¿LO PERMITÍ POR AMOR O POR ESTUPIDEZ?
14 anécdotas para reflexionar
Hace unos días conversaba con la hija de una amiga, una joven que ronda los 20 años, sobre la cantidad de estupideces que una llega a aguantar “en nombre del amor”. El tema venía al caso debido a que, actualmente, ella tiene una relación que, según sus palabras, es excepcional y como ninguna otra en el mundo (¿nos suena familiar esa expresión?). Claramente, esta chica se encuentra en ese estado por el que muchas mujeres ya hemos atravesado (y de donde algunas hemos salido con graves heridas), y que comúnmente se le conoce como enamoramiento.
Dicha fase suele ser riesgosa, sobre todo para las mujeres, pues casi por regla general acostumbramos enceguecernos, idealizar y confundir ciertos conceptos (como el amor) y, sobre todo, enaltecemos de varias formas al sujeto que nos "conquistó el corazón". Pero lo peor de todo, es que es justamente en esa etapa, cuando muchas mujeres solemos renunciar a nuestra identidad, a los sueños, anhelos, proyectos y hasta a nuestras costumbres, para convertirnos, tristemente, en la sombra de un sujeto y, para colmo, nos convencemos de que todo lo hacemos en nombre del "amor".
En aquella charla, la chica no dejó de alabar los maravillosos atributos del sujeto en cuestión, o sea, su pareja y, sin rodeos, simplemente lo calificó como un hombre extraordinario (si por cada mujer enamorada que describe e idealiza así al "amor de su vida", habría una cantidad interminable de hombres extraordinarios, perfectos y admirables en el mundo). Sin embargo, en cierto momento hizo una breve pausa para meditar por unos segundos y, finalmente, reconoció que su pareja, a veces ("pero solo a veces"), tiene un carácter difícil. Mencionó algo como lo siguiente:
“En ocasiones él es frío y distante. Nunca ha sido detallista, no comparte mis gustos en muchas cosas ni tampoco le gusta convivir con mi familia. A veces me grita porque no lo entiendo, pero nada de eso me importa, yo sé que me quiere así como es, y mientras él esté bien, yo también”. Y remata diciendo: “No me afecta mucho su forma de ser, pues prefiero llevar la relación como a él mejor le parezca y así evitarme problemas. Yo me siento a gusto como estamos, además creo que ninguna relación es perfecta, y el amor es así”
Habló tan convencida que me dejó helada, y pensé:¡Qué espeluznante puede resultar un amor mal entendido!. Me recordó a mí misma, minimizando, justificando e ignorando las evidentes señales de alerta.
No entraré en detalles sobre el sujeto al que ella se refería (su pareja), solo diré que me ha bastado tratarlo “por encimita” un par de veces, para saber que no quisiera algo así para mi hija. Y me pregunto, ¿De verdad esta jovencita, como muchas otras más y que piensan de manera similar, será feliz con alguien que, en pocas palabras, no le hace caso, no la respeta a ella ni a su familia, la aísla y la manipula a su voluntad? ¿De verdad creen que a ese tipo de relación puede llamársele amor?
La experiencia y los casos que he atestiguado, me hacen pensar que la hija de mi amiga no se encuentra enamorada, sino más bien, encaprichada, y tarde o temprano aprenderá que nada de lo que hoy piensa sobre su pareja y sobre la relación que tiene, tiene que ver con el amor. El amor romántico es un arma de doble filo, que nos puede dejar hechas picadillo, por lo tanto, no hay que subestimar el problema.
¿Cuántas mujeres no hemos idealizado las relaciones que hemos tenido, sin importar la edad que tengamos? Y lo pregunto porque conozco a algunas mujeres que, a pesar de su evidente edad madura y de las experiencias que han tenido en el terreno “amoroso”, continúan sin aprender la lección, y se afanan con engancharse con lo primero que se les cruza en el camino, idealizan todo lo que les rodea y son capaces de abandonar su identidad con tal de no estar "solas", por miedo o por innumerables razones. No quiero decir que debamos negarnos a buscar el amor verdadero, lo lamentable es cuando esa búsqueda se convierte en obsesión, en una necesidad primordial por “enamorarnos” y tener “pareja", que nos orilla a conformarnos con cualquier cosa, a aceptar condiciones y cadenas, o bien, a someternos a imposiciones y voluntades ajenas, y siempre decimos que es en nombre del amor, cuando no es así.
CONFUNDIMOS AMOR CON OTRAS SENSACIONES
Cuando nos sentimos enamoradas, pareciera que hemos consumido alguna droga que nos idiotiza, la cual nos hace ver personas que no existen, sentir cosas que, en realidad, confundimos con otras, o bien, hacer cosas que nunca imaginamos. Y no me refiero a esas “locuras” inocentes, creativas, divertidas, originales (o "cursis") que muchas veces solemos hacer cuando estamos enamoradas y que parecen sacadas de películas o libros de corte romántico a más no poder, como desplazarnos a través de grandes distancias para estar con el amor de nuestra vida, dedicarle un espectacular o una canción, hornear un delicioso y complicado pastel con su nombre (cuando nunca antes habíamos entrado a la cocina), tatuarnos su nombre, gastar todo el sueldo o ahorros en un regalo o en una sorpresa para esa persona especial, organizar una cena en la cima de una montaña o a orillas de la playa, planear un viaje sorpresa, etc., etc…...
No, más bien me refiero a las cosas de la vida diaria, cotidianas y frecuentes que hacemos “por amor”. Por ejemplo, ¿cuántas veces, en nombre del amor, rayamos la línea entre ser comprensivas y tolerantes con la de ser absolutamente complacientes y sumisas?.
Si vivimos para nuestra pareja sin condiciones, nos apagaremos lentamente hasta quedar reducidas a una sombra, la sombra del otro. Y, paradójicamente, tanta devoción no conseguirá que nuestra pareja nos ame más, sino todo lo contrario, porque solo se puede amar a una persona con identidad propia. Por tanto, todo aquello que implique abandonarnos para complacer a otra persona no es amor, sino cualquier otra cosa como inseguridad, falta de autoestima, dependencia, adicción emocional, sumisión, necesidad, obligación o miedo. Dichos factores se presentan cuando estamos dentro de una relación destructiva.
Si tú, mujer, sientes que las cosas comienzan a escapar de tus manos, y el amor te empuja a comportarte de una manera estúpida y peligrosa, lo mejor es que comiences a buscar ayuda; de lo contrario, vivirás en una inestabilidad constante.
Dicen que nadie experimenta en cabeza ajena, y es cierto, cada persona tenemos el derecho a probar, a equivocarnos y a vivir nuestras propias experiencias, buenas y malas, aunque a veces, las equivocaciones pueden pagarse muy caro y eso, generalmente lo aprendemos tarde.
No obstante, si estamos informadas y escuchamos las experiencias de otras que han pasado por situaciones similares, podríamos pensar dos veces las cosas antes de hacerlas. Y por eso, en esta ocasión, quiero compartir algunos detalles de mis propias experiencias, ya que además de servirme como un ejercicio de auto-reflexión, también deseo hacer notar que por ninguna razón (mucho menos en nombre del "amor") deben tolerarse ni permitirse aquellas actitudes o comportamientos que nos denigren.
Las pregunta son: ¿hasta dónde se debe llegar en “nombre del amor”?, ¿Es válido perder la dignidad, el orgullo, el esfuerzo por superarse y todas las cosas por las que se ha luchado por construir toda la vida a cambio de algunas migajas de amor, de atención o, simplemente, por no estar solas?
Recordemos que el amor construye, no destruye. El amor está fundamentado en la dignidad y el respeto mutuo. Además, usualmente las mujeres con una sana autoestima y estabilidad emocional son las que llegan a tener relaciones sanas, equitativas y libres. Sin embargo, no lo logra el que es celoso en extremo, ni el que posee en lugar de amar, ni tampoco aquellas que se someten o permiten que vulneren sus derechos. Es importante mencionar que la violencia emocional, psicológica, verbal, económica y sexual dentro de las relaciones de pareja, cada vez se presenta en mujeres de edades tempranas. Hay estudios que revelan que desde los 14 o 16 años ya hay violencia de todo tipo en contra de las jóvenes a manos de sus parejas.
Por tanto, en este artículo develaré 14 anécdotas sobre las cosas que hice por ¿“amor”? Cabe mencionar que, afortunadamente, no tuve muchas relaciones "amorosas" en mi vida, pero fueron las suficientes para poder convencerme de que las cosas que hice no fueron por amor, sino por idiota, aunque agradezco haberlas sobrevivido, pues aprendí que el amor verdadero es todo lo contrario a lo que a continuación se verá... un amor verdadero es libre, constructivo, muto y respetuoso.
Recomiendo que analices si esta lista contiene verdaderas aberraciones, y que pienses en otras que tú misma hayas cometido o, tal vez, estés cometiendo dentro de tu relación de pareja. Lamentablemente, muchas mujeres todavía no se dan cuenta que aman de forma equivocada y están a punto de salir muy lastimadas debido al erróneo concepto de lo que hemos dado en llamar amor.
IMPORTANTE:
• Cada tópico puede relacionarse con otro u otros más de la lista.
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• En cada rubro se incluye una anécdota personal, con el fin de ejemplificar y complementar lo que se explica en cada punto.
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• Por último, recordemos que no debemos generalizar: 1) no todos los hombres son iguales y 2) cada situación es diferente, por lo tanto, nos toca a cada una de nosotras reflexionar objetivamente sobre nuestros conceptos e ideas sobre el amor y, sobre todo, hacer una profunda revisión de la relación amorosa que actualmente tengamos.