Nada seré
Qué brevedad de destino me queda.
Como a una flor temprana,
o a un cervatillo muerto entre buitres,
o a un soplo de aire.
Apenas me queda un solo segundo
que aún se alargará unos pocos meses.
Nada más.
Después seré esquela,
protagonista de mi entierro,
y el hombre bueno que Dios se lo llevó
porque siempre se lleva a los buenos.
Y nada más.
Paciente habitante de un féretro,
vecino silente en la Comunidad del Cementerio,
prudente callado mudo quieto.
Habitante perpetuo del pasado.
Víctima sumisa del olvido.