Dice el diccionario de la RAE acerca de la palabra BIENESTAR:
(De bien y estar).
1. m. Conjunto de las cosas necesarias para vivir bien.
2. m. Vida holgada o abastecida de cuanto conduce a pasarlo bien y con tranquilidad.
3. m. Estado de la persona en el que se le hace sensible el buen funcionamiento de su actividad somática y psíquica.
El bienestar no depende de que se cumpla un factor determinado o de que en un aspecto de nuestra vida todo vaya bien, sino que es la sensación que se tiene cuando se cumplen, en mayor o menor medida, varias condiciones:
TRABAJO – Es bueno tener el aspecto laboral resuelto, tener un trabajo más o menos agradable, y que la remuneración sea, más o menos, interesante. No tener trabajo, o no estar a gusto en él, son motivos para inquietar nuestro bienestar.
Hay una excepción para las personas que por cualquier circunstancias no están en el mercado laboral.
FAMILIAR – Tenemos necesidad de sentirnos queridos y de sentir los vínculos familiares que nos unen a otras personas.
ECONOMÍA – Es importante que lo relacionado con el dinero esté resuelto y no sea una fuente de conflictos y preocupaciones.
FÍSICO – Es elemental tener buena salud y energía para realizar las actividades cotidianas.
COMUNIDAD – Conviene sentirse parte de la comunidad en la que uno vive.
La parte buena es que en todos ellos se puede hacer algo por mejorar la situación que tengamos. Eso es confortador. Con nuestro esfuerzo o atención podemos conseguir aún mayor bienestar. Depende en gran medida de nosotros asentarlo y fortalecerlo.
Escuchar música, jugar con niños, estar con los amigos y la familia, sentirse querido, reír, leer, estar en paz… hay muchas actividades cuya realización nos proporciona la sensación de bienestar.
Y es nuestra responsabilidad hacer que el bienestar sea cada vez más continuo hasta que llegue el día en que nos asentemos en él, porque dejemos de sentir a las cosas que nos suceden o nos rodean como si fueran enemigos tratando de boicotear nuestro bienestar.
Sepamos desembarazarnos de todo aquello que nos impide la dicha plena, la paz, y la armonía entre el espíritu y el cuerpo.
Seamos conscientes cada una de las veces que nos sintamos bien; disfrutemos el momento, y tratemos de hacer lo necesario para que sea nuestro estado habitual.
Sepamos valorar nuestro bienestar cuando lo disfrutamos.