¿CUÁNTO TIEMPO DEDICAS A AMARTE?
Si no sabes responder a esta pregunta, o si la respuesta es “nada” o “ninguno” o “cero”, hay algo que va mal.
Hay algo sobre lo que deberías reflexionar, por si te apetece modificarlo.
Claro… es que siempre estás tan ocupada… ¿verdad?
Siempre hay otra persona u otra cosa que tiene prioridad… ¿verdad?
¿O tal vez es que aún andas buscando un motivo, aunque sea solamente uno y pequeño, para amarte?
El caso es que puedes llegar a encontrar más de mil motivos por los que no puedes dedicar un tiempo a amarte.
Me refiero a “un tiempo” que puede ser el segundo exacto en que te das cuenta de que te sientes bien, o que te sientes a gusto contigo misma, o que te sientes satisfecha por algo que acabas de hacer o pensar, o que te sientes en paz, o que te sientes orgullosa…
Me refiero también a “un tiempo” más largo en el que puedes sentarte tranquilamente, contigo misma, para tomar una infusión o un café, para mirar por la ventana, escuchar tu música favorita, cerrar los ojos y pensar, o volar con la imaginación, o relajarte sin más.
Me refiero a “un tiempo” de reconocimiento de ti misma, de aceptación sin conflicto de tus actos a lo largo de la vida, de mirarte desde fuera, pero con cariño, y darte cuenta que ese ser que eres –con todas sus cosas- es alguien digno, alguien que merece ser amado, y alguien con razones para ser querido.
No es egoísmo, sino justicia y amor, dedicar un tiempo –en mi opinión, lo máximo posible- para amarse.
Se llama amor propio.
Amor a una misma.
Y amarse a una misma no excluye amar a los demás, sino, más bien al contrario, ejercitarse en el amor que se compartirá después con los demás.
Al margen de que tu autoestima se verá recompensada y fortalecida, de que la siguiente vez que te mires al espejo encontrarás un aura amable, una sonrisa que te agradecerá tu autoestima, y un lazo invisible de complicidad, amarse implica –para los Cristianos- el cumplimiento de aquel mandato de “amarás al prójimo como a ti mismo”.
“Como a ti mismo”, dijo.
Amarte no es encerrarte en un individualismo excluyente, no es llevarte a un centro egóico en el que no quepa nadie más, no es robar amor a los otros, no es quedarte con algo que tendrías que entregar desinteresadamente a los otros.
Es otro amor distinto.
Ya has comprobado que a cada persona la amas con un amor que aparenta ser distinto, aunque es el mismo con diferentes matices.
Y el amor no solo es inagotable, sino que todo el amor que entregas se multiplica en un milagro maravilloso, y mientras más amor entregas más amor recibes, y mientras más amor das, más amor tienes.
Un alto en la vida…
Una parada en las obligaciones…
Un descanso en las responsabilidades…
Aunque sea sólo el tiempo que se necesita para cerrar los ojos y mirarte hacia dentro, o para ponerte frente al espejo –en un acto de valentía y reconocimiento- y decir que te amas sin que te tiemble la voz, o para decirle a tu corazón que le amas -con la voz insonora del pensamiento-, o para abrazarte con cuidado -o con pasión-, o para sentir un escalofrío emocionante al pensar en ti, en tu fondo, en lo que has llegado a ser, y en lo que has sido capaz de descubrir en ti.
Sería una excelente decisión que buscaras y encontraras momentos para decirte y demostrarte que te amas.
Tú decides.
Te dejo con tus reflexiones…