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 CÓMO AFRONTAR LAS CRÍTICAS



Septiembre 13, 2014, 06:36:58 am
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CÓMO AFRONTAR LAS CRÍTICAS
« en: Septiembre 13, 2014, 06:36:58 am »
CÓMO AFRONTAR LAS CRÍTICAS


Primeramente, nos fijamos en un defecto; seguidamente, emitimos un juicio; y más tarde, lo verbalizamos interesadamente en voz alta. Esto es la crítica.

Cuando un defecto ajeno nos llama la atención, elaboramos un dictamen más o menos pormenorizado y lo expresamos intencionadamente en voz alta a una tercera persona, estamos cerrando el círculo vicioso del juicio sumarísimo, convirtiendo la simple y natural opinión en una crítica.

Habitualmente, todos valoramos las personas, las cosas o las situaciones; pero también, frecuentemente, nos dejamos llevar por el deseo de anunciarlo a los cuatro vientos: es el veneno de la crítica.

No es nada extraño que nos sintamos bien cuando criticamos a alguien, porque hasta cierto punto es un proceso de empatía grupal. Un supuesto enemigo externo sobre el que se pueda opinar y llegar a criticar es una de las maneras más primitivas de aunar ánimos y sentimientos comunes. Incluso, en una conversación entre amigos, cuando uno del grupo critica indiscriminadamente a alguna persona o situación, este hecho nos llama tanto la atención que psicológicamente nos sitúa de parte del que emite dicha opinión, pese a que podamos discrepar.

En realidad, la crítica posee el atributo de la preponderancia. Es fácil atraer la atención de un grupo cuando expresamos una crítica, que sin excesivo esfuerzo nos situará en un lugar de cierto liderazgo o importancia.

Pese a que la crítica es consustancial con el ser humano y es una práctica común, no siempre mejora las cosas. En la mayoría de las ocasiones las empeora, ya sea por la reincidencia, la virulencia con que se expresa o por el poco equilibrio que existe con el reconocimiento personal. Muchos grupos de personas están enfermos por causa de la crítica. Las relaciones humanas enferman al fundamentarlas cotidianamente en la severa y constante opinión sobre los sucesos y las acciones de otras personas. No obstante, para resarcirnos y sentirnos bien cuando dictamos un veredicto, acostumbramos a decir que la nuestra es una crítica positiva.

Clasificamos la crítica y la situamos en dos grupos: la buena y la mala, la positiva y la negativa, dependiendo de lo que sintamos en ese momento o de nuestra intención.

Generalmente, la evaluación que hacemos de otras personas nace de una actitud personal crítica. Es decir, cuando se emite un juicio sobre algo o alguien no se hace con la intención de agradar, ayudar o mejorar a la persona que lo recibe, sino con la intención de consolidar nuestra posición, capacidad y opinión. Por lo tanto, actuamos con un espíritu de poca cooperación y asociación. Necesitamos fortalecer nuestra posición y, para lograrlo, la crítica es uno de los caminos más fáciles. Sin embargo, tendríamos que aprender diferenciar entre crítica y observación o valoración.

Por lo general, dedicamos tanto tiempo en criticar porque es más fácil hablar de lo que hacen otras personas que hacerlo nosotros mismos. Por lo tanto, el que escoge el puesto de crítico en lugar de actor está tomando la posición más cómoda. Los verdaderos creadores de este mundo no tienen tiempo de criticar, porque muy están ocupados en hacer cosas. Una actitud saludablemente crítica, en sí misma, puede ser muy útil; pero si sólo escogemos el rol de analista crítico en lugar del que hace cosas no estaremos creciendo. Y aún podría ser peor, es posible que estemos utilizando la crítica para absolvernos de nuestra responsabilidad por nuestra ineficacia proyectada en los que realmente están haciendo un esfuerzo.

Cuando en lugar de hacer una observación o valoración hacemos una crítica, estamos haciendo un juicio sobre las otras personas, les ponemos una etiqueta y no las vemos objetivamente. La crítica, aunque pretenda ser constructiva, acostumbra a bloquear a quien la recibe. Para ayudar, es preferible hacer observaciones; es decir, valorar una acción o un hecho compatibilizándola con la alabanza o el reconocimiento, pero sin involucrar integralmente a la persona. La aceptación nos acerca a los demás, en cambio la crítica nos aleja de ellos.

Muchas veces, la envidia es un pernicioso motivo que hace aflorar la crítica. Cuando vemos que los demás han hecho cosas que nosotros no hemos sido capaces de hacer, es cuando nos sentimos mal y permitimos que la crítica aparezca. También hay otros elementos que pueden hacer aflorar la crítica, como la falta de autoestima, el no perdonarnos a nosotros mismos ciertas actitudes o formas de ser, la frustración o el desear ser excesivamente competitivos en nuestro trabajo y relaciones sociales. En bastantes casos se da la circunstancia de que un juicio crítico con uno mismo conlleva un juicio crítico hacia los demás. El que es crítico con los demás también lo es consigo mismo, aunque ello no signifique que la autoevaluación le esté mejorando como persona, sino que básicamente se está poniendo a juicio de manera obcecada, lo que le puede llevar a situaciones límites respecto a su personalidad.

No obstante, el espíritu crítico no es nocivo en sí mismo si lo entendemos bien, pues nos puede ayudar a superarnos, porque con la voluntad de encontrar aquello que podemos mejorar seguramente podremos progresar. El problema es cuando la crítica se convierte en la protagonista de nuestras vidas y dedicamos mucho tiempo a supervisar y a criticar actitudes de los demás.


CÓMO DEJAR DE SER CRÍTICOS

* Cuando apuntas con un dedo, recuerda que los otros tres te apuntan a ti. Este proverbio inglés nos ayudará a entender que cuando hacemos una observación sobre alguien con ánimo de crítica, al mismo tiempo y por nuestra declaración tendremos como mínimo tres opiniones que nos señalarán a nosotros. Cuando expresamos una crítica nos situamos en el centro de una supuesta verdad que en un futuro nos podría pasar cuentas cuando, por las razones que sean, el destino nos ponga en el lugar y circunstancias que anteriormente habíamos enjuiciado. Entonces deberemos pasar la prueba del algodón, al responder nosotros mismos a la crítica que verbalizamos, con un comportamiento o actitud acorde a lo que anteriormente dijimos.

* No hacer amigos con los enemigos de los enemigos, ni frecuentar la crítica fácil. Los enemigos de mis enemigos no deberían ser nuestros amigos. Somos más propensos a la crítica si estamos con personas propensas a ella, ya sea por razones de enemistad o de conflicto. Hacer amigos por medio de la complicidad de aunar sentimientos críticos hacia otras personas es una manera insana y nociva de hacer amistades. La crítica rápida y fácil denota una seria falta de madurez.

* Cambiar o transformar el fatídico destino cotidiano: recibimos una alabanza por cada diez críticas. Este gran desajuste hace que muchas personas vivan con miedo porque saben que en cualquier momento recibirán un serio juicio por su forma de vivir, su actividad, trabajo o actitudes en general. Este desajuste lo podemos equilibrar si aprendemos a reconocer a una persona más que a criticarla o enjuiciarla.

* Equilibrar nuestra opinión externa: hacer tantas observaciones de carácter negativo como positivas. Si tenemos que opinar sobre algo, es bueno equilibrar los extremos: compatibilizar el parecer negativo y el positivo. De esta manera lograremos que nuestro interlocutor pueda sentir más aceptación.

* Aprender la diferencia que hay entre crítica y observación. No hay crítica constructiva, lo que existe son observaciones. Cuando dictamos un juicio hacia una persona, es crítica; cuando valoramos un suceso, es observación. Aprender la diferencia entre crítica y observación nos permitirá relacionarnos más saludablemente unos con otros. La observación no entra nunca en la descalificación de la persona, sino que valora una situación o unos hechos sin difamar ni desacreditar.

* Las personas inteligentes no critican. Tener la costumbre de criticar es un defecto que denota falta de empatía y cooperación. Hay que ser más valiente para no criticar que para criticar. Quienes no critican optan por la valentía y la inteligencia.

* Distinguir entre el perfeccionismo y lo óptimo. El deseo de hacer las cosas perfectas nos puede llevar a la enfermedad del perfeccionismo; es decir, creer que la perfección es el nivel que hemos de dar a cada momento. Si así lo hacemos, entraremos en el círculo de la crítica, con el único fin de que todo el mundo haga las cosas obsesivamente bien. Es preferible vivir las cosas bien hechas, con actitud óptima, pero sin esclavizarnos con la perfección, porque el perfeccionismo maltrata nuestra percepción de la realidad.

* Si queremos hacer amigos, eludir las críticas. Se gana más regalando un pequeño elogio que sea cierto y verídico, que enjuiciando cualquier aspecto de la persona. Todos tenemos fallos y actuamos erróneamente y, pese a que es bueno recibir consejo sobre cómo mejorar, no podemos convertir la observación, opinión o valoración en crítica, porque ahuyentaremos a los demás.


CÓMO AFRONTAR LAS CRÍTICAS

* Crecer en nuestra propia autoestima para no quedar afectados por cualquier crítica. Una buena autoestima es básica para ser prácticamente inmunes a las críticas y estar atentos a las observaciones. Las personas con baja autoestima sufrirán no sólo el efecto de la crítica, sino cualquier observación o valoración sobre su persona.

* Conocernos a nosotros mismos en una saludable evaluación. Es decir, evaluarnos personalmente como primer paso para evaluar a los demás? No deberíamos ser tan autocríticos con nosotros mismos que no podamos soportar el analizarnos como somos. Nos debemos conocer sin juicios exagerados ni actitudes obcecadas.

* Cualquier crítica es, primeramente, el reflejo del estado personal de quien la emite. Acostumbramos a observar la crítica exclusivamente desde nuestra posición, con una sensación vejatoria y de dolor personal; pero la virulenta opinión que recibimos de otra persona, en realidad, primeramente refleja sus pensamientos, sus dudas, sus inquietudes, su intereses, sus incertidumbres y, también, sus incoherencias? Es decir, cuando alguien critica, muchas veces lo hace movido más por el ruido que tiene dentro que por una capacidad propia de juicio justo y sano. Conociendo esto de antemano, podemos tamizar bastante la influencia negativa de cualquier opinión que intente desestabilizarnos.

* Una crítica tan solo es una opinión. Acostumbramos a dar excesiva importancia a las críticas o a cualquier valoración que alguien haga sobre nosotros, nuestro trabajo o nuestra forma de ser. No obstante, una crítica, ya sea constructiva o negativa, no es más que la opinión de alguien, cuyas razones pueden ser objetivas o muy subjetivas, pero que no sientan ni pueden sentar cátedra sobre cómo somos ni sobre nuestras capacidades y actitudes. Ver cualquier crítica como una simple opinión nos habilitará para no sucumbir ante lo descarnado del veredicto.

* No convertir en ataque personal cualquier crítica recibida. Darle valor de opinión, no más. Cualquier crítica la podemos convertir en una opinión simplemente atendiendo a lo interesante de la observación. Incluso cualquier crítica puede llegar a ser una buena y provechosa aportación cuando la miramos desde la simple opinión.

* Limitar la ascendencia de los ‘criticones profesionales’. Hay quienes tienen el defecto de criticar a diestro y siniestro. Han aprendido a hacerlo y no saben vivir ni comportarse sin esa actitud de constante y perniciosa censura. Ante estas personas sólo cabe alejarnos lo máximo en lo posible o cortarlos elegante y tajantemente cuando se ensañan con nosotros o con terceras personas. En estos casos, lo mejor es no salir o coincidir mucho con ellas o, si no es posible alejarse, cortar decididamente sus formas con un ‘no quiero entrar en el círculo vicioso de criticar’. Y cambiar de tema. Es preferible estar y compartir ambientes donde existan otros componentes de conversación más positivos.

* Clasificar las fuentes de donde provienen las críticas para ser más fuertes ante ellas. Primeramente es necesario saber de quién vienen las críticas y conocer cómo nos critican? Sabiendo de dónde vienen y cuáles son sus intenciones, nos ayudará a no tomarlas en cuenta. En segundo lugar, listar dos grupos: las personas que critican indiscriminadamente y las que emiten una observación o valoración ponderada. Al recibir una crítica u observación colocaremos la fuente en el lugar correspondiente: los críticos sin piedad y los que emiten observaciones inocuas. De los primeros no haremos caso; de los segundos, atenderemos sus aportaciones.

* Decir sí, es una buena primera respuesta para seguidamente analizar la verdad de esa crítica. Es muy saludable aceptar plenamente cualquier crítica en primera instancia, accediendo a la consideración y revisión. Esta actitud nos permitirá conducirnos con humildad y con la apreciada cualidad de los que utilizan cualquier situación de la vida para aprender y mejorar. No es malo ni no nos desacredita aceptar la crítica, incluso aunque fuere excesivamente interesada y despiadada. Pero consiguientemente el siguiente paso será el de analizar qué de verdad hay en esa opinión y sacar las conclusiones

* Evaluar un trabajo no es necesariamente ejercer una crítica. A veces tomamos la evaluación que un jefe o superior da sobre nuestro trabajo como un severo juicio, aunque muy probablemente sea simplemente una evaluación para la rectificación, necesaria en toda labor o actividad. Saber y reconocer que nuestra responsabilidad como profesionales pasa ineludiblemente por la evaluación de un superior nos hará más consecuentes con la tarea y, al mismo tiempo, nos hará más sabios.

* Ser irónicos es muy útil para huir de las críticas. Cuando vemos que una crítica llega con veneno y virulencia para hacernos daño, la ironía es una herramienta muy útil para pasar por encima y no permitir que la crítica nos afecte.

* Pedir a personas de confianza que nos den una opinión o una observación sobre lo que hacemos. Para no estar dependiendo de las críticas externas y sus efectos sobre nuestra percepción de la realidad, es preferible apoyarse en una o varias personas de confianza que nos puedan dar una acertada opinión sobre aspectos de nuestra personalidad y/o acciones que consideremos necesarias?

©2010 Josep Marc Laporta

 

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