Ser esclavo de la vida es no saber ni qué rumbo tienes ni qué sentido dar a la vida que estás viviendo, es dejarte arrastrar por la corriente más sencilla y no querer responsabilizarte de tus actos, es solo quedarte en la superficie de las cosas y no tratar de mirar más allá para no tener que pensar, es hacer siempre lo que te resulta más cómodo para no tener que actuar con coherencia, es no valorar nada de lo que hay a tu alrededor y así siempre tener la culpa otros de lo que tú misma te vas creando, es no querer enfrentarte con tu realidad y no avanzar ni crecer. Pero siempre la vida te hace tomar una decisión en la que no puedes buscar en otros sitios más que en ti misma esas preguntas que te van surgiendo, esas circunstancias que te van apareciendo y que te hacen volcar el corazón.
Ser esclavo de la vida es no saber que el sendero de la vida es arduo y frágil cuando no te sinceras contigo misma, cuando no te das la oportunidad de conocerte y solo te fijas en el de los demás para no avanzar en el tuyo, cuando necesitas valoraciones y recibir sin dar, porque tu ego es tan inmenso que te olvidas que el mundo no existe solo porque estés tu, sino porque hay más personas que están ahí, que luchan, creen, crecen y evolucionan lo necesario, aunque se equivoquen y a veces se pierdan y tengan que retroceder un paso con mucho dolor. Pero siempre hay caminos y senderos suficientes, para que puedas volver a empezar desde cero, pues tienes dones y lo suficiente para ello, para saber quién eres, que eres y por lo que estás aquí.
Ser esclavo de la vida es no sentir, no expresar, no creer en tu fortaleza, ni en tu coraje, es solo buscar el mundo oscuro, para dar lástima y que te lo den todo hecho, es ponerte grandes murallas en las que no dejes entrar ni ese pequeño rayo para poder hacer posible lo que consideras imposible, es cerrarte la posibilidad de ser cada día más tú, porque siempre tendrás una excusa, un motivo, una manera de racanear en tu ser y en lo que te rodea, pues buscas refugio en la impotencia de aquello que no deja ver la luz y siempre es la muerte en vida de los que en vez de buscar ser personas solo buscan ser borregos de los borregos, en lo que no existe en pensamiento y sí la dependencia de otros. Pero siempre tienes pruebas que te hacen darte cuenta que ese camino no es el correcto, que pierdes más que ganas y que no consigues nada, por lo que siempre se suele responder dando la vuelta a la tortilla dejando las tonterías y queriendo salir a flote para que todo esto merezca la pena.
Ser esclavo de la vida es rendirte antes de tiempo, es mostrar la impotencia y utilizar la violencia o las guerras para creer que así vas a solucionar lo que tú realmente no quieres, porque es así como quejarse y retirarse o creerse dioses en materias, para no dejar paso a la tolerancia, a la igualdad, al respeto, al dialogo, al amor de verdad y no ficticio, a la cultura, y en pocas o muchas palabras a ser persona con luz propia y sin ser marionetas en un mundo que parece ir sobre ruedas pinchadas, en vez de por ruedas que giren como deben. Pero siempre hay un no, siempre hay motivos para ser, para luchar por hacerlo cada día mejor, no en grandes espacios, pero si a tu alrededor pues mejorando lo que te rodea, podrás hacer que entre todos se consiga.
Ser esclavo es no ser agradecido, es no saber por qué todo esto, todo este mundo, es no saber valorar que hoy estamos y somos, es no aceptar que todo lo que eres es y son tus circunstancias y que cuando las das sentido puedes moverte y hacer de las utopías grandes realidades, es no mostrarte como eres, por miedos, por sentirte rechazada, es dejarte utilizar porque es más sencillo. Pero todo esto termina cuando te das cuenta, cuando rectificas y cuando realmente te das cuenta que la vida es mucho más de lo que parece y empiezas a caminar y a vivirla y eso es lo que intentamos siempre y es lo bello.
Esther Sánchez Orantos
