LA SOMATIZACIÓN
La mayor parte de las personas experimentan con frecuencia síntomas físicos que no se corresponden con ninguna enfermedad. Según diversos estudios, en torno al 10-35 por ciento de los pacientes con quejas físicas que acuden a centros sanitarios de atención primaria no se les encuentra ninguna patología orgánica. Muchos de ellos presentan lo que se llama un problema de somatización.
La somatización es la tendencia a experimentar y expresar el malestar emocional en forma de síntomas somáticos.
La somatización comprende tres elementos:
1. Experiencial: lo que la persona percibe con respecto a su propio cuerpo, por ejemplo, sensaciones corporales molestas, o variaciones en el aspecto físico;
2. Cognitivo: el significado subjetivo que la persona atribuye a los síntomas y las decisiones que toma en relación a los mismos; y
3. Conductual: las acciones que realiza la persona a partir del significado atribuido a los síntomas, y que se suelen materializar en la solicitud de asistencia médica.
Las personas con una elevada tendencia a la somatización, además de malestar corporal, sufren malestar emocional, ya que se preocupan por las limitaciones que los síntomas físicos les ocasionan, o por la posibilidad de que éstos sean signo de una grave enfermedad. Realizan frecuentes consultas médicas y se someten a múltiples procedimientos diagnósticos y terapéuticos, exponiéndose incluso a riesgos físicos derivados de la repetición innecesaria de tales procedimientos, y del consumo excesivo de medicación.
Además, es habitual que se sientan insatisfechas con la atención recibida, que mantengan una relación difícil con los médicos, y que se muestren reticentes a considerar la naturaleza psicológica de sus molestias físicas. Suelen dedicar mucho tiempo y energía a su salud, lo que con frecuencia se acompaña de una desatención de otras áreas importantes de su vida, como la familia, los amigos, etcétera. Estas personas sufren malestar emocional y, puede que también, un deterioro significativo a nivel social, laboral u otras áreas de funcionamiento de la vida de la persona. Las manifestaciones somáticas no están provocadas voluntariamente ni son fingidas. Bajo la denominación de trastornos somatomorfos se incluyen diversas condiciones clínicas, entre ellas, el trastorno de somatización.
El rendimiento en el trabajo también puede verse afectado, siendo habitual el absentismo laboral y las bajas por enfermedad. El desempleo es más frecuente en personas con problemas de somatización que en quienes padecen otros trastornos psicológicos. Las numerosas consultas, pruebas clínicas, etcétera, que solicitan los pacientes somatizadores, pueden afectar a los presupuestos y dinámica de funcionamiento de los centros de salud. Estos pacientes aproximadamente duplican la utilización de los recursos sanitarios de los pacientes externos e internos, y duplican los costos anuales de atención sanitaria de los pacientes no somatizadores.
El trastorno de somatización se caracteriza por la presencia de un conjunto de síntomas somáticos múltiples y recurrentes (sin causa médica) que afecta a la vida de la persona, y que sucede a lo largo de un periodo temporal de varios años, habiéndose iniciado antes de los 30. Para el diagnóstico de este trastorno se requiere la presencia de 4 síntomas de dolor, 2 síntomas gastrointestinales, 1 síntoma sexual, y 1 síntoma pseudoneurológico.
La tasa media de prevalencia del trastorno de somatización (completo) en la población general es del 0,4 por ciento, elevándose esta cifra al 16,6 por ciento en el caso del trastorno de somatización (abreviado) en los pacientes de atención primaria. Esta patología puede presentarse junto a otros problemas psicológicos, como el trastorno de pánico, la depresión, el trastorno de ansiedad generalizada, la hipocondría, etcétera, así como con ciertos estilos de personalidad, como el histriónico, el pasivo-dependiente, el sensitivo-agresivo, etcétera. En estos casos, la somatización conlleva para la persona un mayor grado de discapacidad psicosocial y peor calidad de vida.
Las causas del trastorno de somatización
La somatización es un fenómeno complejo, cuyas causas no están claramente definidas, si bien se considera que la combinación de diversos factores psicosociales contribuye de manera importante a su inicio y mantenimiento. La somatización está estrechamente relacionada con diversos factores perceptivos y cognitivo-conductuales. Veamos algunos de los factores etiológicos más relevantes, que se recogen en la literatura especializada;
• Experiencias tempranas. Durante la infancia los niños pueden aprender de sus padres pautas disfuncionales de afrontamiento del malestar físico. Además, los padres pueden fortalecer la preocupación corporal de sus hijos, prestando a los síntomas más atención de la que requieren.
• Conducta de enfermo. Se refiere a la tendencia a percibir y actuar de forma inapropiada en relación al propio estado de salud. Comportarse como un enfermo permite a la persona recibir cuidados y/o eludir responsabilidades. Incluye conductas disfuncionales como consultar a muchos médicos, someterse a pruebas clínicas innecesarias, tomar medicación en exceso, evitar la actividad física, etcétera.
• Estilo de comunicación interpersonal. Hay personas que en vez de comunicarse directamente con los demás a través de las palabras, lo hacen de forma indirecta a través del lenguaje del cuerpo. Por ejemplo, para una persona insegura esto puede resultar un método idóneo para transmitir a los demás mensajes, evitando verse expuesta a un posible rechazo.
• Alexitimia. Las personas alexitímicas tienen dificultad para identificar las emociones que experimentan y comunicarlas a los demás, les resulta complicado distinguir las emociones de las sensaciones corporales, tienen una capacidad reducida para elaborar fantasías, y su pensamiento es concreto y con tendencia a centrarse en los sucesos externos.
• Amplificación somática. Supone experimentar las sensaciones corporales de manera intensa y perturbadora. Las personas con un estilo amplificador tienden a vigilar el estado de su cuerpo, a centrarse en las sensaciones desagradables que perciben, y a considerarlas como anómalas.
• Estilos atribucionales negativos. Es la tendencia a atribuir erróneamente significados negativos a los síntomas somáticos y a valorarlos como indicadores de enfermedad en vez de considerarlos resultado de procesos benignos como el exceso de trabajo, el estrés, etcétera.
Cómo se evalúa el trastorno de somatización
Cuando la somatización se manifiesta en grado leve y de manera transitoria no suele requerir atención especializada; sin embargo, cuando es intensa, frecuente, persiste a lo largo del tiempo, genera angustia emocional e interfiere en el desarrollo normal de la vida de la persona, probablemente estemos frente a un problema que requiera intervención, por lo que conviene acudir a la consulta de un especialista en salud mental.
Antes de iniciar la intervención psicológica en un trastorno de somatización, hay que hacer una exploración completa del problema, empezando con la indagación de la historia del problema, es decir, su inicio, evolución, variaciones a lo largo del tiempo, etc., y de sus principales manifestaciones fisiológicas (molestias corporales), cognitivas (pensamientos pesimistas, tendencia a fijarse en las sensaciones procedentes del cuerpo, etc.), y conductuales (ir al médico, tomar medicación, evitar actividades, etc.). Asimismo, interesa identificarlas repercusiones que tiene el problema en la vida de la persona: cómo está afectando a la relación con la familia, al rendimiento en el trabajo, al disfrute de las actividades de ocio, etcétera. También se han de explorar los intentos previos de solucionar el problema (tratamientos médicos, psicológicos y no convencionales) y las mejorías experimentadas en el alivio del malestar. Igualmente es importante conocer las reacciones de los familiares ante el problema, esto es, si comparten la visión que tiene el paciente de sus síntomas, si están reforzando sus quejas o por el contrario las ignoran...
Esta información se obtiene normalmente hablando con el paciente y sus familiares, si bien para completarla resulta conveniente recurrir a escalas (listados de preguntas). Por ejemplo, para explorar la conducta de enfermedad se puede utilizar la Escala de Actitud hacia la Enfermedad de R. Kellner, para identificar los síntomas físicos la Subescala de Somatización del Listado de Síntomas-90-Revisado de L. R. Derogatis, y para evaluar el estado emocional la Escala de Ansiedad y Depresión en el Hospital de A. S. Zigmond y R. P. Snaith.
Asimismo, con el fin de conocer más detalles del problema, resulta útil emplear diarios, esto es, registros en papel en los que el paciente anota día a día las sensaciones corporales, lo que piensa de ellas, cómo se siente, qué hace para reducir el malestar, etcétera.
Recuerda
La somatización es la tendencia a experimentar y expresar el malestar emocional en forma de síntomas somáticos. Cuando esta tendencia es acentuada puede llegar a tener importantes repercusiones tanto a nivel individual como de salud pública. La somatización es un elemento esencial de los trastornos somatomorfos. Uno de los trastornos somatomoríos más comunes es el trastorno de somatización, que se caracteriza por la presencia de un patrón de síntomas físicos múltiples y recurrentes, que se inicia antes de los 30 años, y que persiste durante varios. Las causas de este trastorno son muy variadas, si bien los principales factores involucrados son perceptivos y cognitivo-conductuales. La evaluación supone una exploración detallada del problema a través de entrevistas con el paciente y sus familiares y la aplicación de escalas y diarios. La intervención suele incluir estrategias psicológicas, farmacológicas y educativas, si bien las estrategias psicológicas con enfoque cognitivoconductual son las que parecen conseguir mayores mejorías. Desde este enfoque se enseña al paciente a afrontar sus síntomas físicos de manera más funcional a través de técnicas para la relajación, la resolución de problemas, la mejora de las relaciones interpersonales, la expresión apropiada de emociones, el manejo de situaciones estresantes y la reestructuración de pensamientos negativos.