Recordamos cosas, vivimos historias, comentamos lo que sentimos, expresamos sentimientos -no siempre pero si la mayoría de las veces-, vivimos paso a paso y así vamos formando un círculo que se convierte en un mundo de experiencias, de alegrías, de tristezas, de aventuras, de oportunidades que van y vienen o las dejamos ir por no confiar, pero que son lo que nos muestra lo que es realmente nuestra realidad, nuestra forma y nuestro ser, y lo más bello es que de cada cosa aprendemos, y sabemos de lo que somos capaces y de lo que no, averiguamos quiénes son de verdad amigos y quiénes son sabios ladinos que se creen alguien sin serlo, observamos y aprendemos a valorar lo que realmente es importante aunque nos sea difícil no canalizarnos, no serenarnos siempre, pero lo intentamos.
Realmente nos planteamos la vida cuando nos toca tocar fondo tras circunstancias difíciles, nos toca hacer la gran elección del camino, y nos toca dar vueltas a todo lo que habíamos pensado y creído, para convertirte en esa persona que conoces lo que hay a tu alrededor, que caes, pero te levantas, que reniegas, pero también sabes buscar soluciones, que sabes reconocer tus errores, que lloras cuando lo has de hacer, pero también ríes y das gracias, porque sabes que estás y eres, que tienes lo suficiente para sacar lo bello y dejar atrás lo que solo hace que estés en el mundo de las tinieblas, que no hay nada que no se pueda arreglar por muy oscuro que se vea en el momento que confías y no buscas el camino fácil, que hay muchas maneras, muchas generalidades que te hacen perderte en el abismo de la vida, pero te acabas dando cuenta que no es tan amplio, que ese trata de caminar mirando adelante, mirando que puedes y no dejando que nada te atropelle solo porque se crean tener más poder.
Realizamos aquello que sentimos cuando nos damos cuenta que hay un mundo alrededor que necesita de nuestros aportes para poder funcionar, que no siempre lo hacemos bien, pero tampoco tan mal como para no intentarlo cada día, cada momento, para saber que lo hecho está y que no se puede retroceder, que vivir el día a día es una fuerza que te sirve para ir trabajando el mañana que llega cuando menos te lo esperas y que en él estarán todas las semillas dando su fruto porque tu camino no es en balde, no está perdido, aunque así lo creas, aunque no te parezca estar avanzado, poco a poco vas haciendo lo posible, pues te vas olvidando de ti un poco para convertir en un nosotros, en un alrededor, en un paisaje todo lo que te propones y en el vas creando tu vida, tu forma, vas metiendo a todos los que siempre están, dejando como hierba mala a aquellos que solo saben destruir, pero nunca devolviendo con igual moneda, pues eso es algo que no merece la pena nunca, convertirte en lo mismo, para no construir tu gran paisaje de la vida.
Actuamos coherentemente cuando nos damos cuenta de lo que es todo, cuando nos vamos dando la oportunidad de ser felices a nuestra manera, cuando valoramos todo y nos dejamos de quejar por todo, vamos acoplando y aceptando para poder convencernos de que lo que tenemos que luchar, que nunca va a ser fácil, pues esto es cómodo, pero lo difícil te enseña, te hace revolverte, te renueva el alma porque no te deja estar tranquila sentada mientras otros se desquebrajan haciendo, cuando revives cada día dando esa sonrisa, ese momento, ese tiempo necesario a todos los que te rodean porque todos formamos ese gran mundo y es en donde no hay razas ni color, aunque lo que se nos está mostrando a través de lo material es que si existen razas y color, pero si analizamos nos damos cuenta que todos tenemos lo necesario y que somos personas especiales con capacidades, con luz y con maneras diferentes pero que enriquecen a todos los seres , pues nos damos culturas, maneras y distintas visiones de la vida.
Y de todo ello hoy hemos vivido , lo hemos intentando, sabemos que hoy es algo especial y que quizás mañana lo será más, pero lo podemos gritar, lo podemos mostrar y podemos pensar que hemos conseguido poner nuestro granito y eso es bello.
Esther Sánchez Orantos
