Mirad cada día con optimismo, poneros metas claras y precisas, luchad cada instante por conquistarlas, pensad y actúad positivamente ante todas las circunstancias, más cuando las situaciones se tornen extremadamente críticas, sacad a flote toda vuestra casta de vencedor, dejad de quejaros, aprended a hacer posible lo imposible.
En todo momento, aprended a ejecutar todas vuestras acciones, con prestancia y eficacia, pues por pequeñas y sencillas que parezcan, cada una de ellas lleva, vuestro sello de calidad y grandiosidad.
Cualquiera que sea la visión que tengáis de Padre (Dios), agradecerle por estar vivos y porque siempre podeis mejorar, no pretendais pedirle más, cuando no habéis sabido sacar provecho, a los talentos y virtudes que os otorgó cuando fuisteis concebidos.
Convertir los hechos, tus acciones, en vuestras mejores oraciones, entender que Padre al daros la capacidad de razonar y crear, no escribió nada, ni señaló normas, que os impidan vivir plenamente y a vuestra manera, recordar que Padre, se siente entusiasmado cuando vosotros intentais algo diferente, debeis estar seguros que presta poca atención, a quienes desperdician su existencia, caminando sin reflexión, por senderos marcados por otros seres humanos, quienes hábilmente se consideran dueños de la verdad y guardianes de doctrinas, individuos que pareciendo buenos y obedientes, le claman con diferentes nombres, cánticos, gestos, aplausos, letanías o rezos repetitivos e insulsos, cuando él sabe que son pronunciados por temor o como condicionantes religiosos, pero mantiene mucha simpatía, hacia quienes con sus pensamientos, actitudes y acciones, tienen fuerza y entereza para levantarse una y otra vez, ante los errores y dificultades, para seguir bregando y mejorando paulatinamente.
Prestad la ayuda posible, a todas aquellas personas que lo necesiten sin mirar a quien y sin esperar nada a cambio. Y sobre todo, ámaros y respétaros a vosotros mismo, vivid apasionadamente la vida, la gente que os rodea, la naturaleza, convertiros a la sencillez y sensatez en vuestros mejores compañeras, cultivad permanentemente vuestra alegría, buenos hábitos y sabiduría, así encontrareis sentido, armonía y belleza, hasta en las cosas y situaciones más simples.
Vivid con intensidad, cada instante donde quiera y como quiera que estéis, y cuando llegueis al final del camino, enfrentad el último segundo de vuestra existencia, con la sobriedad, altivez y seguridad de los pocos seres que llegan a ser grandes, y sed felices, al saber que fuisteis un poema perfecto de paz, amor y progreso.
