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ARTÍCULOS DE FRANCISCO DE SALES / PARA PODER SOLUCIONAR UN PROBLEMA HAY QUE SALIRSE DEL PROBLEMA.
« Último mensaje por Francisco de Sales en Noviembre 05, 2024, 06:01:01 am »PARA PODER SOLUCIONAR UN PROBLEMA HAY QUE SALIRSE DEL PROBLEMA.
En mi opinión, casi siempre actuamos mal cuando tratamos de solucionar un problema personal. Es curioso que casi todos tenemos una habilidad especial para resolver los problemas ajenos, pero… no somos capaces de hacerlo cuando se trata de los propios.
A pesar de que voy a repetir una y otra vez la palabra “problema”, porque de ese modo es más comprensible y porque la tenemos aceptada, personalmente trato de evitarla ya que lleva una pesada carga dramática incorporada y ante un “problema” nos vemos en inferioridad de condiciones y asustados por el prejuicio de que no vamos a poder con él y nos va a superar: nos aporta miedo e indefensión. Prefiero decir, aunque sea más largo, “asunto pendiente de resolver”, ya que así no hay dramatismo y no asusta.
Cuando uno está implicado en el problema y además se está jugando su estabilidad personal o emocional o económica o su bienestar… es comprensible que esa tensión haga perder la objetividad y ecuanimidad que son imprescindibles cuando se trata de observar un asunto con claridad para tratar de encontrar la solución más adecuada.
Por eso se usa a menudo el truco, muy efectivo para la mayoría de las personas, de imaginar o visualizar que lo que le está pasando a uno en realidad le está pasando a un amigo que nos lo está contando para que le demos nuestra opinión. Como el problema es “de nuestro amigo”, y no nuestro, nos resulta más sencillo el acceso a la imparcialidad y claridad necesarias, y así es más fácil darle a “nuestro amigo” la solución. El siguiente paso es hacer nosotros lo que le hemos dicho al otro que tiene que hacer.
Reflexionar bien es, precisamente, lo que no se hace bien cuando uno se enfrenta a un problema, porque lo que se suele hacer es darle vueltas a la misma cosa, sin avanzar, sin permitirse otro enfoque distinto para verlo de un modo distinto. “No pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo”, dijo Albert Einstein. Si pensamos del mismo modo la respuesta no cambia.
Otro de los errores comunes al pensar en un problema es tener ya una respuesta, que puede que sea la que nos interese pero que no siempre es la acertada, y entonces dedicarse a buscar justificaciones que la avalen aunque no sea cierta. En eso perdemos mucho tiempo y no adelantamos nada. La verdad y la honestidad han de prevalecer por encima de cualquier otra cosa. El autoengaño es el peor de los pecados.
Los pasos correctos para afrontar problemas serían:
LA IDENTIFICACIÓN HONESTA Y REAL DEL PROBLEMA, sin engrandecerlo ni menospreciarlo, sin autoengaño, con valentía y sin prejuicios. Ver lo que es y tal como es. Mentirse es perjudicarse. No reconocer la verdad hará que cualquier cosa que se haga sobre una premisa falsa sea una mala decisión. Para afrontar los problemas hay que dejar de oponerse a ellos, no negarlos, reconocerlos y aceptarlos hasta el punto de poder conectar con su auténtica realidad. La verdadera honestidad en este trabajo es aceptar la realidad tal como es. Sea lo que sea, deprimirse no es una solución: es otro problema.
BUSCAR TODO TIPO DE SOLUCIONES, aunque puedan parecer descabelladas en un principio. Hacerlo como una lluvia de ideas en las que no se rechazan de primeras sino que se revisar y analizan posteriormente. Primero encontrar la solución real o la más efectiva y luego ya pensar cómo llevarla a cabo. No descartar nada hasta que esté plenamente verificado que no es eficaz. Si uno no se siente capacitado para hacerlo estará bien que pida opiniones a personas de plena confianza y de demostrada capacidad. Hay que estar abiertos a que la solución está en algún lado y que es posible que no sea de nuestro agrado, que no nos apetezca. “Los problemas nunca se acaban, pero las soluciones tampoco”.
APLICAR LA SOLUCIÓN, ya que ésta no es útil hasta que no se implementa. Y hay que hacerlo, por el bien de uno mismo, cueste lo que cueste, a pesar de esfuerzos y oposiciones. Atención plena a aplicarla, porque es un objetivo prioritario. Hay que saber dejar de quedarse en el problema y centrarse en la solución encontrada. “Identifique sus problemas, pero dele su poder y energía a las soluciones”. “La mayoría de las personas gastan más tiempo y energía en hablar de los problemas que en afrontarlos”, decía Henry Ford.
Ahora ya tienes otra visión sobre cómo afrontar los inconvenientes que te surjan y cómo empezar a resolver los asuntos pendientes de resolver.
Te dejo con tus reflexiones…
En mi opinión, casi siempre actuamos mal cuando tratamos de solucionar un problema personal. Es curioso que casi todos tenemos una habilidad especial para resolver los problemas ajenos, pero… no somos capaces de hacerlo cuando se trata de los propios.
A pesar de que voy a repetir una y otra vez la palabra “problema”, porque de ese modo es más comprensible y porque la tenemos aceptada, personalmente trato de evitarla ya que lleva una pesada carga dramática incorporada y ante un “problema” nos vemos en inferioridad de condiciones y asustados por el prejuicio de que no vamos a poder con él y nos va a superar: nos aporta miedo e indefensión. Prefiero decir, aunque sea más largo, “asunto pendiente de resolver”, ya que así no hay dramatismo y no asusta.
Cuando uno está implicado en el problema y además se está jugando su estabilidad personal o emocional o económica o su bienestar… es comprensible que esa tensión haga perder la objetividad y ecuanimidad que son imprescindibles cuando se trata de observar un asunto con claridad para tratar de encontrar la solución más adecuada.
Por eso se usa a menudo el truco, muy efectivo para la mayoría de las personas, de imaginar o visualizar que lo que le está pasando a uno en realidad le está pasando a un amigo que nos lo está contando para que le demos nuestra opinión. Como el problema es “de nuestro amigo”, y no nuestro, nos resulta más sencillo el acceso a la imparcialidad y claridad necesarias, y así es más fácil darle a “nuestro amigo” la solución. El siguiente paso es hacer nosotros lo que le hemos dicho al otro que tiene que hacer.
Reflexionar bien es, precisamente, lo que no se hace bien cuando uno se enfrenta a un problema, porque lo que se suele hacer es darle vueltas a la misma cosa, sin avanzar, sin permitirse otro enfoque distinto para verlo de un modo distinto. “No pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo”, dijo Albert Einstein. Si pensamos del mismo modo la respuesta no cambia.
Otro de los errores comunes al pensar en un problema es tener ya una respuesta, que puede que sea la que nos interese pero que no siempre es la acertada, y entonces dedicarse a buscar justificaciones que la avalen aunque no sea cierta. En eso perdemos mucho tiempo y no adelantamos nada. La verdad y la honestidad han de prevalecer por encima de cualquier otra cosa. El autoengaño es el peor de los pecados.
Los pasos correctos para afrontar problemas serían:
LA IDENTIFICACIÓN HONESTA Y REAL DEL PROBLEMA, sin engrandecerlo ni menospreciarlo, sin autoengaño, con valentía y sin prejuicios. Ver lo que es y tal como es. Mentirse es perjudicarse. No reconocer la verdad hará que cualquier cosa que se haga sobre una premisa falsa sea una mala decisión. Para afrontar los problemas hay que dejar de oponerse a ellos, no negarlos, reconocerlos y aceptarlos hasta el punto de poder conectar con su auténtica realidad. La verdadera honestidad en este trabajo es aceptar la realidad tal como es. Sea lo que sea, deprimirse no es una solución: es otro problema.
BUSCAR TODO TIPO DE SOLUCIONES, aunque puedan parecer descabelladas en un principio. Hacerlo como una lluvia de ideas en las que no se rechazan de primeras sino que se revisar y analizan posteriormente. Primero encontrar la solución real o la más efectiva y luego ya pensar cómo llevarla a cabo. No descartar nada hasta que esté plenamente verificado que no es eficaz. Si uno no se siente capacitado para hacerlo estará bien que pida opiniones a personas de plena confianza y de demostrada capacidad. Hay que estar abiertos a que la solución está en algún lado y que es posible que no sea de nuestro agrado, que no nos apetezca. “Los problemas nunca se acaban, pero las soluciones tampoco”.
APLICAR LA SOLUCIÓN, ya que ésta no es útil hasta que no se implementa. Y hay que hacerlo, por el bien de uno mismo, cueste lo que cueste, a pesar de esfuerzos y oposiciones. Atención plena a aplicarla, porque es un objetivo prioritario. Hay que saber dejar de quedarse en el problema y centrarse en la solución encontrada. “Identifique sus problemas, pero dele su poder y energía a las soluciones”. “La mayoría de las personas gastan más tiempo y energía en hablar de los problemas que en afrontarlos”, decía Henry Ford.
Ahora ya tienes otra visión sobre cómo afrontar los inconvenientes que te surjan y cómo empezar a resolver los asuntos pendientes de resolver.
Te dejo con tus reflexiones…