Hay un importante factor que nos impide resolver muchos asuntos: el enfoque erróneo que es mirar el problema y no la solución.
Muchas personas, al tener que resolver un problema que se les presenta en la vida, dedican el tiempo a sentirse agobiados, a sentirse desgraciados, a culpabilizar a la vida, a Dios, o al destino; se enfadan contra todo lo que les rodea, caen en un victimismo incierto… lo hacen todo… todo lo que sea protestar…todo menos hacer lo que hay que hacer, o lo que es recomendable hacer: desapegarse del problema. Separarse y alejarse de él. Deshacerse, temporalmente, de él. Imaginar que no es propio.
Cuando uno se siente implicado emocionalmente en un problema le resulta difícil disponer de la ecuanimidad necesaria para encontrar la solución.
Cuando uno se involucra totalmente en un problema se le acaba el horizonte inmediatamente y no es capaz de ver más allá de la negatividad en la que se encuentra.
En cambio, cuando uno es capaz de ver el problema como si fuera de otra persona, y es capaz de sentirse independiente de él, es cuando puede barajar las posibilidades con eficacia, porque en ese momento no se siente afectado, no se juega nada en ello y no le importa el problema porque sus emociones no interfieren.
El enfoque erróneo es quedarse atrapado en una espiral de pensamientos limitados, repetitivos y pesimistas, que no le aportan luz ni soluciones.
El problema sigue, no hay duda, pero permitir que deje de afectar durante un tiempo -el tiempo de prestarle atención a la solución-, es la mejor forma de utilizar la razón sin que esta se sienta condicionada, y es, quizás, el único modo de encontrar el camino que permita deshacerse, definitivamente, del problema.
La prueba evidente es una por la que todos hemos pasado: cuando alguien nos cuenta su problema. Entonces tenemos una facilidad asombrosa para verlo claro y encontrar una solución. Porque no es “nuestro problema”, porque no estamos implicados, porque no somos los que tienen que hacer algo por resolverlo y sufrir sus tensiones y consecuencias.
Si eres capaz de resolver los problemas ajenos, utiliza la misma técnica para resolver los tuyos: como si no lo fueran.
Pruébalo.
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