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 CINCO CONSEJOS PARA SABER DISCUTIR



Julio 17, 2014, 05:23:06 am
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CINCO CONSEJOS PARA SABER DISCUTIR
« en: Julio 17, 2014, 05:23:06 am »
5 CONSEJOS PARA SABER DISCUTIR





Discutir con alguien, ya sea la pareja, algún familiar, un amigo, un conocido o una persona desconocida, como el dependiente de una tienda, es una situación desagradable. Por lo general, después de una discusión nos sentimos emocionalmente mal, percibimos que una parte de nosotros se ha quedado en el lugar y momento de la discusión, nos vamos del lugar más cansados, un poco aturdidos, con la mente incapaz de concentrarse en otra cosa que no sea la discusión. Realmente, discutirnos roba el ánimo, las energías, el positivismo, las ganas de sonreír, incluso las ganas de hablar. En pocas palabras, una discusión puede desvestirte de las emociones positivas que envuelven a tu persona y revestirte de las más profundas emociones negativas, irradiándolas allá por donde vayas. Podríamos asemejarlo a ir bien vestidos y muy aseados, con nuestro mejor perfume, y revolcarnos en un charco de barro maloliente. No querremos hablar con nadie, los demás verán claramente nuestro lamentable estado, nos evitarán, y nosotros nos iremos a casa con toda la ropa sucia y maloliente. Hay muchas personas que todas las emociones negativas que pueden ocasionar las discusiones se las llevan a su casa, haciendo pagar a sus familias su malestar. ¿Es malo discutir?, ¿Qué podemos hacer para no discutir? Si la discusión es inevitable, ¿Cómo podemos convertirla en una experiencia constructiva?, ¿Se pueden estrechar los lazos de la amistad a raíz de una discusión? A todas estas preguntas encontrarás respuesta en este artículo, te daré cinco consejos para saber discutir de forma constructiva con los demás.




Consejo 1. Discute, pero de forma constructiva

Muchas personas piensan que discutir está mal, quizás, debido a los penosos resultados que han podido presenciar o vivir. Sin embargo, lo destructivo de las discusiones no es la discusión en sí, sino en las maneras, palabras y gestos que a menudo se emplean en ellas. Es lícito, e incluso constructivo intercambiar opiniones y puntos de vista con otras personas sobre un mismo asunto, y es bueno para nosotros no callarnos cuando discrepamos en un asunto. De hecho, a raíz de una discusión constructiva podemos darnos cuenta de que discrepábamos con la otra persona porque no habíamos entendido bien lo que nos quería decir o lo habíamos interpretado de forma totalmente distinta. Lo mismo puede suceder de forma inversa, puede que la otra persona nos entienda mejor y acabe coincidiendo con nosotros. Incluso en el caso en que no haya acuerdo, la discusión constructiva nos ayudará a conocer los pensamientos de la otra persona y comprender, aunque no compartir, por qué actúa de la forma como lo hace. Esto se llama tolerancia, y debemos ejercerla siempre que no suponga un perjuicio serio para nuestra persona. Pero ante todo debemos de entender que una discusión no es excusa para gritar, insultar, poner malas caras, o hacer daño a la otra persona. Si hacemos esto último, discutir sería para nosotros, y la otra persona, un acto destructivo.


Consejo 2. Conserva la calma

Para que dos personas puedan intercambiar diferentes ideas y puntos de vista, es necesario que haya un ambiente relajado. ¿A quién le corresponde crearlo? A las dos partes, pero en el caso de que la otra parte no ponga empeño, nos corresponde a nosotros, quienes sabremos gestionar las discusiones constructivamente, crear un ambiente relajado y propicio para la discusión constructiva. ¿Cómo se hace esto? Preparando la situación y previniendo posibles reacciones. Lo primero es explicar a la otra persona que quieres hablar sobre el asunto para comprenderla, para saber los motivos por los cuales piensa así, que puede que no estés de acuerdo con ellos, pero que los respetarás igualmente, y que si hay puntos en los que ves que tiene razón no dudarás en reconocerlo de buena gana. Esto ablandará el corazón de la otra persona, momento idónea para decirle que esperas lo mismo de ella. Una vez que lleguéis a establecer las “normas para discutir” deberías ceder siempre la primera palabra, esto permitirá ganarte el respeto de la otra persona, lo que relajará aún más la tensión. Pero, ¿y si la persona no puede o no quiere relajarse?



Consejo 3. Si hay tensión, retírate

Si vemos que nosotros estamos poniendo de nuestra parte para no exaltarnos y conservar la calma, pero la otra persona no quiere controlar su ira, es mejor que evitemos la confrontación. Es el momento de salir inmediatamente de la situación expresando a la persona que cuando esté más calmada hablaremos, y deseamos hablar calmados porque nos importa comprenderla, pero para ello es necesario hablar con calma. Es también bueno recalcarle que si salimos de la situación no es por hacerle un desplante, sino porque no queremos alterarnos y herirla con nuestras palabras, porque la estimamos. Pasados unos minutos prudentes, los cuales pueden ser más o menos en cada caso, probemos a continuar la conversación de forma relajada. Si la persona está relajada démosle las gracias por su esfuerzo y cedámosle la palabra para que pueda expresarse primero ella. Si todavía está alterada, es mejor plantearle hablar del asunto al día siguiente, recordándole que la conversación pendiente no entorpecerá el buen trato que le quieres dar durante el resto del día. Puede resultar muy difícil contenerse y guardar la compostura, pero hay razones para esforzarse por hacerlo: obtener muy buenos resultados, ganarnos el respeto de la otra persona, tener la conciencia tranquila, sentirnos al mando de la situación, ganar confianza en nosotros mismos, ser ejemplos de conducta ante los demás y reforzar nuestra relación con la otra persona.


Consejo 4. Escucha de verdad


Casi en todas las discusiones, mientras habla una parte, la otra está pensando qué decir, y cuando le toca el turno, la otra persona hace lo mismo. Al final de la discusión ninguna de las dos sabe lo que le ha dicho la otra, pero se acuerdan muy bien de lo que han dicho ellas mismas. Esto no es comunicación, es un monólogo de dos personas que quieren hacerse escuchar pero que ninguna de ellas está dispuesta a prestar su oído. Para que una discusión se convierta en una experiencia positiva, es imprescindible escuchar a la otra persona, pero también es imprescindible que la otra persona tenga la certeza de que está siendo escuchada, ¿Cómo se logra esto? Cuando llegue tu turno para hablar, haz un breve resumen de lo que te ha dicho antes de pasar a tus argumentos. Por ejemplo, podrías decir: “Como has dicho, para ti es importante -lo que haya dicho-, pero para mí también es importante…” o “En cuanto a lo que has dicho de –lo que haya dicho-, aunque te entiendo, no estoy totalmente de acuerdo por estas razones…” De esta manera, la otra persona se sentirá escuchada y te escuchará con más atención a ti.



Consejo 5. Sé una persona agradecida

Cuando la discusión haya acabado, al menos su primera parte, dale las gracias a la otra persona por haber conservado la calma. Aprovecha y ponla como ejemplo a seguir, aunque hayas sido tú quien estuviera al mando de la situación, diciendo, en pocas palabras, que sería maravilloso que todas las personas pudieran discutir de la forma como lo ha hecho ella. Dile que te ha encantado hablar con ella y que la conversación te ha permitido entenderla mucho más y, en el caso de que hayáis acercado posturas, rectificar puntos de vista. Te puedo asegurar que el corazón de la otra persona saltará de alegría, confianza, autoestima y gratitud hacia tu persona. Son pocas las personas que saben manejar de forma correcta las discusiones y convertir lo que parecía un enfrentamiento, en un estrechamiento de la relación. Estoy seguro de que ahora hay una persona más que sabe hacer esto, tú.


autor desconocido

 

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