DEJA ATRÁS EL PASADO Y SIGUE ADELANTE.
El pasado es la universidad que te ayuda a crecer. El presente es tu oportunidad. Y el futuro es la obra maestra que ya estás creando.
Reconciliarse con el pasado, perdonar y desarrollar el hemisferio derecho del cerebro a través de actividades lúdicas y creativas y de la práctica de la meditación, son algunas de las herramientas que te ayudan a liberarte de las heridas del pasado y a crear la obra maestra de tu vida futura.
EL PASADO NO ES UNA CONDENA INEVITABLE.
A veces el pasado nos atrapa como si fuera el diagnóstico de una enfermedad crónica y nos condena a un futuro limitado. Pero no tiene que ser necesariamente así.
En uno de los encuentros periódicos que reúne a especialistas occidentales y orientales del mundo de la ciencia, la psicología, la sociología y la espiritualidad (recogido en el libro "CienciaMente. Un diálogo entre Oriente y Occidente", Ed. Olañeta), un psicólogo americano, especialista en tratar a personas que han sufrido torturas y pérdidas personales bajo las dictaduras en Chile, Argentina, Nicaragua, etc., y dando por hecho que estas experiencias límite son imborrables en la mente humana y marcarían a sus víctimas por el resto de sus vidas, expresaba su sorpresa al haber encontrado tanto en el Tíbet como en el exilio a una gran cantidad de personas (especialmente monjas y monjes budistas) que habían sufrido terribles y sofisticadas torturas bajo la ocupación del ejército chino y ahora trabajaban, convivían y disfrutaban de una vida sana y bien adaptada, con alegría, compasión y sin arrastrar traumas, odios u otros problemas psicológicos.
La pregunta era: ¿Cómo es posible esta diferencia tan drástica en la forma de responder ante los acontecimientos limite, entre unas personas y otras?
La mera observación basta para hacer añicos la creencia de que no nos queda otra que arrastrar de por vida los acontecimientos traumáticos, como una condena inevitable, y la pregunta en sí misma nos ayuda a comprender que hay algo en nuestra forma de interaccionar con los acontecimientos que puede ser mejorable y que podemos conocer, desarrollar y utilizar herramientas internas para ser más libres y felices, al igual que lo hacen personas de otras culturas.
ACEPTACIÓN DE LA REALIDAD, EMPATÍA Y SOLIDARIDAD, PARA SALIR DEL EGOCENTRISMO LIMITADOR.
¿Qué aportan esas culturas que hace posible que las personas puedan avanzar hacia el futuro sin la influencia negativa de los traumas del pasado?
La respuesta apunta a varias pistas: la aceptación de la realidad, un fuerte sentimiento de compasión (empatía con el sufrimiento ajeno y deseo de ayudar a los demás) y creencias fuertemente arraigadas como la ley de causa y efecto, entre otras cosas, eliminan cuestionamientos del tipo "por qué me tiene que pasar esto a mí?", sentimientos de victimismo e impotencia, y al mismo tiempo ayudan a las personas a asumir su responsabilidad en el campo de acción que depende de ellas para seguir adelante con sus vidas.
En este reportaje vamos a indagar en las herramientas que poseemos en nuestra propia cultura (o en cualquier otra, igualmente utilizables) para adaptarnos con éxito a los cambios y dejar atrás cualquier situación que ya no funcione, sacando el máximo provecho del presente para avanzar hacia un futuro mejor.
PERDONAR PARA RECONCILIARTE CON EL PASADO.
Siempre que forcejeas con la realidad, acabas perdiendo. Por el contrario, y tal como expresaba Rumi, en cuanto aceptas los problemas que tienes, un puerta se abre. Aceptar una experiencia no significa tirar la toalla o darse por vencido sino admitir la realidad sincera y valientemente para poder realizar los cambios adecuados, positivos y sanos en tu vida. Enfadarse o seguir llenando la mochila emocional de rencores y resentimientos no ayuda en nada porque el odio y el enfado (ya lo decía Buda) es como coger una brasa al rojo vivo para arrojársela a alguien: el único que se quemará eres tú mismo.
Tras aceptar la realidad, el primer paso para avanzar de una manera sana consiste en comprender y, si es necesario, perdonar. El perdón es, por encima de todo, un alivio para la persona que perdona, más que para la que agravió (si es que hubo realmente algún agraviador). Te permite recuperar tu vida, responsabilizarte de ella y seguir adelante en paz con tu propia historia, siendo una persona un poco más sabia y compasiva que antes.
El objetivo del perdón es, entre otras cosas, cambiar la manera en la que te cuentas tu propia historia, de forma que sea más constructiva y menos dolorosa y, para ello, la clave está en transformar esas “penosas” historias en algo de lo que estar agradecido.
Para ello, Joan Borysenko, en su libro “Pase lo que pase, no es el fin del mundo”, nos propone seis pasos previos para que el perdón sea real, sincero y eficaz:
Recuerda la historia sin negar lo que te duele. Analiza todas tus sensaciones y pensamientos sobre lo ocurrido, identifica los que te duelen e investiga por qué. Es muy probable que encuentres un pensamiento egoísta que sólo tiene en cuenta su punto de vista o, al menos, es al que más importancia le da. Se pensamiento egocéntrico es lo que más te hace sufrir, y no los hechos que ocurrieron. Identifica el auténtico culpable de tu dolor.
Tu dolorosa experiencia ya pasó. El dolor que sientes ahora no es presente sino un mero lastre y el perdón te ayudará a dejarlo atrás. Mientras tanto, cuando las emociones negativas te embarguen, sal a pasear o a correr, haz deporte, escucha la música adecuada, busca algo gracioso que te haga reír, medita o realiza cualquier actividad que te alivie del estrés y te ayude a cambiar la dirección de tus pensamientos. Cuando no puedas dejar de pensar en la otra persona (“el agraviador”), haz un esfuerzo por ponerte en su piel (cambiarte por ella) y contemplar su perspectiva y sus razones.
Disfrutar de la vida es la mejor medicina. Aprende a gozar de la belleza, entabla amistad con buenas personas, ayuda a los demás, pásatelo bien y difunde alegría y bondad siempre que te sea posible. El resentimiento nace de una sensación de malestar que culpabiliza a alguien. Si eres feliz y disfrutas de la vida, no encontrarás razones para el rencor. Se diluye naturalmente.
La vida es como es, así que deja de pensar que debería ser de otra manera. Tu tarea no es equilibrar la balanza de la justicia o castigar a alguien, incluyéndote a ti, sino disfrutar de la vida, crecer y ayudar a los demás a hacer lo mismo. Si adquieres la costumbre de dar las gracias cada día por algo positivo que te haya ocurrido, frenarás tu tendencia al victimismo, serás más feliz y alimentarás tu motivación para cambiar constructivamente. Esto te ayudará a asumir la responsabilidad de tus propios sentimientos.
Evita verte como una víctima. Aunque te parezca que, a veces, ir de víctima te da ventajas, la verdad es que es un hábito que te debilita. Busca los beneficios de lo que te ha pasado y utilízalos para convertirte en una persona más sabia y más fuerte, así como para percibir las posibilidades de la nueva situación. Obsérvate como una persona en crecimiento y no como una víctima; deja el pasado atrás y sigue adelante. Y recuerda que cada instante nace una nueva oportunidad.
Sé paciente y mantente atento. Tómate tu tiempo para comprender lo que ha pasado, ponerte en la piel de la otra persona, comprender y, si es necesario, perdonar. Es un proceso gradual. Mientras tanto, trátate bien cuando vuelva a embargarte el dolor. Obsérvalo (y observa su evolución, cada vez menos intenso), pero no te dejes arrastrar por él. La meditación te ayudará a controlar tus pensamientos y a evitar que éstos te controlen a ti.
UTILIZA TODO TU CEREBRO.
La vida puede ser muy sencilla y, a la vez, requiere de todos nuestros recursos y habilidades para ser vivida en profundidad. ¿Por qué utilizar sólo la mitad del cerebro si puedes usar el cerebro completo?
Lo cierto es que en nuestra sociedad (especialmente en Occidente) hemos aprendido a desarrollar admirablemente el hemisferio izquierdo del cerebro, que es el que nos permite hacer uso de la capacidad lingüística, de análisis, para hacer razonamientos lógicos, abstracciones, resolver problemas numéricos, aprender información teórica, hacer deducciones... Todas estas, habilidades muy convenientes para comprender y manipular el mundo exterior. Sin embargo, parece ser que los momentos decisivos en los grandes descubrimientos científicos han tenido más que ver con situaciones “casuales” en las que la relajación y la intuición han hecho acto de presencia. Has de saber que éstas son habilidades que se generan en el hemisferio derecho de tu cerebro. Y algunas más como la capacidad de improvisar y sintetizar, encontrarle sentido a las cosas, empatizar, reír y jugar, entre otras. ¿Por qué no dejar que todas estas habilidades se desarrollen? Y, lo que es más importante, ¿cómo hacerlo?
REALIZA ACTIVIDADES CREATIVAS Y PRACTICA LA MEDITACIÓN.
Para entrenar esta parte del cerebro basta con realizar el tipo de actividades que no requieren tanto del enfoque intelectual o lingüístico como del relacional. Jugar, cantar, bailar, reír y toda la gama de actividades creativas, sea cual sea tu afición personal, desde el dibujo al bricolage. Y, muy en especial, la contemplación, la atención plena y la meditación.
Los beneficios de la meditación han quedado más que demostrados en una gran variedad de investigaciones científicas. Para empezar, en el plano físico, se ha constatado que la práctica de la meditación previene y evita inflamaciones, que están ligadas a la depresión y a prácticamente todas las enfermedades degenerativas como la diabetes, cardiopatías, el cáncer, la artritis, el alzheimer, la osteoporosis, el deterioro cognitivo y la fragilidad de la vejez.
Por otro lado, en especial la meditación compasiva (en el amor) reduce el estrés, potencia la empatía, desarrolla todas las habilidades para la inteligencia emocional y aumenta el punto de referencia personal de la felicidad.
CÓMO HACER QUE LA MEDITACIÓN FUNCIONE.
No nos engañemos: meditar no suele ser tarea fácil (al menos para empezar) cuando la agenda está saturada de actividades y distracciones. Nuestro estilo de vida suele ser un campo de cultivo muy apropiado para la dispersión, el síndrome de déficit de atención, la ansiedad y la confusión, y muy poco propicio para la concentración, que es el requisito indispensable para conseguir la paz interior que proporciona la meditación.
Por este motivo, es importante facilitar la cosas preparando un entorno y unas condiciones adecuadas, especialmente al principio, cuando aún no tenemos familiaridad con la práctica de la meditación. ¿Cómo?
Medita cada día en el mismo lugar y a la misma hora. Piensa que, con la costumbre, el lugar despierta un estado de ánimo concreto: el sillón en el que miras la tele convierte tu actitud activa en una actitud pasiva y receptiva; la silla del despacho te coloca en disposición de trabajar, etc. Si ya relacionas una hora del día y un lugar (silla o cojín en el suelo) para la práctica meditativa, tu sistema nervioso activará el programa de paz del hemisferio derecho en el momento en que llegues al lugar elegido
Recuerda que la práctica hace la maestría; no te desanimes y sigue practicando. No es exclusivo de la meditación; si empiezas a tocar un instrumento o a realizar algún deporte, la práctica diaria es indispensable para alcanzar un buen nivel, y mucho más para llegar a dominarlo. En la meditación, l principio te distraerás pensando en un montón de cosas, pero eso también forma parte del camino, al hacerte consciente de todo el ruido que hay en tu cabeza y cuáles son los temas más insistentes. En cualquier caso, obsérvalos y déjalos pasar como nubes en el cielo de tu mente, sin engancharte a esos pensamientos, y vuelve a concentrarte en el objeto de tu meditación, cada vez que te descubras que te has distraído.
Medita a diario. Si quieres, puedes darte un día de descanso a la semana. Con el tiempo, el disfrute de la meditación se irá intensificando tanto que no tendrás necesidad de ese tipo de “descanso”, sino que desearás aprovechar la menor ocasión en tu vida diaria (mientras esperas el metro o el autobús, en la cola del mercado o en cualquiera de los innumerables ratos muertos) para volver a conectar con tu centro, con esa isla de paz interior que se va consolidando con la práctica.
Pide a las personas de tu casa que no te molesten mientras meditas. Haz saber a las personas que te rodean que ésta es una actividad importante para ti. Generalmente, la excusa del trabajo es sumamente importante y basta para justificar que te dejen en paz o que dejes de hacer cosas importantes para la familia o para tu vida personal. Deja claro que tu tiempo privado para la meditación no es un asunto menor sino todo lo contrario: es sagrado. Y como tal debe ser respetado.
Ten en cuenta que a los animales domésticos les atrae y les encanta la energía meditativa. Mi gato se acerca sigilosamente cada vez que me pongo a meditar y se estira tumbado a mi lado, con una concentración y una paz que me resultan tremendamente inspiradoras. Pero si a tu mascota le da por saltar en tu regazo o dar vueltas en torno a ti, sácala de la habitación para minimizar las distracciones.
Sé paciente y persevera. Aunque al principio te parezca que, más que meditar, te vas de paseo con tus pensamientos, lo cierto es que estás desarrollando los músculos mentales de la plena conciencia y aprendiendo a no aferrarte a los pensamientos. Cada vez que te descubres pensando y consigues volver a la meditación (aunque sea sólo unos segundos), estás creando unos nuevos circuitos cerebrales que te ayudarán a abandonar los pensamientos improductivos a lo largo del día, en tu vida cotidiana.
DECÁLOGO PARA TIEMPOS DE CRISIS.
El mundo que conocíamos se está disolviendo y reformando, pero no es el fin sino el inicio de una era más justa, compasiva y cooperadora para nuestro planeta. Sin embargo, la incertidumbre está a la orden del día y nos espera una larga e intensa época de cambio.
Recordar los siguientes diez consejos te ayudará a capear la transición y a obtener unos resultados más positivos para ti y para las generaciones venideras.
Renuncia a intentar cambiar el pasado, porque ya es historia. Invierte la totalidad de tu energía en crear el presente y el futuro como tu mejor obra de arte.
Moviliza un pensamiento resiliente, es decir, un pensamiento con capacidad de actuación. Incorpora los siguientes métodos a tu vida:
- Enfréntate a la realidad y acéptala como es.
-Encuéntrale un sentido útil y positivo a tu situación.
- Usa todo cuanto tengas a mano para improvisar soluciones.
Abandona de inmediato la mentalidad de víctima. Despréndete del rencor y recupera tu fuerza interior.
Haz ejercicio con regularidad. El estrés reduce el cerebro y el ejercicio físico reduce el estrés, hace crecer el cerebro y ayuda a reducir la depresión.
Haz algo, no te quedes de brazos cruzados. Desarrolla un optimismo realista que te motive a actuar con entusiasmo en el camino adecuado, pero evita las ilusiones (las afirmaciones positivas sin fundamento) que te conducen a un callejón sin salida.
No te limites a actuar, medita cada día. La meditación protege la salud, reduce el estrés, estimula el hemisferio derecho desarrollando habilidades como la improvisación, la intuición y la empatía, que te ayudarán a crear un presente y un futuro mejor.
Implícate en la vida. Relaciónate con otras personas y animales, búscale un sentido a tu vida y vive en coherencia con el mismo.
Cambia tu centro de atención. La liberación del sufrimiento es muy sencilla, según el maestro budista Kelsang Gyatso, basta con cambiar el objeto de tu atención: deja de centrarte obsesivamente en ti para empezar a pensar en los demás. Ayudar a los demás hace que dejes de pensar sólo en tus problemas y libera las hormonas del bienestar que curan, inspiran y dan sentido a la vida.
Al terminar el día, piensa en algo nuevo que agradecer. La gratitud y otros sentimientos positivos aumentan la fuerza interior y te ayudan a ser una persona más comunicativa y compasiva.
Conecta con un amigo. Busca personas que compartan contigo tu camino de crecimiento personal y espiritual. Necesitarás su apoyo, inspiración y motivación en más de una ocasión, cuando te sientas desmotivado.