4 CAMINOS ESPIRITUALES, ¿CUÁL ES EL MEJOR PARA TI?
Por Roger O’Brien
Lo que te ayuda a desarrollarte espiritualmente suele ser muy diferente a lo que atrae a otra persona a profundizar en la vida espiritual. Los directores espirituales han aconsejado no poner a todos los maestros espirituales en un mismo molde. San Ignacio de Loyola dijo que “no hay error más grande en materia espiritual que el forzar a otros a seguir el patrón de uno mismo”.
¿Cómo puedes indentificar estos diferentes caminos y aplicarlos a tu propio desarrollo espiritual?
A lo largo de los tiempos, muchos observadores han identificado cuatro disposiciones o temperamentos que parecen describir las distintas maneras de comportarse: el camino del intelecto, el camino de la devoción, el camino del servicio y el camino ascético.
Estos cuatro caminos pueden ayudar a la gente a entender mejor su propia espiritualidad. También es importante recordar que todo el mundo tiene las cuatro tendencias en algún grado¬¬—igual que casi todas las manos de cartas contienen los cuatro palos, pero tiene sentido salir con el palo más fuerte. Además, algunas personas son fuertes en más de un camino.
Camino 1: El camino del intelecto
Quienes viajan por este primer camino usan principalmente sus poderes racionales en su búsqueda de Dios. Se sienten cómodos con el método de rezar conocido como “discursivo”, que se enfoca en el deseo de entender, pensar, clarificar e imaginar. Por medio de todo eso se enfrentan a las realidades de la vida.
Esta oración empieza por el nivel intelectual, pero no se queda ahí, sino que mueve a la persona a la acción.
Modelos: Santo Tomás de Aquino y Santa Teresa de Ávila.
Camino 2: El camino de la devoción
El elemento esencial de esta espiritualidad es la experiencia de relación personal con Dios. Quienes van por este camino entienden mejor los símbolos y la liturgia. Este camino se concentra en meditaciones que tocan al sentimiento y expanden la habilidad de relacionarse, preocuparse y amar a otros. Prefieren meditaciones sin estructura para desarrollar la capacidad de amar y estar en continua relación con Dios, los demás, y uno mismo.
Modelos: San Agustín de Hipona y Santa Margarita Alacoque.
Camino 3: El camino del servicio
Éste es el camino de la fe en acción. Es la Madre Teresa abrazando a los pobres y moribundos en Calcuta. Quienes van por este camino tienen que ser libres, no recluidos, y capaces de seguir lo que el espíritu interior les motive a hacer; son impulsivos y nos les gusta estar atados por reglas. Les encanta la acción y se aburren con el status quo. La oración es respuesta y acción, y en sus oraciones responden a los eventos de la vida de Jesús más que a sus enseñanzas.
Modelos: San Francisco de Asís y Santa Teresa de Lisieux.
Camino 4: El camino ascético
Este camino enfatiza la estructura, tradición y disciplina. A veces llamado el camino de la disciplina, no es tanto un camino de negación propia como de desarraigo o purificación. En la oración, los que van por el camino de la disciplina se proyectan a sí mismos en la escena usando su imaginación. Entrando como participantes en el evento, extraen aplicaciones prácticas para su vida diaria.
Modelos: San Ignacio de Loyola y Madre Elizabeth Ann Seton.
El conocimiento de los diferentes caminos para profundizar tu vida espiritual puede ser bastante liberador. Saber nuestros caminos preferidos puede también ayudarnos a darnos cuenta de cuáles son nuestros talentos y desafíos personales y de cómo necesitamos cada uno desarrollar nuestra espiritualidad.
Es igualmente importante empezar a reconocer y apreciar que otros serán naturalmente guiados hacia otros caminos muy diferentes, pero que aún así, los cuatro caminos tienen el mismo destino final.