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 EL CAMINO DEL ENCUENTRO - Bucay - 2ª parte



Agosto 13, 2014, 05:25:02 am
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EL CAMINO DEL ENCUENTRO - Bucay - 2ª parte
« en: Agosto 13, 2014, 05:25:02 am »
PARA PODER CONSTRUIR UNA RELACIÓN DE INTIMIDAD HAY CIERTAS COSAS QUE TIENEN QUE PASAR, TRES PATAS DE UNA MISMA MESA: AMOR, ATRACCIÓN Y CONFIANZA. TAN ES ASÍ, QUE SI EN UNA RELACIÓN CONSTRUIDA CON INTIMIDAD, DESAPARECE EL AFECTO, LA CONFIANZA O LA ATRACCIÓN, TODA LA INTIMIDAD CONQUISTADA SE DERRUMBA. El vínculo se transforma en una buena relación interpersonal, una relación intensa o agradable, pero no tendrá más la característica de una relación íntima.

Esto de las tres patas no sería tan problemático de no ser por un pequeño y terrible detalle: ninguna de estas tres cosas dependen de nuestra voluntad. Ni siquiera podemos hacer nada para querer a alguien que ya no queremos, para que nos guste alguien que ya no nos gusta, ni para confiar en alguien que ya no confiamos. Si mi afecto, mi atracción y mi confianza dependen de alguien, es mucho más de vos que de mí.

De las tres patas, la de la atracción tiene una característica especial: es la única que no tiene memoria. Yo no puedo sentirme atraído por lo que fuiste, sino por lo que sos.

¿Cuál es la diferencia entre mentir y ocultar?

Ocultar, en el sentido de no decir, es parte de mi libertad y de mi vida privada. Y tener una relación íntima con alguien no quiere decir terminar con mi libertad ni con mi derecho a la privacidad. Intimar con alguien no significa que yo no pueda reservar un rinconcito para mí solo.

Cuando en términos de intimidad hablo de confianza, me refiero a la certeza a priori de que no me estás mintiendo. Puede ser que decidas no contarme algo, que decidas no compartir algo conmigo, es tu derecho y privilegio, pero no me vas a mentir, lo que decidas decirme es la verdad, o al menos lo que honestamente vos creés que es la verdad. Podés estar equivocado, pero no me estás mintiendo.

Hay gente que va por el mundo creyendo que tiene que dar todo el tiempo sin permitir que le den nada, creyendo que con su sacrificio están contribuyendo a sostener el vínculo. Creen que son buenos porque están todo el tiempo “dando sin pedir nada a cambio”. Es muy fastidioso estar al lado de alguien que no puede recibir.

EL AMOR A LOS HIJOS

Todos tratamos a nuestros hijos de la misma manera, con el mismo amor, y a veces, tristemente, con el mismo desamor que tenemos por nosotros mismos. Porque no hay otra posibilidad que hacerle a nuestros hijos, lo mismo que nos hacemos a nosotros.

La sensación de pertenencia y de incondicionalidad es de los padres para con los hijos, pero de ninguna manera de los hijos para con los padres.

DIVORCIO DE LOS PADRES

Nadie sabe con certeza los efectos que puede causar en la psiquis de un chico menor de dos años la separación de sus padres.


Tener un hijo es maravilloso, pero no es poca cosa e implica una responsabilidad superior, que dura, en forma gradual, enormemente hasta que tiene dos años, prioritariamente hasta que tiene cinco, especialmente hasta que tiene diez, mucho hasta que tiene quince, y bastante hasta que tiene veinticinco. ¿Y después? Después harás de tu vida lo que quieras, porque la verdad es que no vas a cambiar gran cosa lo que tu hijo sea, piense o diga con lo que hagas.

No hay que menospreciar el daño que se puede causar a un bebé que es una esponja y que, si bien entiende todo, no puede preguntar nada. Una pareja que tiene hijos de cualquier edad, no debería separarse hasta no haber agotado todos los recursos… todos.

LOS CHICOS CRECEN

Las cosas que he recibido y las cosas que me han faltado condicionaron mi manera de ser en el mundo.

Indudablemente, éste que soy está claramente determinado por aquellas cosas que recibí y por aquellas cosas que me faltaron. Cuando crecemos, en lugar de transformar esa falta en una acusación hacia los padres, salimos a buscar lo que sentimos que nos faltó. Sin duda, nuestra manera de evaluar lo que nos faltó está condicionada por lo que somos, pero no se trata ya de mis padres, sino de mí. Este juego está aquí para mostrar cómo mi historia puede condicionar mi libertad para elegir, pero también para establecer que esa libertad no puede evitarse.

“Salimos al mundo a buscar lo que nos faltó ofreciendo a cambio lo que recibimos”

Ojalá descubra que si bien hay un condicionamiento en lo que recibí, puedo conocerme y librarme de él para dar lo que elijo dar; y si no puedo hacerlo solo puedo pedir ayuda. Cuidado: ayuda no es sinónimo de terapia; es más, lamentablemente hay cosas que la terapia no enseña, cosas que hay que aprenderlas viviendo la vida. Con respecto a esas cosas un terapeuta sirve cuando las otras instancias para recibir lo que necesito han fracasado, sólo ahí.

La vida es una transacción: dar y recibir son dos caras de la misma moneda. Si la moneda tiene una sola cara, es falsa, cualquiera sea la cara que falte.

A los hijos, todo lo que yo les enseñe, cuando ellos sean grandes, no les va a servir demasiado. Salvo que les enseñe cómo buscar sus propias respuestas. El problema está en asumir que las referencias mías me sirven a mí, no les sirven a todos. No puedo enseñarles a mis hijos mis referencias pretendiendo que sean las de ellos y que las tomen como propias. La actitud inteligente es transmitir a nuestros hijos lo que aprendimos sabiendo que podría no servirles.

Tenemos que tener esa humildad. Saber que ellos van a poder tomar de nosotros lo que les sirve y descartar el resto. Tengo que enseñarles mis referencias, que incluyen mis valores y mis habilidades emocionales, pero tengo que tener la suficiente humildad para saber que son reglas que él puede cuestionar.

LA FAMILIA COMO TRAMPOLÍN

El primer pilar es el amor: Un hijo que no se ha sentido amado por sus padres tiene una historia grave: le será muy difícil llegar a amarse a sí mismo.

El amor por uno mismo se aprende del amor que uno recibe de los padres.

El segundo pilar es la valoración: Si la familia no ha tenido un buen caudal de autovaloración, si los padres se juzgaban a sí mismos como poca cosa, entonces el hijo también se siente como poca cosa. “En las buenas familias la olla de autoestima de la casa está llena”, es decir, los papás creen que son personas valiosas, creen que los hijos son valiosos, papá cree que mamá es valiosa, mamá cree que papá es valioso.

El tercer pilar es el de las normas: Las normas deben existir con la sola condición de no ser rígidas, sino flexibles, elásticas, cuestionables, discutibles y negociables. Pero tienen que estar.

El último pilar es la comunicación: Para que el salto sea posible, es necesaria una comunicación honesta y permanente. La fundamental es la que empieza con las preguntas del corazón: ¿Cómo estas? ¿Cómo pasaste el día? ¿Querés que charlemos?

Amor, valoración, normas y comunicación: sobre este trampolín el hijo salta a su vida para recorrer, primero, el camino de la auto-dependencia, y luego, el camino del encuentro con otros.

Hay que aprender a terminar con la función de padre y con la función de hijo. Esto significa olvidarse de la función y centrarse en el sentido del amor. Todas las obligaciones mutuas que nos teníamos (las mías: sostenerte, mancarte, ayudarte, etc. Y las tuyas: hacerme caso, pedirme permiso, hacer lo que yo diga) se terminaron. Lo que nuestros hijos necesitan es que hagamos lo posible para que no nos necesiten. Esta es nuestra función de padres.

MIS HIJOS SON HERMANOS

Obviamente, el compartir un espacio con otro me entrena para próximos encuentros más sofisticados. Las envidias, los celos, las manipulaciones y hasta las peleas entre hermanos, funcionan como un trabajo de campo del futuro social.

Muchas veces, la relación está impregnada de aquello que los padres hayan sembrado a consciencia o sin saberlo entre los hermanos. Los padres encuentran muchas veces en sus hijos un escenario ideal donde mover de forma diferente los personajes de su propia infancia para resolver sus antiguos conflictos familiares. Usan a sus hijos como escenario, como aliados o como actores de reparto, y nadie puede librarse de alguna de estas tres cosas.

Creo que no exagero si sostengo que en los conflictos entre hermanos el 75% del problema ha sido enseñado por los educadores.

Si los hijos son vividos como una prolongación, la familia política es muchas veces vivida como un grupo de personas extrañas que ocupan un lugar en la mesa sin ser uno de nosotros.

 

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