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 NO TE ACERQUES A LA PUERTA DE LAS CREENCIAS - 1ª parte - Osho



Marzo 04, 2013, 08:02:02 am
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NO TE ACERQUES A LA PUERTA DE LAS CREENCIAS


El camino espiritual requiere alcanzar la unidad de uno mismo, lo cual, supone recorrer el camino de la intuición.

El Tao se manifiesta por la fuerza de su "virtud". En otras palabras, el Tao es la esencia de todas las cosas o aquello por lo que las cosas llegan a ser lo que son.

 
¿Hay alguna diferencia entre la disciplina interior y el amor?

No hay ninguna. Con la disciplina interior el amor surge naturalmente. Pero hay una gran diferencia entre la disciplina externa y el amor; y no sólo diferencia sino antagonismo.

Si tú te impones a ti mismo una disciplina externa, ésta destruirá tu cualidad de amar, destruirá tu sensibilidad para amar, te volverá insensible. Perderás tu receptividad delicada, porque cualquier disciplina que se impone desde fuera va en contra de tu sensibilidad, y el amor es la culminación de toda sensibilidad.

Cuando te enamoras de una mujer, te enamoras con los cinco sentidos.

Puede que tú no seas consciente, porque el ser humano se ha alejado tanto de sus propios sentidos que no es consciente, pero observa a los animales, los cuales están más arraigados a su ser, seguramente inconscientes, pero aun así arraigados a su ser.

El perro olerá a su novia antes de hacer el amor. Importa no sólo ver a una hermosa mujer; tú tendrías que sentir también el olor. Sucede algunas veces que una cara hermosa te atrae, pero el olor no. Entonces, si te casas con esa mujer tendrás problemas. Uno de tus sentidos estará divorciándose constantemente y tus otros sentidos estarán casándose constantemente, y habrá conflicto.

El amor real se produce sólo cuando tus cinco sentidos están en armonía, cuando son como una orquesta. Entonces hay una clase de eternidad en tu amor. Entonces no es algo temporal, entonces no es algo momentáneo.

Cuando amas a una mujer, amas su voz, amas su tacto, amas su olor, amas la forma de caminar, amas la forma en que te mira. La amas en su totalidad, y esa totalidad se puede vislumbrar con el conjunto de los sentidos.

El ojo es el único que dictamina la totalidad de la propia vida; naturalmente no estás contento porque un sentido se ha convertido en un Adolf Hitler.

Tendría que haber una democracia en tu ser, en tu cuerpo. Se les tendría que permitir a todos tus sentidos decir sus cosas y tú tendrías que escucharlos a todos.

Si tú impones una disciplina desde afuera, ésta va a destruir tu amor, porque todas las disciplinas externas tienden a embobarte.

Una disciplina externa tiene ese significado. Esto es lo Mahatma Gandhi dice continuamente. Esto es lo que hizo Adolf Hitler: impuso una disciplina sobre toda la nación desde afuera, y la impuso con tal perfección que las personas empezaron a hacer cosas que nunca hubieran sido capaces de imaginar. La disciplina los embotó completamente; habían perdido la sensibilidad.

Millones de judíos fueron incinerados, y la gente encargada de incinerarlos lo presenció sin sentirse afectada. ¿Qué pasó? Su sensibilidad se quedó debilitada. La enorme capa de disciplina externa que les fue impuesta anuló por completo su ser.


Es algo que se hace en todos los ejércitos. Todo el entrenamiento militar no es otra cosa que una forma de anular a una persona, de debilitar su sensibilidad y su inteligencia.   El entrenamiento militar no es más que una técnica para anular el verdadero ser de las personas. “Girar a la izquierda, girar a la derecha, girar a la izquierda, girar a la derecha”… Tres o cuatro horas haciendo lo mismo de buena manera.

Una vez un profesor se convirtió en soldado. Era un hombre muy inteligente, así que cuando se le ordenó girar a la derecha se quedó donde estaba, parado. Entonces el oficial le preguntó:
-¿Por qué te quedas parado si yo he dicho girar a la derecha y todo el mundo lo ha hecho?
El profesor dijo:
-Tarde o temprano usted dirá que giremos a la izquierda, entonces ¿qué sentido tiene girar ahora a la derecha? Todos volverán a la misma Posición nuevamente y esto va a seguir así durante tres o cuatro horas. ¿Para qué preocuparse?
¿Por qué este continuo, “girar a la izquierda, girar a la derecha”?

Hay una razón: es un condicionamiento; no se te permite pensar. “Girar a la izquierda” quiere decir “girar a la izquierda”; tienes que hacerlo. Continúa haciendo algo, obedeciendo, y poco a poco pierdes tu inteligencia. Entonces no piensas; entonces un día se te ordena matar al enemigo y tú matas. Es simplemente lo mismo que “girar a la derecha, girar a la izquierda”. Tú no piensas, tú no evalúas las circunstancias así: “¿Qué me ha hecho este hombre? ¿Por qué tendría que matarle?”. El por qué no surge nunca; tú simplemente lo haces. Te conviertes en un robot, en algo mecánico; dejas de ser un hombre.

Cualquier disciplina externa, sea ésta la de un soldado o la de un sabio, destruye tu sensibilidad, destruye tu fineza, tu receptividad. Y, naturalmente, destruye tu amor, porque el amor no es otra cosa que la armonía de todos tus sentidos y tu inteligencia.

Sin embargo, cuando se trata de la disciplina interior, no hay contradicción con el amor. Con la disciplina interior surge el amor. No obstante, recuerda otra vez que el amor que surge con la disciplina interior no será el amor que has conocido hasta ahora. Tu amor es cualquier cosa menos amor.

Ahora mismo, lo que llamas amor son celos, competencia, posesión, ira, odio.

A lo mejor estás cansado de ti mismo, no puedes estar contigo mismo, así que necesitas a alguien y a eso le llamas amor.

Tú te aferras a alguien, dominas, manipulas a alguien. Esto es política, no amor; es ambición de dominar, no amor. Y naturalmente, eso te lleva al infierno, naturalmente te vuelves más y más infeliz.

¿Qué te ha ocasionado tu amor? Sueños y sueños y sueños. Y los sueños sólo se producen cuando miras a tu amor en algún momento del futuro; entonces son sueños.

Cuando miras hacia atrás, al amor que ya pasó, entonces es una pesadilla. Todos los sueños terminan siendo pesadillas. No, esto no es amor; de otra manera la tierra toda sería feliz. Tanta gente amorosa, todo el mundo es amoroso… la madre es amorosa, el padre es amoroso, el hijo, la hermana, el hermano, la esposa, el esposo, el amigo, el cura, el político; todo el mundo ama a todo el mundo, debería haber tanto amor… Pero mira a los ojos de las personas: sólo hay infelicidad, nada más. Entonces algo no ha ido bien, se le ha llamado amor a otra cosa.

 Eso no es amor. El continente dice: “Amor”, pero mira el contenido: celos, posesión, ira, odio, dominación; todo lo feo está ahí. Sí, el continente es muy hermoso, está muy bien empaquetado, como un regalo de Navidad. Ábrelo… y en el interior solamente hay infierno.

Yo no estoy hablando de este amor. Cuando vas dentro de tu ser, surge una energía completamente nueva. Tienes tanta energía que te gustaría compartirla; entonces el amor es un compartir.

Entonces no necesitas amor, entonces no necesitas que alguien te ame. Por primera vez posees tu tesoro, y aparece una nueva necesidad de compartirlo, de dárselo a quien lo necesite.

Compartes y das. Cuando el amor es una necesidad y quieres que alguien te ame, eso trae infelicidad. Es el amor de un mendigo, y los mendigos no pueden ser felices.

Cuando se ha conocido el amor -y esto sólo es posible cuando has ido hacia adentro y llegas al santuario más profundo de tu ser-, cuando has conocido allí la fuente de tu amor, entonces surge una nueva necesidad de compartirlo, de darlo a quien lo necesite. Entrégalo, y te sentirá agradecido de que alguien lo haya recibido.

 La disciplina interior te convierte en un emperador.

¿Puedo creer en el Tao, no interferir en la vida de otros, aceptar lo que hay ahora, y ser un psicoterapeuta de profesión? ¿Cómo debe ser una terapia a la manera del Tao?

 Se trata de algo muy significativo. Lo primero: “¿Puedo creer en el Tao…?”

El Tao no depende de la creencia. Tú no puedes creer en él. El Tao no conoce un sistema de creencias. No dice: “Cree”. Esto es lo que han hecho las religiones. Tao es el abandono de todos los sistemas de creencias. Entonces aparece una clase completamente nueva de confianza: la confianza en la vida.

Las creencias implican tener fe en los conceptos. Los conceptos se refieren a la vida. La confianza no se preocupa de los conceptos. La confianza es inmediata, en la vida, no en algo que se refiere a la vida.

La creencia está muy lejos de la vida. Cuanto más fuerte sea la creencia, mayor es la barrera. El Tao no es ni la creencia ni la incredulidad, sino el abandono de toda creencia e incredulidad.

Cuando abandonas toda las creencias e incredulidades y estás en contacto directo e inmediato con la vida, surge una confianza, un gran “sí” surge en tu ser. Este “sí” transforma, transforma completamente.

Por tanto, lo primero que preguntas: “¿Puedo creer en el Tao…?”. No, el Tao no es una creencia. No te acerques cruzando la puerta de las creencias o desembocarás en una filosofía, en una religión, en una iglesia, en un dogma, pero nunca desembocarás en la vida.

La vida es, simplemente.

No es una doctrina que alguien predica. La vida simplemente está alrededor, por dentro y por fuera.

Cuando dejas de mirar mediante las palabras, los conceptos, las verbalizaciones, se te revela; todo se vuelve muy claro como el cristal, muy transparente. En esa transparencia no estás separado del Tao; ¿Cómo puedes creer en el Tao o no creer? Tú eres el Tao. Ese es el camino del Tao: convertirse en el Tao.

La segunda cosa: “¿Puedo creer en el Tao, no interferir en la vida de otros…?”

Una vez has dejado de interferir en tu propia vida, has dejado de interferir en la vida de otros. Si continúas interfiriendo en tu propia vida, acabas por interferir en la vida de otros, lo que no es más que un reflejo, no es más que una sombra. Deja de interferir en tu propia vida; entonces toda interferencia desparece súbitamente porque es absurda. La vida ya está yendo a donde necesita ir, ¿qué sentido tiene interferir?

El río ya está fluyendo hacia el océano; ¿para qué interferir? ¿Para qué dirigirlo? Si empiezas a dirigir el río, lo matas; se convierte en un canal. Entonces deja de ser un río, entonces desaparece la vida, entonces es un prisionero. Puedes forzarlo para que vaya donde quieres llevarlo, pero entonces no habrá música ni danza; será como llevar un cadáver. El río estaba vivo, el canal está muerto. Que el canal sea un río sólo es un decir. No es un río, porque para ser un río hay que ser libre, fluir, buscar, seguir la propia naturaleza intrínseca. La cualidad propia de un río está en no ser dirigido, en no ser arrastrado y empujado, en no ser manipulado. Una vez has comprendido que creces cuando no interfieres en tu propia vida, cuando entiendes que creces cuando nadie interfiere en tu vida, ¿cómo vas a poder interferir en la vida de otro?

 

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