¡BIENVENIDA AL CLUB DE LAS MUJERES MUERTAS!
Cuando hablamos de estar en la Vida solemos pensar que es suficiente con simplemente “estar viva”. Pero lo cierto es que esto no es suficiente. Una persona necesita abrazar su fuerza, conocer su potencial, sentirse realizada y creativa… y disponer de cierto grado de libre albedrío para que pueda sentirse en sintonía con la Vida.
Por debajo de ésta sintonía solamente se puede estar afiliada al Club de las Mujeres Muertas. Y este club no es nada exclusivo: lo extraño es encontrar mujeres libres, que no necesitan ningún club, y que sólo se reúnen por afinidad personal o profesional.
¿Has visto lo que hacen algunas mujeres cuando se reúnen? Sintonizan con la crítica, juzgan, se quejan, se indignan, se enfadan…
Yo lo he visto: a mí nadie me lo ha contado. He visto muchas veces a mujeres de diferentes generaciones sentarse con una copa o con una taza de café, a despellejar a otras personas, que con frecuencia lo peor que estaban haciendo es tomar acción, y opciones.
Cuando yo era pequeña recuerdo haber presenciado ese tipo de conversaciones y muchas veces estaban orientadas hacia mujeres que no pertenecían al club: mujeres en sintonía con la Vida, que disfrutaban de su propia sexualidad, se reían mucho, se permitían comer y beber y encima tenían cargos medio altos o altos en las compañías en las que trabajaban.
Lo más triste de estas reuniones es que con un poco de atención puedes darte cuenta de que estas mujeres transcurren, pero no viven.
Con los años puedes ver que en sus rostros se instala un rictus de amargura, de desprecio generalizado, como una sombra incluso cuando sonríen. Así, he podido ver a muchas de ellas envejecer y morir sin dejar demasiada estela, y sin comprender por qué las otras ni se defendían, ni se interesaban por las acusaciones de su club.
A una de estas mujeres, con la que tenía un vínculo familiar, le dije un día: “¿por qué te parece tan mal que X sonría todo el tiempo? A mí me parece muy alegre y relajada!”
Su respuesta fue: “Ya. Por algo será!” y me miró buscando complicidad.
Al no encontrarla, supongo, que caí en desgracia. Pero no me importó: como era muy joven pensé que ya se daría cuenta. Y asumí las consecuencias.
Y las consecuencias fueron que por supuesto fui condenada al ostracismo por una parte de mi familia. No había cabida para una joven impertinente que simpatizaba con una persona que no hacía más que sonreír y vivir. Y así fue como fui expulsada del Club, para mi fortuna.
Si yo hubiera explicado esto que te estoy diciendo a ti ahora, por supuesto que ninguna de aquellas mujeres habría estado de acuerdo. Porque una de las características de las socias de este club es que no se dan cuenta de lo alto que pagan esta membresía.
Como ya me has oído decir más de una vez: sólo hay dos direcciones en la Vida. Hacia la Vida o hacia la Muerte.
Hacia la Muerte te diriges cuando te mantienes en niveles de comprensión muy superficiales, amarrada a la buena consciencia de tu grupo de origen, desconectada de las sintonías más poderosas de la Vida que son la Fuerza, la Alegría y la Creatividad.
Hacia la Muerte es cuando toda tu vida pasa sin dejar huella, cuando tienes prisa y metes prisa a todos, cuando no asumes el cambio o el cambio te crispa, te da miedo y te duele.
Hacia la Muerte es… cuando te da rabia e impotencia la alegría de los demás.
Yo sé que tú conoces bien a muchas personas que no están en sintonía con la Vida, que no honran la Vida tal como es. Y estas personas te arrastran, te quitan fuerza, se quieren garantizar tu compañía en el cementerio.
En el peor de los casos, puede que reconozcas en ti misma rasgos de muerte… y aunque no lo comentes con nadie, al darte cuenta podría ocurrir que comenzaras un proceso de cambio profundo.
En fin. Por mi trabajo yo he conocido unas pocas mujeres que se han desafiliado del Club, y han salido a la Vida con todo su potencial, que era mucho. Algunas de estas mujeres no criticaban visiblemente a las otras, ni excluían a nadie.
Pero un síntoma de esta membresía invisible es excluirte a ti misma, tener dificultad para tomar decisiones o riesgos importantes, decir constantemente que todo “es muy difícil“… y/o que “la teoría la sabes, pero que es complicado llevarlo a la práctica”.
Y esto está incluido en la membresía del Club de las Mujeres Muertas: no pagas con dinero, sino con Vida. Por eso te vuelves más vulnerable, más frágil. Por eso tu piel y tu mirada se marchitan y no haces más que comer y culpabilizarte por todo. Por eso atacas a los que te aman y creas un círculo a tu alrededor hasta volverte inaccesible.
Y luego te sientes sola, incomprendida, perdida, y sin capacidad de acción.
Dependiendo del punto en el que estés puedes tener más o menos posibilidades de romper tu contrato de Muerte y conectar con el esplendor de la Vida. Lo único que necesitas es reconocer tus síntomas, darte cuenta.
Bueno no es lo único: porque sin una decisión de avanzar hacia el siguiente nivel… en realidad es bastante inútil darte cuenta.
Espero que sirva.
Que tengas un feliz presente.
Pilar Rodríguez-Castillos