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ARTÍCULOS DE FRANCISCO DE SALES / SE NECESITA ATENCIÓN PARA APROVECHAR CADA MOMENTO.
« Último mensaje por Francisco de Sales en Febrero 18, 2025, 06:26:50 am »SE NECESITA ATENCIÓN PARA APROVECHAR CADA MOMENTO.
En mi opinión, algunas cosas tienen “su momento” y es un momento irrepetible que, o bien se aprovecha cuando sucede, o se pierde y con ello se pierde una oportunidad única.
Sólo una atención muy consciente nos hace escapar de la rutina, desvincularnos de ella, y asistir tan majestuosamente como se merecen esos momentos especiales.
En realidad todos y cada uno de los momentos, incluso los que disfrazamos de comunes y los que pasan mientras tenemos el pensamiento en otro sitio, son especiales. El hecho de estar vivos, de estar en el mundo, de tener la capacidad de darnos cuenta y de poder usar los sentidos ya es un milagro a pesar de ser cotidiano.
La vida es la suma de todos los momentos. Siempre hay momentos, no hay un espacio sin momentos, pero depende de cada persona cómo valorarlos, apreciarlos, aprovecharlos, clasificarlos, o sentirlos. Y eso solo lo indica la atención que se le pone a cada uno de ellos. Vivimos con más atención los que nos provocan emociones intensas: el dolor, el amor, el placer, las risas, y otras manifestaciones nos hacen sentirnos más en el momento en que estamos. En realidad, tenemos el poder milagroso de convertir el momento más aburrido en un momento especial y divertido o satisfactorio, lo mismo que somos capaces –con nuestro pesimismo o apatía- de convertir otros momentos normales en tragedias.
Los momentos están vacíos, simplemente son espacios de tiempo que cada uno rellena del modo que desea. Algunos se llenan de cosas que son “obligatorias” –trabajo, estudios, compromisos indeseados, etc.-, pero la mayoría de ellos son de libre disposición y es cada uno quien decide qué hacer en ellos o con ellos. Esa libertad es una maravilla que no apreciamos en su justa medida. El hecho de que podamos hacer lo que queramos, y la creencia, inconsciente e infundada, de que somos eternos porque cada día nos llega un nuevo día, hace que desperdiciemos gran parte de nuestra vida; un desperdicio del que más adelante, cuando seamos verdaderamente conscientes del valor del tiempo/vida, nos arrepentiremos. Y entonces no será posible volver atrás y recuperar. Esto hay que tenerlo muy claro: lo que se vaya a hacer tiene que ser Aquí y Ahora. Y todo momento es un regalo de la vida.
Cada uno es responsable de crear, para sí mismo y para los otros, momentos mágicos, intensos, emocionantes, maravillosos, asombrosos… cada uno puede crear, para sí mismo y para los otros, una emoción al decirle a un ser querido cuánto le ama –la misma emoción que sentiría uno mismo si otro se lo dijese-, al dar las gracias o comportarse amablemente, al hacer un regalo, al crear una sorpresa o un momento mágico que siempre se recordará.
Los momentos, sin la magia que proporciona la atención, no son nada. Espacios en blanco, tiempos de descanso o fábricas de frustraciones, según uno decida o no. A mí me parece muy bien eso de “no hacer nada” pero solamente cuando es por una decisión consciente y no cuando es por una desatención a la vida; entonces me parece una falta de responsabilidad y un abandono.
Los momentos especiales no hay que esperarlos: hay que crearlos. Esto parece que se nos olvida a menudo. En muchas ocasiones nos limitamos a quejarnos pero sin aportar nada a cambio. Nos quedamos en el lamento y no pasamos a la acción. Que haya más o menos de esos lamentos depende en gran parte –no todo y siempre- de nosotros mismos. Y es nuestra responsabilidad hacer que la vida propia algo sea lo más satisfactoria o lo más maravillosa posible. Tenemos la opción de hacer de una tarde aburrida una tarde memorable: tal vez simplemente poniendo esa música que a uno le gusta, acompañándose de un buen libro, llamando a un ser querido para salir a dar un paseo, visitando a alguien, etc. Hay cosas simples y fáciles y maravillosas al mismo tiempo.
Hay que disfrutar todos los momentos que se puedan, tener en mente esa tarea como prioritaria, y aprender a valorarlos no por el tiempo que duren sino por el placer que proporcionan; es muy posible que algún día –tal vez demasiado tarde- nos demos cuenta de que los que nos parecían pequeños momentos eran los realmente grandes. En un momento de reflexión uno puede traer a su mente los momentos que le han impactado, los que permanecen vivos y gratamente en la memoria, los que dejaron huella, y puede comprobar que no siempre se compraron con dinero y no siempre fueron espectaculares, y puede comprobar que están muy fácilmente al alcance de la mano y que se pueden repetir más a menudo la mayoría de ellos.
Me encanta esa frase que dice “La vida no se mide por las veces que respiras, sino por los momentos que te dejan sin aliento”. De eso se trata: de poner en la vida –en la tuya y en la de otros- la mayor cantidad posible de momentos que dejen sin aliento, que provoquen una sonrisa o el más agradable de los escalofríos, que despierten la esperanza o las lágrimas de felicidad. Vivir es eso y no otra cosa.
Hay cosas que solo ocurren una vez, que son irrepetibles, y hay que estar MUY ATENTOS cuando suceden; entonces hay que parar el mundo, escapar de las distracciones, centrarse exclusivamente en la unicidad de ese momento, en todo lo que conlleva, y hay que dejarse recorrer, sin oposición ni distracción, por el estremecimiento, por la emoción, por el escalofrío, por el bienestar… Entonces se trata únicamente de sentir y no de pensar.
Te dejo con tus reflexiones…
En mi opinión, algunas cosas tienen “su momento” y es un momento irrepetible que, o bien se aprovecha cuando sucede, o se pierde y con ello se pierde una oportunidad única.
Sólo una atención muy consciente nos hace escapar de la rutina, desvincularnos de ella, y asistir tan majestuosamente como se merecen esos momentos especiales.
En realidad todos y cada uno de los momentos, incluso los que disfrazamos de comunes y los que pasan mientras tenemos el pensamiento en otro sitio, son especiales. El hecho de estar vivos, de estar en el mundo, de tener la capacidad de darnos cuenta y de poder usar los sentidos ya es un milagro a pesar de ser cotidiano.
La vida es la suma de todos los momentos. Siempre hay momentos, no hay un espacio sin momentos, pero depende de cada persona cómo valorarlos, apreciarlos, aprovecharlos, clasificarlos, o sentirlos. Y eso solo lo indica la atención que se le pone a cada uno de ellos. Vivimos con más atención los que nos provocan emociones intensas: el dolor, el amor, el placer, las risas, y otras manifestaciones nos hacen sentirnos más en el momento en que estamos. En realidad, tenemos el poder milagroso de convertir el momento más aburrido en un momento especial y divertido o satisfactorio, lo mismo que somos capaces –con nuestro pesimismo o apatía- de convertir otros momentos normales en tragedias.
Los momentos están vacíos, simplemente son espacios de tiempo que cada uno rellena del modo que desea. Algunos se llenan de cosas que son “obligatorias” –trabajo, estudios, compromisos indeseados, etc.-, pero la mayoría de ellos son de libre disposición y es cada uno quien decide qué hacer en ellos o con ellos. Esa libertad es una maravilla que no apreciamos en su justa medida. El hecho de que podamos hacer lo que queramos, y la creencia, inconsciente e infundada, de que somos eternos porque cada día nos llega un nuevo día, hace que desperdiciemos gran parte de nuestra vida; un desperdicio del que más adelante, cuando seamos verdaderamente conscientes del valor del tiempo/vida, nos arrepentiremos. Y entonces no será posible volver atrás y recuperar. Esto hay que tenerlo muy claro: lo que se vaya a hacer tiene que ser Aquí y Ahora. Y todo momento es un regalo de la vida.
Cada uno es responsable de crear, para sí mismo y para los otros, momentos mágicos, intensos, emocionantes, maravillosos, asombrosos… cada uno puede crear, para sí mismo y para los otros, una emoción al decirle a un ser querido cuánto le ama –la misma emoción que sentiría uno mismo si otro se lo dijese-, al dar las gracias o comportarse amablemente, al hacer un regalo, al crear una sorpresa o un momento mágico que siempre se recordará.
Los momentos, sin la magia que proporciona la atención, no son nada. Espacios en blanco, tiempos de descanso o fábricas de frustraciones, según uno decida o no. A mí me parece muy bien eso de “no hacer nada” pero solamente cuando es por una decisión consciente y no cuando es por una desatención a la vida; entonces me parece una falta de responsabilidad y un abandono.
Los momentos especiales no hay que esperarlos: hay que crearlos. Esto parece que se nos olvida a menudo. En muchas ocasiones nos limitamos a quejarnos pero sin aportar nada a cambio. Nos quedamos en el lamento y no pasamos a la acción. Que haya más o menos de esos lamentos depende en gran parte –no todo y siempre- de nosotros mismos. Y es nuestra responsabilidad hacer que la vida propia algo sea lo más satisfactoria o lo más maravillosa posible. Tenemos la opción de hacer de una tarde aburrida una tarde memorable: tal vez simplemente poniendo esa música que a uno le gusta, acompañándose de un buen libro, llamando a un ser querido para salir a dar un paseo, visitando a alguien, etc. Hay cosas simples y fáciles y maravillosas al mismo tiempo.
Hay que disfrutar todos los momentos que se puedan, tener en mente esa tarea como prioritaria, y aprender a valorarlos no por el tiempo que duren sino por el placer que proporcionan; es muy posible que algún día –tal vez demasiado tarde- nos demos cuenta de que los que nos parecían pequeños momentos eran los realmente grandes. En un momento de reflexión uno puede traer a su mente los momentos que le han impactado, los que permanecen vivos y gratamente en la memoria, los que dejaron huella, y puede comprobar que no siempre se compraron con dinero y no siempre fueron espectaculares, y puede comprobar que están muy fácilmente al alcance de la mano y que se pueden repetir más a menudo la mayoría de ellos.
Me encanta esa frase que dice “La vida no se mide por las veces que respiras, sino por los momentos que te dejan sin aliento”. De eso se trata: de poner en la vida –en la tuya y en la de otros- la mayor cantidad posible de momentos que dejen sin aliento, que provoquen una sonrisa o el más agradable de los escalofríos, que despierten la esperanza o las lágrimas de felicidad. Vivir es eso y no otra cosa.
Hay cosas que solo ocurren una vez, que son irrepetibles, y hay que estar MUY ATENTOS cuando suceden; entonces hay que parar el mundo, escapar de las distracciones, centrarse exclusivamente en la unicidad de ese momento, en todo lo que conlleva, y hay que dejarse recorrer, sin oposición ni distracción, por el estremecimiento, por la emoción, por el escalofrío, por el bienestar… Entonces se trata únicamente de sentir y no de pensar.
Te dejo con tus reflexiones…