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 ¿ESTÁS USANDO TUS DONES?



Diciembre 03, 2015, 08:45:17 am
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Desconectado Francisco de Sales

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¿ESTÁS USANDO TUS DONES?
« en: Diciembre 03, 2015, 08:45:17 am »
¿ESTÁS USANDO TUS DONES?


don:

1. m. Dádiva, presente o regalo.
2. m. Bien natural o sobrenatural que tiene el cristiano, respecto a Dios, de quien lo recibe.
3. m. Gracia especial o habilidad para hacer algo.



En mi opinión, cuando las personas nacemos con esa serie de dones que nos son dados por Dios –o por el Creador, o por la Naturaleza, o que son innatos- tenemos la obligación, ética y moral, de compartirlos.

Hay infinidad de dones, por supuesto. Y no son sólo esas cosas que uno llama “sus cosas buenas”, “lo que está bien”, “sus habilidades”, o con lo que se siente a gusto de sí mismo, porque los dones son más que eso.

Son las cualidades y capacidades naturales que uno tiene, las que nos ayudan a desenvolvernos bien en ciertos aspectos o a poder lograr ciertas cosas con más facilidad. Todos somos buenos en algo. Todos tenemos capacidades. Otra cosa es que las desarrollemos o no.

Te propongo un examen de conciencia. Una revisión de tu presente y del pasado.

Puedes coger varios folios y un bolígrafo para anotar todo lo que surja tras lo que te voy a plantear.

Si pudieras volver a vivir de nuevo tu vida… -sabiendo lo que sabes ahora, por supuesto- ¿Lograrías más cosas o alcanzarías más metas de las que has logrado o alcanzado?

Si sigues con la reflexión -y no has optado por conformarte con un “sí” o un “no” de compromiso-, creo que serás capaz de darte cuenta de que no has aprovechado todos tus dones. No.

Este es un asunto que a mí siempre me ha llamado la atención: he hecho lo posible para poder tener la conciencia tranquila conmigo mismo cuando llegue el Tiempo de los Arrepentimientos. Fue muy clarificador para mí cuando vi en la película La lista de Schindler esa escena cercana al final cuando Liam Neeson (Schindler en la película), llorando y desesperado, rodeado de muchos de los judíos a los que había salvado la vida, dice: “: “El coche. ¿Por qué me quedé el coche? Valía diez personas. Diez personas. Diez personas más… Esta pluma. Dos personas. Es de oro… Dos personas más… Él me hubiera dado dos personas por ella, al menos una. Una persona más. Una persona, Stern. Por esto… ¡Pude haber salvado a una persona más y no lo hice! ¡Y… y no lo hice…!”.

Y no lo hice…

Aún ahora, cuando escribo esto, me recorre un escalofrío. Aún me emociono. Aún me quedo serio, en un reproche que se ha ido domesticando, afortunadamente, y ya no me agarra de la pechera y me arrincona contra una pared. Ahora me habla con cariño, me recuerda que tengo otra oportunidad; es un reproche manso y comprensivo, porque me conoce y sabe cómo soy. Conoce mi buena voluntad y mis dificultades, y me da otra oportunidad, otra, y otra si hiciera falta, hasta que un día –por fin- reconozca la grandiosidad del don o los dones que tenga y no los niegue, y me dé cuenta del derroche de no usarlo, del desaire a quien me lo regaló, de los beneficios personales y sociales de ponerlo en práctica, y de que se lo debo a mi conciencia o a mi alma o a esa bondad que llevo dentro de mí y que sólo mira por mi bien.

Y no lo hice…

¡Pude haber hecho tantas cosas que no hice!

Siento –pero esto no tiene base ni lógica, es sólo un sentimiento- que algún día Dios me pedirá cuentas por los dones que no utilicé, y yo mismo -en los juicios a los que mi conciencia me somete casi a diario-, me reprocho, me reclamo, me enfado, me echo en cara el derroche de vida sin hacer lo que podría hacer, la tacañería a la hora de dar lo que pueda dar porque estoy capacitado para ello: porque tengo un don.

¿Qué he hecho y qué no he hecho por mí?

¿Cuánto he hecho por el prójimo?, ¿Cuál es mi contribución social?

¿Estoy aportando mi granito de arena para la Humanidad? Y en caso de una respuesta negativa, ¿Por qué no lo estoy haciendo?

¿Me voy a morir sin utilizar mis dones?

¿Qué pasa con mis sueños?, ¿Qué hago?, ¿Por qué no los hago realidad?

Y otra cuestión importante más… ¿Qué es lo que quiero hacer en mi vida o con mi vida y no estoy haciendo?

Hay un ejercicio duro, bastante duro, que propone imaginarse uno mismo el día de su muerte, e imaginarse ante su tumba los fantasmas de los sueños que no se cumplieron porque uno no hizo lo necesario para cumplirlos; estarían también las ideas que uno tuvo y se quedaron vagando por el mundo de las ideas, y cada uno de sus proyectos irrealizados, al mismo tiempo que las habilidades o talentos de los que disponía para llevarlos a cabo; los dones siendo espectadores de tu muerte, recriminando con razón por no haber sido usados, porque nacieron contigo y morirán contigo, y eran hacedores de maravillas, creadores de milagros, instrumentos para la magia…

Todos tenemos dones. Más grandes o más pequeños. Conocidos o pendientes de descubrir. Menospreciados, negados, o exultantes.

Todos tenemos dones que podemos ofrecer o que podemos ofrecernos.

Están ahí.

Son nuestros.

Es nuestra responsabilidad darles el uso para el que fueron creados.


Te dejo con tus reflexiones…
« Última modificación: Marzo 18, 2020, 03:05:28 pm por francisco de sales »

 

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