¿CUÁNDO SERÁ NUESTRO MOMENTO?
Siguiendo ancestrales e inconscientes dictados culturales, las mujeres, a lo largo de nuestra evolución, solemos concentrar la mayor cantidad de nuestro tiempo y energía en algo más que en nosotras mismas. Atendemos primero, las necesidades de nuestros padres, después las de la pareja, más tarde, las de los hijos, y así, un día, después de que han pasado ya tal vez muchísimos años, nos preguntamos: ¿Y yo?, ¿Cuándo me toca a mi seguir mis propios sueños?
Muchas mujeres tienen una especie de “despertar” en algún momento, generalmente alrededor de la mediana edad o en la madurez. Cuando los hijos han crecido y no les requieren tanto. Cuando la pareja está también más involucrada en sus propios asuntos y trabajo. Entonces, empezamos a tener un poco más de tiempo libre para pensar, para estar con nosotras mismas y tomar conciencia de lo que hemos estado viviendo.
De pronto, las mujeres, comienzan a cuestionarse su vida, a preguntarse cosas como: ¿Me gusta realmente lo que estoy viviendo?, ¿Es esta la manera como quiero vivir hasta el final?, ¿Dónde han quedado mis sueños e ilusiones de juventud?
Estos y muchos otros cuestionamientos similares suelen pulular en sus mentes.
Les atraen y les asustan.
Les cautivan y les repelen.
Se dan cuenta de que han venido poniéndose a sí mismas en el último lugar de sus prioridades, postergando sus sueños, y que el tiempo pasa implacable.
Entonces, quisieran detenerlo.
Pero el reloj avanza, indiferente a sus deseos. Sus manecillas sordas siguen moviéndose sin descanso.
Así, ante ese ultimátum que Cronos impone, ¿Qué puede hacerse? ¿Seguir esperando? ¿A qué? ¿A quién? ¿Para qué?
Las oportunidades se escapan a cada momento.
Se vuelve urgente salir del marasmo y empezar a vivir como realmente queremos.
Pero… ¿Por dónde empezar?
Después de tantos años de abandono… ¿Todavía podremos lograr lo que queremos?
Hacen su aparición los pensamientos saboteadores, atacando duramente nuestra seguridad y deseos.
El miedo surge de manera descarada sujetando nuestros pies para inmovilizarlos y confundiendo nuestra mente con falsos y desmedidos peligros que nos aguardan si osamos atrevernos a desafiarlo.
Es cierto, siempre podemos volver a recurrir al viejo recurso de seguir posponiendo y culpabilizando a alguien más por nuestra insatisfacción y desasosiego. Con esa actitud, nos “tranquilizamos” un tiempo prometiéndonos que “después lo haremos”.
Después.
Después.
Hasta que un día la vida nos escupe en la cara que el “después “ se acaba y que si no lo hacemos hoy, ya nunca lo haremos.
Nuestro tiempo es ahora, en este momento.
La prioridad es urgente y nuestras las decisiones.
Las maneras surgen durante el proceso.
El camino una construcción que iremos haciendo.
Ocupémonos ya de movernos mirando a esos sueños que creíamos perdidos.
Los iremos recuperando al irnos acercando a ellos…
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