Reconócelo, eres un manojo de rencores. Te harás un favor aceptándolo. Reconoce que eres una olla a presión de cólera que sufre por no acabar de estallar. Buscas una redención externa que no llega. Y no estallas por miedo a las repercusiones que 'crees' que tendrá. Ni por asomo se te ocurre pensar que tu estallido beneficiará a tu entorno, tu redil. Disimulas tu ebullición por miedo al abandono que tu explosión crees que conllevaría. Tienes miedo al concepto que te has cultivado de la soledad, la más abominable de tus pesadillas, miedo a perder a esos falsos y serviles 'amigos' y vasallos que te adulan a cambio de un plato de lentejas, miedo a des-ligarte, des-apegarte de lo malo conocido (una pareja/padre/madre/jefe que te humilla), miedo a cortar los nudos que te atan a eso que continúas llamando amor y que no es sino esclavitud, miedo de des-vincularte de las servidumbres que, mal que te pesen, son ese clavo ardiendo al que te agarras para convencerte de que vales algo. Necesitas SENTIR-te reconocido, que tu participación en el concierto de la vida sea valorada. No lo fue cuando necesitabas ese amor. Al contrario padeciste soledad y abandono. Y, claro, te prometiste que no volverías a pasar por eso. Nunca más solo. 'You'll never walk alone'...y aprendiste a controlar...para no estar solo.
Cada cual tiene su abanico de miedos. El mundo se divide básicamente entre los que los exponen como carta de presentación y los que lo disimulan. Pero tanto si eres de los que disimulan para no perder la compostura o de los que viven atenazados por ellos, vas a tener que identificar a tus miedos y mirarlos fijamente a los ojos, para poder soltarlos, liberarlos, para dejarlos ir, que es de lo que se trata. Es el miedo de tu ser emocional, tu niño o niña que llevas dentro, quizá aún anclado a sus terroríficos recuerdos uterinos (falta de oxígeno porque mamá fuma...), espantado ante el miedo indisimulable que viste en los ojos de tu padre y/o madre. Ellos eran quienes debían transmitirte toda la confianza para que florecieras en paz hasta que finalmente pudieses valerte por ti mismo. Pero no te dieron esa paz. Al contrario, con toda probabilidad no viviste tu infancia. En el mejor(?) de los casos te inundaron con cosas( juguetes, etc.) que ni siquiera pediste para mantenerte distraído, para que 'no les molestases'. Por supuesto que no te enseñaron a "despegar del nido", a volar. En resumen, por activa o por pasiva, no tuvieron paciencia contigo, de escucharte, de mirarte a los ojos con paciencia, con tolerancia (que no son sino facetas del amor) porque estaban demasiado ocupados tratando de generar atención afuera, de saciar su propia sed narcisista irresuelta. Tu pasaste de ser el objeto de su realización paternal/maternal (tras el que sin duda se oculta una pulsión por perpetuar la especie) a ser poco más que un estorbo, una incomodidad que tiene inesperadas e incómodas necesidades que satisfacer.
Como mucho te idolatraron, te planificaron (controlaron) para proyectar su insatisfecha autorrealización en ti, como si fueses la arcilla donde moldear sus expectativas. Si eras sensible probablemente te lanzaron al vacío sin paracaídas. Y si el coraje era tu seña de identidad es probable que trataran de retenerte a su lado a toda costa, victimizándose y juzgando a tus amistades, tratando de retrasar tu despegue todo lo posible. En ambos casos te asfixiaron. En definitiva, no supieron (quisieron?). Y ese 'no saber/querer', por mucho que te hayas visto obligado a justificarlo (honrarás a tu padre y a tu madre), no fue inocuo para ti. En absoluto. Y lo sabes. ¿qué vas a hacer con esa bomba de relojería cuyo tic-tac tan presente tienes?
El rencor es la consecuencia subsidiaria del miedo a no ser aceptado. Y ha convertido este mundo en un escenario de insanas devociones, el súcubo de todo el caos de corrupción que de golpe estamos presenciando.
Pero ahora es la hora de levantar el vuelo. Es la hora de soltar el apego que te tiraniza desde dentro, porque es solo TUYO. Ellos ya han olvidado el daño que te hicieron. Cualquier reproche que se te ocurra hacerles te regresará como un boomerang. Porque la solución al desamparo ya no está en ellos. Afortunadamente está en ti. La clave para la redención está en la expulsión de tus demonios.
Es hora de abandonar el asfixiante nido paternalista. Hora de finalmente establecer los límites de tu integridad. Y para que ello se torna imprescindible conectar y sacar a la luz todas las vergüenzas acumuladas, los abandonos soportados largamente en silencio, en la aterradora soledad de no ser reconocido. Hora de tomar consciencia del epicentro del que emanan todos los abusos subsidiarios que cotidianamente padecemos. Y por supuesto reconocer en que modo y medida has repercutido en tu entorno dichos abusos (pareja, hijos, amigos...). Recuerda, monkey does what monkey sees...
Chacun sa merde como dicen en Francia...
Tienes miedo de soltar el control, de perderlo, de tomar la decisión equivocada. ¿Qué podría suceder? ¿Equivocarte? ¿Acaso la vida no te ha demostrado suficientemente parecerse a una escuela? Se aprende de las equivocaciones, no?. Ensayo-prueba-error...no? De eso no se muere. Ciertamente que toda equivocación involucra a alguien. Y en ocasiones se genera dolor. Es inevitable. Vivimos en sociedad. Convivimos. No solo en términos de especie, sino en concierto con todo el planeta. A ti en primer término. A otros también. ¿Solución al dolor? Sentirlo. El dolor no mara. Mata reprimirlo. Y en el camino de la represión, del olvido, DE LA IGNORANCIA, hay sufrimiento.
Disculparse y reparar lo reparable. Todos nos equivocamos, pero no es el fin del mundo. Tu miedo a no hacerlo bien, a no valer, es demasiado intenso. Y es un miedo justificadamente fundado. Lo llevas grabado a fuego. Estás convencido de que tienes la culpa de algo irreparable: de la neurastenia o tendencias suicidas de tu madre, de la violencia de tu padre, de los impulsos libidinosos que despertabas en tu padre/tío/abuelo...
Hace 4000 años aproximadamente que los dioses de la antigüedad dejaron de confraternizar con sus criaturas humanas, aquellas a las que mucho antes habían 'creado a su imagen y semejanza'. 4000 años hace que se fueron sin dar explicaciones por la hecatombe nuclear que habían ocasionado y de la que la Península del Sinaí todavía sigue dando testimonio. Desde entonces somos una especie huérfana, abandonada a nuestra suerte.
Teníamos que pasar por esto. Era nuestro destino como especie. Fue nuestra etapa de adolescencia. Salir de ella para entrar en la edad adulta es la siguiente etapa. Y está a la vuelta de la esquina. Es más, YA ESTÁ AQUÍ.
Toda emancipación requiere de una catarsis. Romper necesariamente el cascarón requiere un esfuerzo. Evitar el dolor que eso supone es resignarse a permanecer anclado en el nido.
Está pasando. Para eso has venido. Tu presencia es más determinante en el contexto universal de lo que nunca hayas concebido.
¿Demagogia barata? Esa es el típico comentario del ego. No me dirijo a él.
A ti que juraste que nunca llorarías, que nunca rogarías piedad, a ti que te aferras a tu orgullo como a un clavo incandescente que irremisiblemente te quema las manos, libera las lágrimas que llevas reprimiendo y que piden urgentemente un recipiente en el que derramarse, un espejo donde verse reflejadas y obtener carta de identidad. Llora y ríe a partes iguales. Te lo debes. Lo sabes.
Crees (te has convencido de) que si pierdes el control, si sueltas el mando, todo se desmorona. Una creencia producto de tu miedo. Miedo a perder el dominio sobre los acontecimientos, miedo a que todas tus circunstancias dejen de depender de ti. Pero resulta que el derrumbe ya está aquí. El caos que querías evitar a toda costa ha llegado. Lo quieras o no. Está colándose por las rendijas. Y estaba programado. Estaba escrito que debíamos soltar los apegos. A fuerza de retenerlos, nos están siendo arrebatados. Y el Cosmos utiliza a tus hermanos de la oscuridad (illuminati...) para agilizar ese proceso. Se te está desproveyendo de todo aquello que, por mucho que hayas luchado de retener, no es propio de ti, pues es accesorio. La verdad está recuperando el terreno perdido porque las mentiras y el engaño son accesorios. El universo ya no puede esperar más a que te decidas a escoger nutrirte de tu propio combustible, el amor. Soltar el control es dejar de participar con las dementes reglas del dominio sobre la vida. Y los que una vez te utilizaron en su festín no dejarán que excuses tu presencia tan fácilmente. Si sueltas el control te amenazarán con rescatarte, blanda o duramente, da igual. Les aterra la idea de verte libre de su asfixiante y endeudante abrazo. Harán todo lo posible por mantenerte dentro del redil, forrarán de oro los barrotes de la prisión en la que te confinaron, te modernizarán la cocina, ampliarán el límite de tu crédito, todo con tal de que no oses ser autónomo, de que no te atrevas a decirles adiós, a abrazar tu libertad...
El colapso de todo lo que siempre diste por sentado está sucediendo por y para tu bien. Puedes optar entre aferrarte a tus resentimientos y a tu cólera y creerte uno de los justicieros jinetes del apocalipsis, sumiéndote en lo que crees que es una batalla, en la que debes ya sea tomar partido (¿alguna vez dejaste de hacerlo?) por el que crees que es el obvio bando de la justicia, perpetuando así la lucha por tus ideales y tus principios, (que son los de los egos de tus ancestros), contra el opresor, o bien mirar a la cara a tus miedos, aquellos que te empujan a esa deriva revanchista y soltarlos, dejarte llevar por el río de la vida.
Observar el caos externo con el rostro de la Mona Lisa es rendirse al torrente de la vida, el sabio y milagroso caudal de energía del que estás hecho, que ha testimoniado tu paso por tus vidas cientos de miles de veces antes que ésta, un caudal de vida libre y sagrado y que se respeta suficientemente como para no tener miedo de sí misma (ni controlarse). Mucho menos necesita ser controlado por tu ego. Es el fin de un mundo de esclavos y verdugos. El inicio de una nueva era de armonía a la que estás invitado. Pero antes debes quitarte los disfraces que te identifican con esos dos papeles. Re-conócelo y siéntelo.
Sócrates, el filósofo ateniense, que era un sabio, no un hombre de conocimientos (por eso nunca fue profesor), afirmó entre otras cosas, que "Sólo sé que nada sé" y se dice que agregó: "y ni siquiera de eso estoy seguro". Un ego que atesora conocimientos, y presume de conocer y compendiar datos, que se jacta de la seguridad y la concreción de sus respuestas es un completo estúpido que siempre acaba enfrentado con su propia insuficiencia. Más o menos lo que quería decir Albert Einstein cuando afirmó: "lo importante es no dejar de hacerse preguntas". O también, "la vida es hermosa. Vivir no es una casualidad". De hecho se dice que sólo las mentes corruptas, estúpidas y limitadas, ergo alienadas por su ego, pueden estar seguras de algo tan autocomplaciente como por ejemplo que no hay vida inteligente más allá del mundo conocido.
"Sé el cambio que quieres ver en el Mundo".
La Vida es un misterio muy vasto, inmenso e incognoscible. ¿Quieres ayudar al mundo a desproveerse de su capa de ignorancia? Mírate al espejo y haz un cambio. El túnel de lavado que estamos atravesando tiene, como todos los túneles, una entrada y una salida. No te quepa ninguna duda de que nos hallamos infinitamente más cerca de ésta que de aquella. Tan cerca que puede que a muchos les ciegue la luz a la que tan desacostumbrados estaban.
"If you wanna make the world a better place take a look at yourself and make a change". (Si quieres hacer del mundo un lugar mejor échate un vistazo a ti mismo y haz un cambio).
M. Jackson.
http://hoyxtiredefavores.blogspot.com.es/2012/08/soltar-el-control.html