Entrevista con Fernando Díez: “Todos estamos iluminados, pero el carácter se interpone”
En su último libro, Ciencia y consciencia, el paradigma cuántico y la búsqueda espiritual, Fernando Díez nos invita a asomarnos a la trascendencia. Dice este genuino buscador espiritual:”Yo creo que el hallazgo más elevado que uno puede encontrar es comprobar que estamos en contacto con la trascendencia, que no estamos abandonados en un marasmo azaroso, sino que hay un orden”. Entrevista Yoga en Red.
La biografía de Fernando Díez es tan nutrida que llenaría ella sola este espacio. Pero vamos a resumirla para poder escucharle después en esta entrevista.
Nace en Madrid en 1944. Estudia una carrera universitaria que practica durante siete años. En 1973, movido por una profunda inquietud intelectual, marcha a la India por tierra (una experiencia solitaria que repetiría cuatro veces mas), donde permanecerá doce años. Hasta 1985 su vida transcurre en la India, junto al Ganges, en Benarés, dedicado a la música clásica, la filosofía, la contemplación y la búsqueda espiritual. En esos años fragua un profundo conocimiento sobre múltiples áreas del pensamiento indio que trata de expandir al volver a Occidente.
Como experto en filosofía, orientalismo y mística ha participado en multitud de congresos y universidades. Organiza e imparte cursos sobre filosofía india, meditación, musicoterapia y trasformación personal.
Ha publicado diez libros: Física mística, India: historia de una búsqueda, Música mística y trabajo interior , El asceta, Varanasi junto al río, El legado de la India, En busca de los límites, El laberinto de la espiritualidad, El ser en la palabra: “Sutras de la Alcarria” y Física para místicos, mística para físicos. Su último libro es Ciencia y consciencia, el paradigma cuántico y la búsqueda espiritual, editado por Kairós.
(Adelanto: Este libro será presentado el 6 de marzo, a las 19:30, en el Auditorio de Casa Árabe de Madrid, con breve concierto de sitar incluido).
¿Cómo te gustaría definirte: escritor, filósofo, músico, poeta, místico…?
Si tuviera que definirme, sería un filósofo místico y escritor que toca la sitar.
¿Y cómo le va un filósofo místico en la sociedad actual?
Para empezar, yo diría que no existe esa figura en Occidente. Sería un orientalista tipo erudito… Realmente, buscadores espirituales no abundan mucho…
¿A qué buscadores espirituales te refieres?
A los “profesionales”, entre comillas, los que dedican seis u ocho horas al día a investigar en este tema. No es que yo me considere único, sino que no conozco… Vivo muy aislado, en el campo, sin ver a mucha gente…
Quizás sí haya buscadores serios en el campo de las religiones…
Yo vivo muy ajeno al campo de las religiones. Creo que la religiosidad se acaba donde empieza la espiritualidad. Una cosa es la espiritualidad o la religión interior que emana de ti y forma parte de tu proceso de evolución interior, y otra la religión exterior impuesta desde fuera.
En relación al papel del filósofo místico, ¿qué buscas aportar con tu trabajo?
Lo más elevado: demostrar que la trascendencia existe, que todo lo que cuentan los libros de filosofía del yoga, la Bhágavad-Gita, el Vedanta, es una realidad que se puede vivir, no algo que ocurrió hace siglos. Es algo que cualquiera puede conseguir; cada ser humano es una puerta a la trascendencia… Pero maya es muy dura de traspasar, hay que currárselo mucho… la renuncia, la ascética… Por eso digo lo de ser profesional, porque hoy en día esas palabras ¿para quiénes tienen significado? Al contrario, hoy día devoción, ascética, mística son palabras casi políticamente incorrectas.
Pero, volviendo a la pregunta, este el mensaje que me gustaría dar: que hay una experiencia, un conocimiento que no es objetivo sino un estado de consciencia, para acceder a la trascendencia.
Como buscador profesional durante toda tu vida, ¿cuáles son los hallazgos de los que te sientes más satisfecho?
El hallazgo más sorprendente es ese, que hay una puerta que se puede abrir, un espacio al que se puede acceder, donde se cumplen todas las hipótesis “científicas”, entre comillas, de los filósofos místicos de la India, que estaban hablando de cosas reales. Yo creo que el hallazgo más elevado que uno puede encontrar es comprobar que estamos en contacto con la trascendencia, que no estamos abandonados en un marasmo azaroso, sino que hay un orden, una realidad y todo está sustentado en leyes, medidas. Todo es karma y el karma condiciona pero no limita; el ser humano tiene un nivel de libertad.
Y ese contacto con la trascendencia es equiparable al despertar…
Sí, efectivamente. Uno está inmerso en una pesadilla, en un sueño. Iluminación podría ser la palabra, más que liberación. Es como ese cuento zen que habla de un discípulo que pregunta: “Maestro ¿cómo alcanzar la liberación?”. Y el maestro le pregunta a su vez: “ ¿Quién te tiene atado?”. “Nadie me tiene atado”, responde. “Entonces ¿por qué buscas la liberación?”, concluye el maestro.
Todos estamos iluminados, lo que pasa es que las perturbaciones mentales, el carácter, la pasión, los intereses y todas estas cosas, se interponen. Los obstáculos están ahí; hace veintidós siglos que Pantañjali lo entendió así. No se trata de buscar nada, sino simplemente de eliminar los obstáculos que impiden ver. El sol siempre está ahí; no tienes que buscarlo sino solo apartar las nubes; es tan claro como eso.
¿De dónde nace la motivación, el fuego que hace persistir en esa búsqueda o trabajo para eliminar obstáculos?
Son emanaciones del ser. Cuando más fuerte es el ego, más separado está el ser… Hay percepciones que tienes que te hacen ponerte en movimiento. Algo te dice que hay un misterio, y llega un momento que lo sigues y te purificas. Y aparece la devoción, que es el escalón más seguro para un buscador, porque a partir de ahí las cosas son mucho más fáciles. La devoción es el amor, el ansia, y el ansia y el ansiado son la misma cosa.
La devoción en Occidente tiene muy mala prensa. En Oriente, la devoción, bhakti, es el camino fundamental hacia el conocimiento. La devoción es fundamental, el todo, esa percepción de que el Amor, la Madre para el místico, el Orden, está dentro de las cosas que nos rodean. De esa percepción surge la entrega, ese surrender de los ingleses.
¿Por qué tu interés en separar la mística de la religión?
Es que la mística se escapa de la religión, incluso en la mística occidental. La religión es un molde del sentimiento, y no se pueden poner moldes al sentimiento. El factor místico de la religión está bastante olvidado actualmente, y, claro, la religión sin mística es burocracia sacramental; no hay nada, porque la mística es la base de las religiones, que se fundan a base de la mística y de la devoción de sus fundadores. Pero luego aparecen las iglesias y las jerarquías… Y eso pasa en el cristianismo, y en el budismo también. En el hinduismo no, porque es libre, no hay iglesia, no hay dogmas. El hindú piensa que todo es Sanatana Dharma, tradición universal o eterna, y que todo está ahí.
¿Qué te movió a escribir sobre física cuántica en tu último libro?
La verdad es que la relación física cuántica y mística es un tema fascinante. Ambas tienen bastante en común, aunque no se puedan mezclar los dos campos, pero ambas han llegado a la consciencia. Los místicos de la India, hace ya mucho tiempo, más de veinte siglos, encontraron que la solución era el trabajo interior. Ahora, la física cuántica se ha topado con la consciencia, al decir que sin la intervención del observador la realidad no tiene sentido. Si es el ser humano quien pone el último sello a la una realidad, el que la configura, entonces es obvio que hay que buscar en el ser humano. Y la búsqueda en el ser humano es la búsqueda espiritual.
Yo utilizo ese argumento en el libro para decir que la búsqueda espiritual se justifica porque la ciencia no se ha llevado hasta ahí. Trato de justificar primero la existencia de una transcendencia. Una vez probado que la ciencia nos empuja hasta esa puerta que no puede atravesar, entonces es cuando realmente hay un método y un orden con el que se puede llegar a ese conocimiento útil, a ese estado de ánimo, a esa consciencia. Eso que a lo mejor el ser humano interpreta como divinidad, un estado de consciencia sublime que se suele identificar con el Dios personal, tal como hacen el yoga y las filosofías indias. El Dios Creador es el sentimiento más elevado que hay en el ser humano, y es universal.
Ya a partir de las primeras Úpanishads, en los siglos VI y VII antes de Cristo, en la India empiezan a percibir que la investigación es en el interior, no en el exterior. Los griegos investigan el exterior, busca laphysis en el exterior; el hindú, brahman en el interior. Buscan la realidad unos fuera y otros dentro; quizás esta sea una explicación un poco demasiado simplista de por qué Occidente ha desarrollado la ciencia y la India, el espíritu, la consciencia.
¿Y qué necesitamos para llevar a cabo esa búsqueda interior?
Una vez planteado en mi libro el tema de que la superación personal es posible, hablo sobre el trabajo a realizar sobre uno mismo. Son esas claves o tipos de conocimiento que yo pienso que debe seguir el ser humano que quiera conocerse a sí mismo, que es nuestra gran aspiración desde los tiempos de Tales de Mileto hasta hoy. Porque en el ser humano está todo.
Entonces, hablo del yoga de Patañjali, del Tantra, pero sobre todo de la consciencia, que es el alfa y omega de todo. Mi lema fundamental es: gana la consciencia y el resto te será concedido. La consciencia nos ilumina todo lo que tenemos; tenemos todos los conocimientos morales, siempre los hemos tenido. El problema son las pasiones, el egoísmo, los intereses, que nos roban la consciencia y no podemos iluminar lo que llevamos dentro. Cuando eres consciente, tienes la ética y la razón una en cada mano; todo ser humano posee todo el conocimiento, los conceptos éticos y morales no han cambiado; es un conocimiento que pertenece a toda la humanidad.
Todo ser humano se considera capaz de juzgar cualquier hecho de la vida con una alta capacidad de acertar, una vez que está informado. El problema es cuando te afecta a ti el asunto; esa consciencia que utilizas para iluminar los problemas de terceros, cuando estás tú implicado, se va, y tienes que torcer las cosas hacia tu interés, y ahí se estropea todo.
Hemos oído con frecuencia que “la finalidad del yoga es hacer evolucionar la consciencia”. ¿Qué opinas?
Lo que tiene que evolucionar no es la consciencia, sino el carácter del ser humano, la historia personal. Si no tuviéramos historia personal todos seríamos felices. Porque el presente siempre es amable en esta sociedad occidental, no suele sucedernos un problema grave, nadie nos agobia. Pero si analizamos un día entero nuestro, nos damos cuenta de que no hemos estado a la altura de las circunstancias, sino tristes, preocupados por la dichosa historia personal, que te amarga con el pasado y te llena de ansiedades e inseguridades hacia el futuro.
Estos son los obstáculos del yoga y no otros. Toda la finalidad del yoga es trabajarse el carácter. ¿Qué conforma el carácter? Egoísmo, ignorancia, aversión, miedo. Y eso es lo que el yoga se propone eliminar. El yoga no busca la iluminación, pues de hecho estamos todos iluminados. El yoga no es unión, como se oye por ahí; es separación, separar purusha, la consciencia, de pakriti, el mundo, para que, una vez que esto suceda, el ser humano se dé cuenta de su propia naturaleza y comprenda quién es.
Es un tremendo error pensar que yoga es unión. Hay quien dice unir cuerpo y mente, pero no tiene sentido porque nunca han estado separados. ¿Unión espíritu y cuerpo? Es absurdo, es lo contrario del yoga; el yoga es una filosofía dualista, y realista. Y lo que quiere es separar los dos principios de la existencia: la consciencia, de la materia, porque la consciencia ilumina pero al hacerlo se identifica con lo que ilumina y olvida su naturaleza espiritual. Entonces padecemos todo lo que es inherente a la materia: el dolor, la enfermedad. En el momento que la consciencia se separa de nuestra historia personal, del cuerpo-mente-cerebro, que es materia, toma consciencia de su naturaleza.
¿A qué se refiere entonces la raíz yuj, yugo, de la palabra “yoga”?
Sí hay unificación de consciencia: la consciencia se reparte, se multiplica hacia todo lo que ilumina, y la finalidad del yoga es que desaparezcan esos movimientos de la mente, como reza el Yoga Sutra. Cuando la mente deja de moverse, la consciencia no tiene nada que iluminar, y es cuando toma consciencia de sí misma.
También persigue el yoga la unificación de energías, a través de la vida ascética y la renuncia a los sentidos y placeres que vienen del mundo. Todo ello se recoge y hay una unificación de consciencia y energía, Shiva y Shakti, que se encuentran juntos de nuevo en el alma del devoto.
Todas estas son cosas reales, cosas que se dan, pero hay que buscarlas con profesionalidad. Quien quiera aprender física cuántica, si es un investigador serio, estoy seguro de que necesita mucha más concentración y energía que una persona que se dedica a buscar la experiencia mística. Pero creo que llega antes el místico que el científico a los conocimientos a los que ha llegado hoy la ciencia. Porque hoy la física cuántica ni los físicos la entienden, pues no podemos entender con la lógica mundos de más de tres dimensiones.
¿Cómo crees que va a evolucionar la sociedad en un futuro próximo?
Yo soy francamente positivo, no hay más que mirar hacia atrás. Hoy día cualquier habitante medio, incluso aunque esté en el paro, no podría vivir como hace cinco siglos o cien años. El desarrollo ha sido tremendo. Estamos en una crisis, quizás la necesitábamos porque las crisis producen conocimiento. Lo que hay que esperar es que no volvamos a caer en lo mismo, pero aunque lo hagamos, al final iremos evolucionando también. De hecho, los niveles de consciencia que hay en la sociedad occidental, sobre todo, son más altos que nunca; hay mucha gente consciente, cooperando.
El desarrollo y la evolución son obvios. ¿Hasta cuándo podremos seguir? Depende mucho de la superpoblación y los virus, que van ligados y son las dos amenazas de la humanidad. Yo tengo confianza en el ser humano, también en la ciencia, y saldremos adelante. Cuando se producen catástrofes salen a la luz virtudes, capacidades y sincronías colectivas del ser humano que ni imaginábamos.
¿Evolucionamos a base de sufrimiento?
Se avanza como en la ciencia, por prueba y error; para nosotros, prueba y dolor. La entropía es fundamental; ningún sistema físico funciona si no se pierde algo; si no hay entropía, no hay producción de trabajo. El dolor es la entropía de la vida en el ser humano, y si no hay dolor no hay conocimiento. De las experiencias positivas sacas gozo, pero de las negativas sacas conocimiento.
Cada uno de nuestros actos es una pregunta a la existencia, aunque no lo hagamos con ese sentido. Y hay que estar atentos, porque la vida te responde enseguida.
Se trata de sufrir o de amar. Amar es mucho más difícil que sufrir. Si supiéramos amar no sufriríamos, pero es verdaderamente difícil.
Fuente.
http://www.yogaenred.com/2014/01/16/entrevista-con-fernando-diez-todos-estamos-iluminados-pero-el-caracter-se-interpone/