuestra realidad, es a través de ellos que vemos el mundo. Si esos pensamientos fueron moldeados dentro de esquemas ansiosos o apocalípticos, o por el contrario uniformes y sin ambiciones, u otras muchas formas de ver la realidad, así será la percepción de nuestro mundo. He allí la importancia de atender las pautas de pensamientos cuando tenemos hijos o somos educadores.
En lo particular provengo de una raíz ítalo-española que colorea el mundo con mucha pasión y no poco drama, a la par de ancestros británicos que dan un temple de mesura y análisis. Todo ello ambientado en la hipérbole caribeña de mi entorno. Todos estos ingredientes han hecho de mi búsqueda de la “paz interior” no pocas veces una gesta titánica.
Como sugiere Katie Byron “dejarse ir de los pensamientos” congelarlos en un instante eterno, eso es “paz interior”. Es un proceso que lleva una vida procesar, pero el regalo lo vale.
Ausentarnos por instantes de la esclavitud del pensamiento incesante y no pocas veces corrosivo del deber ser y cómo hacer, eso es “paz interior”. Y digo por instantes, porque la ausencia total de pensamiento, aunque pueda haberse logrado en algunos estados de profunda meditación, no es la norma, ni en mi creencia, lo más adecuado.
Mis creencias no se centran en lo religioso, respeto las creencias. Mi guía es científica y espiritual, que como hoy conocemos de las más avanzadas teorías, tales como la de la Mecánica Cuántica o Teoría de Cuerdas, espiritualidad y ciencia van de la mano. Y en el entendimiento de lo que hasta hoy conozco de los procesos neurofisiológicos y mentales, la ausencia total de pensamiento puede darse por momentos, mas en presencia de la vida humana tal como la conocemos, solo eso, momentos.
Lo que finalmente nos “permitirá sumergirnos en sueño profundo”, basándonos en la analogía original de este escrito, para encontrar la “paz interior”, es saber entregarse a la “nada” por instantes.
Otra forma exquisita de encontrar la “paz interior”, es cuando descubrimos maravillados que podemos generar un amor incondicional hacia nosotros mismos. Ese saberse amar generosamente, sin condicionamientos, es un momento de auto bendición. Ese amarse y aceptarse, más allá de las “condiciones” que la vida nos inculcó, tales como “si eres buena y haces lo que te digo te amaré, si eres bella y tienes un cuerpo modelado acorde a las demandas de la moda, te amaré, si eres adinerada/o, si eres…” Y así va la infinita lista de las demandas para ser amada/o. Encontrarme aquí y ahora y frente a mí espejo aceptarme y abrazarme con cálida ternura con cada centímetro de mi piel y alma, eso es “paz interior”.
Cuando el Amor está vivo, no hay resistencias. Cuando no hay resistencias, la “paz interior” está.
Cuando nos amamos tal como somos, se crea un espacio de luz dentro de nuestro ser. Nos amamos incondicionalmente en medio de los momentos más oscuros y tormentosos, así como en aquellos donde el sol nos sonría y la luna nos arrope con su manto de plata. Al amarnos el espacio sagrado donde anida la “paz interior” está dado.
Todas estas estrategias necesitan de diaria práctica. Nadie llega a conquistar una cumbre si antes no practicó una y otra vez escalar la montaña.
Si aun practicando la experiencia de mantenerte en el Eterno Presente, en ese Ahora inefable de cada instante, además de abrazar con genuina ternura tu imagen en el espejo, si aun así, no logras detener esa cháchara incesante que descontrola tu mente. No te des por vencida/o, toma tiempo cambiar los hábitos. Sabemos hoy que establecer un hábito requiere una práctica diaria de al menos 40 minutos durante 22 días consecutivos. Así se le da tiempo al cerebro de generar nuevos circuitos neuronales para establecer una conducta dada. Puedes hacerlo y lo harás, paciencia y constancia es lo que se requiere.
¿Hay algún pensamiento repetitivo que sabotea tus pensamientos? A todos nos pasa. Existen hechos que marcan pautas en nuestro proceso de crecimiento. En lo personal, viniendo de una familia numerosa, y siendo de talante sensible, muy marcada en lo emocional por mis genes italianos, y teniendo mis padres muchas tareas en su cotidianidad y a veces no teniendo tiempo de un abrazo para mí, yo me repetí por mucho tiempo, “nadie me quiere”. La vida y circunstancias me dieron la oportunidad de demostrarme que ese pensamiento no era tal. Papá y mamá antes de retirarse de este plano me hicieron saber cuánto me amaron. He sido muy afortunada de haberlo podido oír de sus labios. Otros no tienen esa oportunidad, pero no por ello deben perder la esperanza de reencontrarse con lo que realmente son. Todos somos seres merecedores de amor, todos. Esto es solo un ejemplo de tantos, que pueden ser repetidos en nuestros pensamientos y es destructivo, no solo a la salud mental, sino también a la física, que si bien vemos es lo mismo, lo que pase en mi mente pasará en mi cuerpo. . Las células oyen lo que decimos y lo asumen como real.
Si aun a pesar de estos ejemplos no te sientes identificada/o con tu sagrado espacio de “paz interior”, quizá haya aun ese pensamiento que se erige cual obstáculo y te impide traspasar el umbral hacia tu “paz interior”.
¿Crees tú en alguno de estos enunciados?
Yo no puedo encontrar mi “paz interior”
Yo no tengo “paz interior”
Nunca tendré “paz interior”
Hay algo mal conmigo
Si es este el sonsonete que invade tus pensamientos, será casi imposible lograr la “paz interior”. Pero… La verdad única y absoluta es que si eres humana/o podrás lograr la “paz interior”.
Como ya mencioné, todos tenemos nuestros momentos de “paz interior”, y lo más probable es que sean varios momentos, aunque no nos percatemos de ello. Así que, si eres de mi especie humana, puedes tener “paz interior”.
Solo porque a veces te sientas avasallado por las circunstancias, particularmente en estos complicados tiempos políticos y económicos que se viven en gran parte del planeta, no significa que aun, dentro de la turbulencia de tu realidad geográfica, no puedas tener esos sagrados encuentros con tu “paz interior”. Es cuestión de pararte un momento dentro de tu inercial rutina, cerrar los ojos y darte unos instantes para encontrar en ti ese centro sagrado, donde convergemos todos. Nuestra sopa primigenia.
Hay muchas formas de encontrar nuestra “paz interior” en cualquier momento del día o noche. He aprendido a fuerza de experiencias, no pocas veces duras, a encontrar ese centro sagrado donde la paz reina. Hace poco más de un año sufrí grave accidente que partió mi pierna izquierda en 8 partes y como resultado tuve 3 cirugías y hoy llevo placa de titanio y 6 clavos que me dieron la movilidad. Para mí, persona inclinada a la actividad física, bailarina popular, montañista y senderista fue una catástrofe. Mis piernas, mis amadas piernas… No pude caminar por 2 meses confinada a una cama y luego muletas por 3 más. Los médicos dictaminaron 8 meses para caminar de nuevo, yo lo hice en 4. Es la mente y cómo te predispones. No digo que fue fácil, para nada, el dolor de las primeras semanas, la flacidez muscular, el dolor del metal dentro de tu piel, etc. Una batalla dura. Pero allí, en mi cama, comencé a ejercitarme cada día. Las células tienen memoria. Si has sido activa ellas recuerdan y comienzan su labor de regeneración. En esos momentos de soledad y dolor yo le hablaba a mi mente con mensajes de amor y paciencia y sobre todo, de esperanzas.
Han habido muchos momentos en estos últimos 3 años de mi vida, de durísimas pruebas. Pero he luchado para mantener esa, mi “paz interior.” Las situaciones adversas en lo político y económico del país donde resido no me han aplastado, por el contrario, me han incentivado a buscar salidas viables y sanas.
Todas/os tendremos momentos en nuestras existencias, más difíciles que otros, pero no por ello nos vamos a privar de nuestra paz. Aun en medio de la adversidad, no he permitido al entorno privarme de mi idilio personal con la vida y mi “paz interior”.
En estar aquí y ahora, o como se llama en Psicología,Mindfulness, o enfocándonos en la gratitud que emerge cuando vemos al sol salir por el horizonte y dejar que el aire fresco hinche nuestros pulmones.
Es en esos instantes mágicos que entendemos que sí podemos tener “paz interior”. Qué no es un favor, es un derecho.
Supongo que, si puedes recordar con inmensa dicha la carita húmeda de mejillas regordetas de tu hija/o apenas nacida/o y lo acogiste en tu regazo, o ese momento sublime de un atardecer incendiando el cielo bañando el oleaje de oro líquido en tu playa favorita, también has tenido tus instantes de “paz interior”. La tarea está en hacerlos más frecuentes, una labor de cada día, no solo en los momentos cumbres de tu existencia. Se puede, créanme, todo se puede. Dentro de nosotros está la chispa divina que nos une con el Origen o lo que llamamos Dios.
Hagamos silencio en nuestra mente para darle paso a la ensordecedora mudez de la “paz interior”.
¡De mi paz a la tuya un abrazo de almas!