SER AUTOCRÍTICO EN EXCESO: 10 SIGNOS DE QUE TE ESTÁS HACIENDO DAÑO
Ser autocríticos es importante porque nos permite concientizar nuestros errores y debilidades. Pero criticarnos y vapulearnos por todo es simplemente masoquista. Si no estamos atentos al crítico que llevamos dentro, podemos terminar convirtiéndonos en nuestros peores enemigos. Es imposible que nos sintamos bien con nosotros mismos y que nos animemos a luchar por nuestros sueños si nos criticamos continuamente.
La autocrítica excesiva, que no conduce a una mejoría sino que nos hace sentir mal, suele ser señal de una pobre autoestima. De hecho, si le prestamos atención a nuestro crítico interior, nos daremos cuenta de que las palabras que nos dirigimos ni siquiera son nuestras sino que son una repetición de las críticas que alguien nos hizo, ya fueran nuestros padres, maestros, pareja u otras figuras significativas a lo largo de nuestra vida.
LAS SEÑALES DE UN EXCESO DE AUTOCRÍTICA
1. Te culpas por cada cosa negativa que ocurre
Thomas Harris dijo: "Echarle la culpa de tus errores a tu naturaleza, no cambia la naturaleza de tus errores". Es bueno asumir la responsabilidad por nuestros errores, pero de ahí a sentirnos culpables por todo lo que ocurre hay un abismo. Existen muchísimos factores externos que escapan de nuestro control, por lo que si queremos mantener un buen equilibrio emocional, es fundamental que seamos conscientes de que nuestra responsabilidad en los acontecimientos tiene un límite. Sentirnos culpables por todo, implica cargar con un peso que no nos corresponde.
2. Te aplicas etiquetas generales
Cuando cometemos un error, podemos sentirnos frustrados, por lo que es importante que reflexionemos para comprender dónde nos equivocamos. Sin embargo, aplicarnos etiquetas generales del tipo: “soy un completo fracaso” o “no soy capaz de hacer nada bien”, no nos ayuda sino que termina socavando nuestra confianza. La crítica constructiva, la que realmente nos ayuda a mejorar, implica ser específicos. Toda etiqueta se convierte en un límite, un límite que cuando se fija en nuestra mente termina convirtiéndose en un obstáculo insalvable.
3. Nunca estás satisfecho con tus logros
Hagamos lo que hagamos, siempre encontramos fallos. Aunque hayamos logrado algo estupendo, en vez de celebrarlo o sentirnos satisfechos, nos enfocamos en los pequeños errores, los defectos casi imperceptibles o los problemas que habíamos encontrado a lo largo del camino. De esta manera, alimentamos una insatisfacción permanente que nos impide sentirnos bien con nosotros mismos.
4. Te planteas estándares imposibles
Ser autocrítico en exceso suele estar relacionado con el perfeccionismo. En ese caso, pensaremos que no podemos ser felices o darnos por satisfechos hasta que no cumplamos ciertos estándares que nosotros mismos nos hemos impuesto. El problema es que esos estándares tienen trampa porque son tan elevados que resulta prácticamente imposibles de alcanzar, como resultado, nos condenamos a un estado de insatisfacción permanente ya que perseguimos una meta elusiva.
5. Analizas tus errores en bucle
Todos cometemos errores. Algunas veces los podemos remediar, otras no. Sin embargo, si somos excesivamente autocríticos, nos quedaremos atascados en esas equivocaciones, volveremos una y otra vez sobre nuestros pasos, aunque sepamos que ya no hay nada que hacer. El crítico que vive en nuestro interior es el que alimenta ese tipo de pensamientos negativos que generan la sensación de culpa y nos impiden seguir adelante.
6. Nunca te felicitas
Es importante ser autocrítico, pero también es importante felicitarnos por el trabajo bien hecho. Se afirma que por cada crítica, deberíamos recibir 8 elogios. Así logramos contrarrestar su efecto negativo sobre nuestra autoestima. Sin embargo, si solo nos criticamos sin reconocer todo lo que hacemos bien, nuestra autoestima terminará hecha añicos. Es imposible sentir que somos personas valiosas, si lo único que hacemos es criticarnos.
7. Piensas en blanco y negro
La autocrítica crónica suele ser el resultado de un pensamiento dicotómico. Pensamos que las cosas son en blanco y negro, sin considerar la escala de colores en medio. Creemos que las cosas se deben hacer de una forma y que si no obtenemos determinados resultados, será un fracaso. Desarrollar un pensamiento más flexible nos ayudará a convertirnos en críticos menos despiadados. Debemos recordar que establecer ideales absolutos hará que ignoremos los éxitos parciales y solo servirá para desmotivarnos.
8. Te comparas continuamente, y siempre sales perdiendo
La autocrítica implica comparación. El problema comienza cuando nos comparamos demasiado a menudo y siempre salimos perdiendo. Esto ocurre porque nos tendemos una trampa: solamente nos fijamos en las características y las cosas que tienen los demás y que, a nuestro juicio, les hacen mejores o superiores. En práctica, minimizamos nuestras cualidades y logros, maximizando los ajenos, de manera que siempre quedamos mal parados. Como resultado, cada vez que nos comparamos terminamos con un mal sabor de boca.
9. Te asusta tomar riesgos
La autocrítica crónica termina minando nuestra autoconfianza y autoestima. Dado que solo nos centramos en lo negativo y lo que hay que mejorar, terminamos desarrollando una imagen negativa de nosotros mismos. Por eso, es común que nos asusten los retos, pues pensaremos que vamos a fracasar o que no nos desempeñarems tan bien como deberíamos.
10. No te perdonas fácilmente
Perdonarse a uno mismo requiere dejar de lado las críticas. Sin embargo, si estamos atascados en la autocrítica, será más difícil que pasemos página. Para vivir plenamente, es necesario saber perdonarnos y actualizar nuestro "yo", de manera que el pasado no determine nuestro futuro.
Autor desconocido