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 NO EXISTE LO MALO, NI LA CULPA, NI LAS EQUIVOCACIONES



Junio 25, 2014, 04:35:35 pm
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Desconectado Francisco de Sales

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NO EXISTE LO MALO, NI LA CULPA, NI LAS EQUIVOCACIONES
« en: Junio 25, 2014, 04:35:35 pm »
NO EXISTE LO MALO, NI LA CULPA, NI LAS EQUIVOCACIONES


En mi opinión, una gran parte de las personas tienden a ser excesivamente autoexigentes consigo mismas, poco tolerantes y casi nada comprensivas –sólo una milésima parte de lo tolerantes y comprensivas que son con los otros-, y son más tendentes a reprocharse y culpabilizarse que a aceptarse y comprenderse.

Y si quieres comprobarlo, te paras un momentito, piensas en cómo te comportas contigo cuando te descubres en eso que calificas como errores o equivocaciones, y verás cómo aparece un sentimiento de culpa que no acepta la comprensión y el perdón, o descubrirás cómo te tratas cuando te reconoces en una falta, y comprobarás que en esos casos aparece inmediatamente tu Inquisición particular, la intransigencia, una mueca seria en tu rostro, y una dureza innecesaria en tu corazón.

Y todo es culpa de la etiqueta o el adjetivo que le pones a las cosas que suceden.

No existen los errores, no existe lo malo, no hay equivocaciones: sólo hay experiencias, aunque algunas de ellas no den el resultado deseado. Y conviene no darles a estas el poder de auto-agredir. Conviene no convertirlas en motivos de sufrimiento. Las experiencias son para aprender y no es necesario un castigo para las que no resulten satisfactorias. Y llamarlo error o malo o equivocación ya es un castigo en sí mismo, porque esas palabras llevan aparejadas connotaciones negativas de menosprecio o desprecio.

Las cosas son lo que son, no lo que uno quiere creer que son o lo que uno sentencia sin objetividad desde su rabia. Y punto.

Las cosas son neutras, carecen de calificación, clasificación o adjetivo. Y punto.

El drama comienza cuando comenzamos a juzgarlas y nos creemos con la necesidad, obligación o derecho de tener que enjuiciarlas.


Sí es cierto que cada experiencia que vivimos aporta un aprendizaje, un conocimiento, una lección que puede ser utilizada en otra ocasión, pero no es necesario ejercitar un correctivo auto-culpabilizante y auto-penalizador para lo que ya está hecho.

En esos casos es contraproducente e innecesario insistir -ya que uno inevitablemente tiene un malestar que le proporciona la propia conciencia y con eso debiera ser suficiente penar-; es adverso hurgar más en la herida, o echarle vinagre culpabilizándose sin la opción de la aceptación –quien quiera que cambie “aceptación” por “perdón”, pero si se acepta sobra la necesidad de perdón-; es absurdo enemistarse consigo mismo, menospreciarse o despreciarse, reprocharse con saña e intransigencia, y retirarse la mirada a los ojos en los espejos.

Quien de verdad sale perjudicado con esa actitud es uno mismo.

No hay amor en ello, ni Autoestima, ni aceptación de la naturaleza humana y sus circunstancias, sino una autoexigencia que está por encima de las propias capacidades y limitaciones, un riguroso deseo de perfección, y un distanciamiento innecesario entre el Ser Humano que uno está siendo -con sus limitaciones y su no saber actuar del modo óptimo en todos los actos y siempre-, y el Uno Mismo que se es en realidad, que comprende también al Humano, pero es comprensivo y benevolente con cada acto.

Hay una diferencia sustancial entre darse cuenta de lo que uno ha hecho y con lo que no se siente satisfecho -que es la forma correcta de actuar para aprender a estar atento en la próxima situación similar que se presente- y el iniciar una Cruzada despiadada de acoso y derribo, desde una actitud de rechazo en el que las bases de la enemistad quedan claramente marcadas.

Con esa actitud uno no colabora llevándose de la mano cariñosamente hasta el siguiente paso –como haría una madre amorosa con su hijo cuando está aprendiendo a andar-, sino que se convierte en el crítico acusador e inquisitivo cuya única misión fuera criticar y destruir.

Si se eliminara la necesidad o la arrogancia de emitir juicios, y uno se limitara a encogerse amablemente de hombros y comprometerse sinceramente a hacerlo mejor la próxima vez, dándose un beso y un abrazo simbólico, con una sonrisa –que es lo que se necesita en estos casos-, aunque sea una sonrisa un poco seria, cada persona se descargaría de la penosa carga en que se convierte seguir conviviendo con uno mismo e irían de la mano todos los yoes implicados en querer descubrir y desarrollar a quien uno es.

El amor es quien puede facilitar el camino de la vida, alisarlo y llenarlo de flores, preñarlo de esperanza.

El amor a uno mismo, que es esa tarea tan continuamente relegada, usada sólo para los momentos en que los adjetivos “perfecto” o “bueno” están presidiendo la actuación realizada.

Uno es siempre un proyecto en continua mejora. Pero cada uno a su ritmo.

Uno es siempre un niño que lo tiene casi todo por aprender. Y como a tal tiene que tratarse.

Uno es merecedor y necesitado de su propio amor. Y ha de ser también el beneficiario.

Quien no se ame tal como es en este momento y en estas circunstancias, está cometiendo una injusticia.

La vida es un continuo aprendizaje, y el mundo el lugar en el que ponerlo en práctica.

Sería muy bueno –pero que muy bueno-, al final de esta lectura, una reconciliación sincera y duradera, y un pacto de buena y comprensiva convivencia con Uno Mismo.

Sólo de ti depende.



Te dejo con tus reflexiones…
« Última modificación: Noviembre 01, 2020, 05:32:42 pm por francisco de sales »

Septiembre 12, 2022, 06:59:12 am
Respuesta #1

Desconectado adonis

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Re:NO EXISTE LO MALO, NI LA CULPA, NI LAS EQUIVOCACIONES
« Respuesta #1 en: Septiembre 12, 2022, 06:59:12 am »
Gracias, porque me hace ver todo esto de otro modo.

 

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