profeta
Eres, tengo que decírtelo,
una curiosa mezcla de ternura y guerra,
de cordura y ceguera,
de amor y conciencia.
Dios te hizo en todo perfecta,
-quizás algo confusa, algo inquieta-,
pero en las capas internas, en tu auténtica esencia,
lo eres todo,
aunque te niegas a sacar tu brillo,
la sabiduría,
la serenidad,
tu consciencia.
Supongo que cualquier día se te morirán las prisas
de un empacho de impaciencia,
y cuando vueles a tu ritmo natural,
en un vivir mansamente acompasado,
sabrás lo que te niega la inquietud,
saborearás lentamente las cosas,
conocerás todos los jugos de la vida.
Hasta entonces, hasta que llegues,
puedes romper momentos que hubieran sido mágicos,
puedes esquivar los besos que vuelan,
puedes negar las músicas del viento,
y convencerte de lo que quieras.
Pero te llegará el tiempo de las verdades,
el tiempo blanco, auténtico,
el tiempo hecho con tiempo,
con amor y con silencio.