ESTAR PRESENTE
En mi opinión, VIVIR, ese VIVIR que hasta se pronuncia con mayúsculas, ese VIVIR que deja la sensación de plenitud y esa emoción que dejan las cosas que se convierten en satisfactorias porque están bien hechas, sólo requiere una cosa: ESTAR PRESENTE.
Estar presente consiste en poner toda la atención en lo que se esté haciendo.
En Ser Uno Mismo Total en ese momento.
En permitirse captar todo lo que conlleva ese “lo que sea” que se esté haciendo, viendo o sintiendo, en ese momento.
A veces, se nos acaba el día y no somos capaces de decir que algo nos haya emocionado especialmente, y es posible que no sea por falta de cosas interesantes, sino por no prestar atención, por no estar presentes.
A veces, llegamos a nuestro destino con el coche y no recordamos por dónde hemos pasado –aunque lo sepamos por la rutina de pasar a menudo-, y no somos conscientes de que hemos pisado el embrague y hemos cambiado de velocidades, ni somos conscientes de que hemos conducido una máquina que se mueve por sí misma, y que vamos sentados en un asiento mirando a través de un cristal.
A veces, puede ser que por la noche no recordemos qué comimos por la mañana, que no nos demos cuenta de las cosas que hacemos, y que no observemos lo que ocurre en nuestra vida.
Tiene que llegar un momento muy especial –aunque todos los momentos debieran ser muy especiales- para que entremos en él con toda la consciencia, o sea, para que estemos presentes.
Y esos son los momentos a los que les ponemos la etiqueta de especiales: cuando hemos visto la final de una competición de fútbol, cuando hemos cogido en brazos por primera vez a un hijo, cuando se ha atrevido a besarnos por primera vez el hombre de nuestros sueños, cuando nos hemos integrado con una puesta de sol…
Estar presente es integrarse, constituirse en un todo con lo que está en ese momento en nuestra vida; dedicarnos completamente a su vivencia, a su integración con nuestras emociones, a descubrirlo en la totalidad que pervive por debajo de la apariencia.
Una puesta de sol, aunque sea íntegra en sí misma, a nuestros ojos y sentimientos sólo adquiere grandeza cuando estamos totalmente presentes en su proceso. En esa circunstancia, deja la etiqueta de “otra puesta de sol”, como la de todos los días, para maravillarnos.
Y no es algo que requiera de nuestra interacción. Lo otro, sea una palabra, un gesto, un aroma, una música, un paisaje, es ello mismo sin nuestra etiqueta, aunque no lo observemos, pero cuando nos soltamos, cuando nos prestamos a ello, cuando estamos presentes, es cuando se produce el milagro de la magnificación.
Es conveniente estar presente en la propia vida, saber lo que pasa en ella, sentir lo que nos propone, emocionarse con las emociones, tocarla, escucharla, gozar sus escalofríos, llorar de alegría al darse cuenta de este don y este premio que es la vida.
No dejar que pasen los días, y sí VIVIR.
Estar presentes para VIVIR.
VIVIR.
Te dejo con tus pensamientos…
