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 SIGO CAMINANDO



Marzo 26, 2015, 06:57:56 am
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SIGO CAMINANDO
« en: Marzo 26, 2015, 06:57:56 am »
SIGO CAMINANDO
María José Bayard

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Voy caminando por la vida y una vez me enfrento al bello arte de la transformación. ¿Qué más puedo hacer si para eso he venido?

No puedo parar la constante rueda de la vida, como tampoco puedo parar los aprendizajes que esta me propone. La materia seguirá siendo un bello escenario para crear y reproducir vivencias. Hoy estoy encarnada en el planeta tierra pero el destino inminente me conducirá a que mañana no esté más. Entonces el sabor a despedida tocará mi puerta y me dirá una vez más: “La experiencia en este marco de tiempo lineal ha terminado” Muchas personas que aún quedarán arraigadas a la tierra seguirán el curso de la experimentación, pero para entonces la mía habrá terminado. Regresaré al reino de los ángeles y volveré a planificar una nueva aventura. Repasaré mi vida con todos sus matices, aprenderé de los errores que, más que errores, son maestros que vienen a encender la alarma de alerta cuando hay situaciones de las cuales venimos a aprender.

Hoy me encuentro con un nuevo desafío, y mi pregunta es ¿cuándo se acabarán? Es muy probable que nunca, mientras siga experimentándome dentro de este plano humano. Yo elegí estar acá. No puedo ir en contra de la divina voluntad que me trajo. No puedo ir en contra de lo que mi espíritu vino a sembrar y cosechar. No puedo resistirme ante las batallas porque si no estaré vencida antes de que lleguen a mí y comience a transitarlas.

Tampoco puedo hacer oídos sordos a aquellas situaciones que veo gracias al sano espejo que me antepone la vida: Almas afines que se sincronizan con mi existencia para mostrarme cosas que aun debo trabajar. Almas que son afines a mi aprendizaje de vida y que tienen la honrada voluntad de servirme de espejos transitorios, permanentes o perdurables. Lo que sea que suceda, una vez más, me enfrentaré al magnífico desafío de “soñar”. Proyectar desde mi conciencia lo que quiero, lo que deseo, dónde anhelo que termine la experiencia y cuál es el final feliz que escribiré para sellar un mágico desenlace en las páginas de la vida.

Escribo en mi diario personal. No crean que es el diario que conocemos en la humanidad. Este diario es la voz de mi conciencia que continúa registrando todo lo que mi poder creador sigue manifestando. No crean que es fácil convivir con la conciencia de que todo está en permanente cambio y expansión. No crean que es fácil dejar morir partes de mi esencia que convivieron conmigo durante tanto tiempo. Enemigos internos que fueron amigos por tantos años y que hoy deciden retirarse para no regresar jamás. No crean que es fácil seguir caminando sin ellos, pero si la vida nos quita cosas es porque, en el fondo del océano interior, estamos preparados para hacerlo. No crean que esto que les digo es la verdad de todos los seres vivos. No crean que mi verdad interna es su propia verdad. Hagan de esta realidad un espejo, pongan adelante su propia vida y vean cuales de los aspectos que menciono resuena más con sus propias vivencias. Tampoco crean que este estado de conciencia perdurará. Mi conocimiento y perspectiva de las cosas cambiará mañana, ya no seré la misma, seguiré caminando con otros ropajes, diferentes, desconocidos para mi hasta ahora, pero hay algo que conservaré hasta el final y es el espíritu del guerrero, aquel que no descansa, aquel que siempre está listo para discernir sobre las situaciones de la vida, aquel que buscará la enseñanza detrás de cada desafío oscuro, aquel que se vestirá de fiesta para descansar y se pondrá su armadura para enfrentar cualquier batalla. No crean que estas batallas se librarán en alguna parte en el exterior, porque la batalla más importante sucede siempre en el interior humano. Diferentes yoes pelearán, algunos querrán ocupar gran parte de mi vida, los dejaré actuar por un momento, por otros los despediré, en otras ocasiones no seré consciente y ellos reinarán la mayor parte de mis días, pero ¿sabes? El entramado cotidiano me abrirá una puerta, una ventana que me permita despertar de la ignorancia. En medio de la noche se encenderá una pequeña luz en mi conciencia y encontraré la llave que abrirá un espacio por donde se filtrará la luz de la alegría. Aún conservo esa llave universal que se me fue dada. Aun reservo su uso para aquellos cambios que sé que vendrán y me tendrán que encontrar bien parada, firme con mi acceso al portal de Dios y la posibilidad de iluminar mi alma.

Aún conservo a esa niña en la que siguen reviviendo sueños y añoranzas. Aun suspira en mi interior esa mujer que tiene magia y esperanza. Ella sabe “esperar” a que los milagros acontezcan, pero primero es consciente que tiene el don para crearlos. De nada sirve nacer con un don y no saber usarlo, pasar por esta vida privándonos de nuestro don de la libertad. Este organismo viviente será mi brújula interna, la voz de la naturaleza hablando a través de mí, elevándome hacia lo más alto para finalmente desplegar las alas y volar. En medio de ese espacio de liviandad también se presentarán obstáculos, pero habré usado mi llave maestra tantas veces que me acoplaré a la idea de saber cambiar. Me volveré flexible ante el camino. Dejaré que el sol queme mis hombros el tiempo necesario para que cuando esa sensación haya pasado sepa disfrutar de lo que es estar con la piel en sombra. No ofreceré resistencia cuando las tormentas impidan mi sano vuelo, porque seré consciente de que cuando pasen sabré disfrutar y apreciar más la libertad. ¿Cómo podría conocer la luz sin antes atravesar por la oscuridad? Cuando camino fluida y todo es color de rosas no logro ser consciente de lo que soy, porque necesito transitar la noche oscura de mi alma para saber disfrutar del día. Necesito sentirme vacía para que cuando llegue la temporada de plenitud pueda reconocerme dentro de ese nuevo estado. Soy consciente de lo que tengo cuando primero lo he perdido. Soy consciente de lo que he perdido cuando emprendo una incansable búsqueda para recuperar lo que he dejado en el camino y aún me queda por conocer.

Hoy alimento mi camino de reflexión. Siento a los sabios ángeles posarse sobre mi cabello rizado brindando el entendimiento añorado. Los ángeles viven en mi conciencia, así como yo vivo en la de ellos. No hay separación. Ellos me ayudan, cuando les hablo y los dejo entrar mis días se vuelven más claros; más armonía encuentro en los conflictos y más energía de amor estoy creando para mí misma, el mundo y la humanidad.

No crean que mi alma está perdida. Perdido está ese espíritu que ha dejado de caminar. Perdida esta la conciencia dormida, apagada y sin búsqueda, que ha cesado a la intensa sensación de sentirse vivo. Por más que permanezca estática para no correr el riesgo de perder, ya he perdido todo antes de iniciarme en el camino de la vida. Perdida esta la persona que anhela no vivir más en este mundo. Dios nos trajo y Dios nos tiene que llevar, y si Dios somos nosotros mismos… nosotros hemos elegido estar acá.

Sigo caminando… el camino es el que me forma. El camino nunca me abandonará, es muy probable que sea yo quien quiera abandonarlo algunas veces. No estaré satisfecha con algunas pisadas, pero él continuará siendo, no me reprochará nada, pero al final de cada estadio me hará saber qué fue lo que hice bien y que podría haber mejorado. No me pedirá que le rinda cuentas, las cuentas tendré que rendírmelas a mí misma cuando haya llegado al final de mi estadía en esta gran casa que es la tierra. Reviviré las experiencias con algunos de mis semejantes, los honraré por tantos momentos compartidos, seguramente ellos me honrarán a mí. Los extrañaré en la próxima vida.

Ellos me extrañarán a mí, y así nos daremos cuenta de ciertos sentimientos humanos que, sin esas experiencias, jamás podríamos asimilar. Me buscaré a mí misma al final del camino. Me miraré al espejo y preguntaré: “¿He sobrevivido? ¿He vivido por sobre las experiencias intentando evitarlas? ¿O fui capaz de enfrentar cada situación con todos mis sentidos puestos en el deseo de obtener la resolución divina?”
Miraré hacia atrás y recordaré los momentos en los que más placer sentí. Seguramente me daré cuenta que cada experiencia de vida podría haber sido vivida con mayor claridad. Pero, ¿cómo podía ver algunos aspectos mientras los vivía si el ejercicio de “estar presentes” es algo a lo que poco a poco nos vamos acostumbrando recién ahora? No puedo ser consciente del momento presente hasta que lo pierdo. Me he cansado de revivir el pasado y convivir con el posible futuro. Cuando fui consciente de ese acto de inmadurez me dispuse a limpiar todos aquellos patrones que aun revestían mi piel y la hacían lucir oscura, sin brillo y con falta de amor. Fue entonces cuando me di cuenta que seguía transitando el camino subida al barco de la desolación, donde mi punto de encuentro jamás llegaba porque convivía con la falsa ilusión de todo lo que había vivido. Lo que experimenté ya no existe, pasó, se fue y no volverá a suceder de la misma manera. El tiempo lineal es tan tirano que no te da descanso. Cuando te detienes a pensar un instante más ha pasado, ha muerto, para que un nuevo instante nos dé la oportunidad de rediseñar la historia.

Si no estás conforme con la historia que escribiste, reconfigúrala. Estás a tiempo de rever aquellas partes que no te hacen sentir conforme. Tú la escribiste y tú la puedes reconfigurar. Eres el guionista de tu propia historia. Nadie puede hacerlo por ti. Algunos llegarán a tu vida y te dirán: “Déjame que yo reescribiré por ti aquellas cosas que quieres cambiar”. Tú, cómodamente dirás: “Pasa, entra a mi vida y escribe por mi aquellas partes que no quiero ni siquiera tocar porque despiertan sentimientos que prefiero dejarlos bien guardados”. Pero ¿sabes? Solo tú podrás darle un nuevo matiz a tu alma. Solo tú podrás cambiar el guion de la historia porque eres el protagonista principal. Dios te ha brindado un lápiz, un papel y una goma de borrar. Entonces usa esos elementos para cambiar partes de tu linaje.

Miro hacia adelante y pienso: “¡Qué vacía estaré cuando el momento presente acabe! ¡Qué vacía estaré cuando las personas que hoy están conmigo no estén más a mi lado! ¡Qué vacíos quedarán ellos!, porque mi presencia también llenaba partes de su alma”

Habrá un pequeño lazo que sobrevivirá a la distancia, no se cortará. Porque los hilos energéticos pueden permanecer unidos a pesar de la geografía, a pesar de las vidas, a pesar de que la mente intente olvidar. El lazo del corazón seguirá afianzando el amor hacia aquellas personas que han ayudado a construir partes de nuestra esencia, que han venido a despertar a esos enemigos internos que hubiesen permanecido ocultos a lo largo de los siglos. Entonces agradece. Honra la vida de cada persona en tu existencia, y más aun a aquellas que parecen o piensas que son insignificantes, porque todos llenan espacios de tu vida y tú la de ellos. Nuevas almas se antepondrán en tu camino. Tú las mirarás y sabrás reconocer en ellas el sentido de sus presencias. Tendrás el don de elegir qué quieres hacer con los regalos que te traen. Tú eliges si mirar en lo profundo, rondar siempre por la superficie o indagar más en sus miradas para encontrar partes de tu propia esencia sumergidas en los océanos de ellas.

Sigo caminando y no sé cuándo voy a parar. Lo haré cuando mi yo superior decida desencarnar. Tarde o temprano descansaré del largo viaje. También seguiré caminando cuando vuelva al velo celestial, pero lo haré vestida de seda… El andar será distinto. No tendré dualidad. Sentiré el sabor de la liviandad eterna, navegaré en el infinito campo de la conciencia y no dudaré ni un instante en volver a nacer para no perderme el desenlace final de esta nueva tierra que estamos construyendo.

Cuando regrese en la próxima vida recordaré mi camino anterior y diré: “Esta nueva tierra que veo hoy yo también la he construido” Las almas incrédulas me mirarán y pensarán que he enloquecido. Con las acciones y mis actos cotidianos aporté a que el gran cambio planetario suceda. Sin esa pequeña semilla y la de todos los demás, nada habría sucedido. Así que honra tus pasos ahora y vuelve a honrarlos cuando hayas terminado de caminar. Cada uno sembró una posibilidad de cambio, no solo en uno mismo sino en todos nosotros. Tu existencia en este planeta tierra no fue creada por casualidad. Una mente maestra, un alma silenciosa, ha formulado un estratégico plan. ¿Quieres saber cuál es? ¿Quieres verlo en profundidad? Anímate a bucear en esos espacios infinitos donde el plan quedó sellado, solo tú puedes entrar. Alguien puede acompañarte hasta la puerta, dirigirte por todo el camino hasta que puedas llegar, pero luego, por tus propios medios tendrás que atravesar el umbral.

Sigo caminando… Cuando afirmo esta oración me doy cuenta que estoy viva. Mis pies se han cansado por algunos momentos y he parado a reposar. Cuando me acostumbré a estar en ese estado de descanso el viento comenzó a soplar nuevamente para anunciarme que debía continuar. Una vez más tomé mis cosas, las que podía llevar para el viaje, y continúe hacia la próxima estación con entusiasmo, sabiendo que nuevos paisajes enriquecerían mis ojos. Nuevas montañas me verían ascender por el camino incierto, pero al final del trayecto yo misma miraría mis ojos y entendería el porqué de tanto andar.
En cada tramo mis ojos adquieren un nuevo brillo. Una nueva sinfonía de amor resuena en sus destellos. Mis ojos son la sabiduría misma, ellos tienen mis pies grabados, saben todos los pasos firmes e inestables que hemos transitado. Así que queridos ojos, no dejes de mirar nunca hacia el prójimo, ellos merecen que tú los mires con esa conciencia de amor que despertaste en el largo sendero a casa. Mira a tu semejante y dile: “Tú también puedes volver a casa” Y de esa manera la extensión de la sabiduría será la sana gota que completará el alma.

Sigo transitando el camino y continúo hasta el final. Quien sea que me acompañe tiene que saber que soy consciente que cada paso es más fácil sabiendo que no estoy sola, que alguien va conmigo extendiéndome el brazo cuando mis piernas no soportan más.
Sigo caminado… sigo… allí voy, hacia ninguna parte, viviendo cada etapa sabiendo que el único destino final que existe es llegar a casa con una nueva manifestación de amor y sabiduría.

Y así es. Benditos mis pasos.

María José Bayard

 

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